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Girardota produce bolsas y baldosas a punta de aire contaminado

ISOLDA MARÍA VÉLEZ HOLGUÍN

Una planta de tratamiento del aire diseñada por Ecolair, única en Latinoamérica, mejora la calidad del aire en esa localidad y de sus residuos salen productos.

¿Se imagina que el aire que respira pueda transformarse en una bolsa biodegradable o en una baldosa? ¿Y además de ello, en medio de esa transformación se recojan los contaminantes y se libere un aire más puro?

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Quizás la respuesta sea que no, que no es posible, que no se lo ha imaginado. Pero resulta que sí sucede y está ocurriendo justo en este momento en Girardota, norte del Valle del Aburrá. Allí con un desarrollo propio de la empresa Ecolair, funciona una planta de tratamiento del aire que reduce la carga de contaminantes y genera otros desarrollos amigables con el medio ambiente.

La historia es esta. Al comenzar el mandato de Diego Agudelo, en 2020, Girardota aparecía en el contexto del Valle del Aburrá como una de las localidades con la más pésima calidad del aire. Y para el alcalde había una explicación: la estación del Siata que la mide estaba ubicada en el punto donde confluye gran parte de la industria asentada en el territorio y que arroja material particulado en gran cantidad. Entonces comenzó una discusión con el Área Metropolitana que, después de ires y venires, concluyó con el traslado de la estación de monitoreo a otro punto.

Pero el tema no paró ahí. A la Alcaldía de Girardota llegó Ecolair con la propuesta de la planta de tratamiento del aire. Cuando Mariana Pérez Palacio, directora de Proyectos de la compañía, le contó al alcalde Diego Agudelo las bondades de atrapar el aire, sacarle los contaminantes y devolver un aire más limpio para los girardotanos, el mandatario ni parpadeó. Sabía que tenía allí una oportunidad y lo sabía porque su formación de ingeniero químico le daba la claridad para entender lo que le estaban ofreciendo.

“Nosotros les creímos porque tenían argumentos técnicos, patentes, y vieron en esa discusión que teníamos con el Área Metropolitana la posibilidad de demostrar su trabajo. Nos dijeron que ellos solo necesitaban un sitio para instalar la planta, ojalá el lugar con más carga contaminante en el aire de la localidad, y era justo el mismo donde estaba la estación del Siata”, recuerda el alcalde Agudelo.

La primera en América

Muchos portazos recibió, y sigue recibiendo en la cara, Mariana Pérez Palacio, a pesar de que tiene el mérito de ser la inventora de una planta que hasta ese momento era la única en Latinoamérica (apenas hace poco se construyó una similar en EE.UU) y para la cual tiene 12 patentes, que la certifican en la tecnología de captura directa de aire (DAC, por sus siglas en inglés) y por el desarrollo de la sustancia que, en palabras simples, permite capturar los contaminantes.

En su proceso, esta planta carboniza o absorbe los componentes gaseosos contenidos en el aire, que ingresan de manera directa a cada unidad funcional FIVA o sistema de tratamiento del aire.

Tras el proceso de carbonización con el dióxido de carbono, captado de manera directa, y su interacción con la sustancia básica programada (patentada por el equipo de Ecolair), se utilizan los residuos que se generan como material de carga para la fabricación de materiales de construcción.

De ahí, precisamente, surgió la idea de la producción de bolsas biodegradables que hoy son utilizadas de forma masiva en las dependencias de la alcaldía de Girardota, generando un ahorro para las arcas municipales y contribuyendo de manera directa con el medio ambiente.

“Las bolsas que aquí se producen tienen certificación de la Universidad de Antioquia. Son biodegradables, no contaminan el suelo. En seis meses se han producido 8.000 bolsas que son utilizadas en su totalidad en el Palacio Municipal y en todas las dependencias oficiales”, agrega el alcalde Agudelo.

Mariana, la genio detrás de Ecolair, explica que para llegar a esta planta, tal como está hoy, ha trabajado en más de 48 prototipos y es tal la magnitud de su diseño y el desarrollo del mismo que llamó la atención de la Fundación Bill Gates, interesada en adquirir esa tecnología.

