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ECUADOR: En barrios de Guayaquil y cantones vecinos hay mayores de 65 años que ni se han inscrito para vacunarse; una lista de dificultades impide hacerlo

ECUADOR:

Melissa Moreno

Adultos mayores con condiciones lamentables no pueden salir de sus hogares para recibir las vacunas contra el COVID-19.

TOMADA DE:eluniverso.com

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Cientos de personas mayores de 65 años de distintos sectores de Guayaquil y de provincias, que forman parte de la fase 1 de vacunación contra el COVID-19, no han tenido la posibilidad y la oportunidad de inscribirse y, peor aún, de recibir la primera dosis del inmunizante.

Son múltiples las dificultades que ellos enfrentan: no tienen conocimiento del sistema de inscripción ni de vacunación, viven en sectores alejados de los centros de atención, no cuentan con recursos para movilizarse, sienten temor a aplicarse las dosis, entre otros problemas.

Esto se da a dos días de que culmine el plazo impuesto por el Ministerio de Salud, según el plan Vacúnate, para culminar con la inmunización de las personas mayores de 65 años en Guayas, Pichincha y Azuay. Teófilo Salvador Espinoza, de 67 años, vive en el kilómetro 30 de la vía a Daule, cerca de Petrillo, en el límite de Guayaquil y Nobol. Reside en una casa de caña con diversas necesidades para mantenerse, tiene dificultad para caminar a causa de un accidente de tránsito y esto le dificulta salir de casa para vacunarse.

Pero no se ha inscrito ni por teléfono y peor vía web. Él anhela que alguien lo ayude a salir de casa para que pueda inocularse, ya que sus hijos pasan ocupados en sus trabajos.

El desconocimiento sobre cómo utilizar la