Y no es para menos lo que aporta en la calidad del aire. Procesa 70 toneladas diarias de aire y absorbe el 82 por ciento de contaminantes, entre material particulado PM10, PM 2,5; monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno y dióxido de carbono, entre otros.

Desde la planta también se procesa información relevante con herramientas automatizadas, para controlar, supervisar, recopilar y analizar datos, así como generar informes a distancia mediante una aplicación informática.

Otro salto ambiental

Además de las bolsas biodegradables, con los residuos se está desarrollando un nuevo producto: baldosas. La intención del alcalde Agudelo es obtener una producción significativa que permita utilizarlas en la construcción de vivienda de interés social, con reducción de costos. En el lugar donde funciona la planta, que consume 2 kilowatios/hora de energía, se levanta una pared en la que se exhiben baldosas de todos los tamaños. “Aquí esta la clave: cómo una sustancia básica al revolverse con el contaminante se convierte en un producto utilizable. Esa sustancia es la que tiene una patente internacional, lo que nadie más tiene fuera de ellos. De lo contrario, ¿qué haríamos con esos residuos? ¿llevarlos a otro lugar a contaminar?. En cambio aquí se convierte en bolsas y baldosas”, reitera el alcalde Agudelo.

Incluso, dice Wilson Giraldo, subsecretario de Medio Ambiente de la localidad, este proceso de mejoramiento de la calidad del aire enrruta a Girardota hacia los objetivos de reducción de huella de carbono. “Nosotros somos el primer municipio de Colombia que estamos yendo a ese carbono neutro con tecnología como la que tenemos en esta planta”.

¿Pero qué se necesita para que otros municipios, otras empresas, adopten este tipo de plantas que contribuyen a mejorar la calidad del aire que respiramos?

La pregunta la responde Mariana con contundencia: voluntad.

¿Cómo así? le contrapreguntamos. “Es que todos tenemos una responsabilidad con el medio ambiente. Sabemos que contaminamos en cada acción que realizamos. Entonces, tener algo como esta planta no es costoso para una empresa, ni para una alcaldía. Solo falta voluntad”, vuelve y concluye esta médica veterinaria que por influencia de su padre, un ingeniero mecánico, y del colegio en el que se educó, el Francisco Restrepo Molina, de Envigado, desarrolló este invento que más tarde recibió el impulso de dos empresarios colombianos, durante una feria de ciencia, en Estados Unidos.

Y el alcalde refuerza la respuesta de Mariana, con un aprendizaje que ellos han asumido con el trabajo con Ecolair: “nosotros decidimos qué tomamos, nosotros decidimos qué comemos, pero nosotros no decidimos qué respiramos. Por eso es responsabilidad del Estado tomar acciones para limpiar el aire que la gente tiene que respirar y nosotros tenemos esa responsabilidad de ayudar a que sea lo mejor posible. Por eso les abrimos las puertas para que hicieran su plan piloto y hoy apreciamos los resultados”.

De hecho, el tema es de tanta relevancia, que Estados Unidos anunció hace pocos días que invertirá 3,2 millones de dólares en el desarrollo de la tecnología DAC, que es la que permite avanzar en la descarbonización del aire, y la misma que funciona desde hace dos años en un rincón en Girardota.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
TODOS DEJAMOS HUELLA DE CARBONO
Según Mariana Pérez Palacio, Ecolair está en capacidad de desarrollar planes ajustados a la producción de cada empresa. Cuenta que cuando llegan a presentar el proyecto, muchas veces la respuesta es: aquí no contaminamos. “Entonces esto pasa primero por crear conciencia de que todos dejamos una huella de carbono”. Su empresa está en el proceso de certificarse para emitir bonos de carbono, que no son otra cosa que el mecanismo mediante el cual las empresas compensan la huella de carbono que emiten. En el caso de Girardota el costo de este proyecto no supera los 300 millones de pesos.

Infográfico

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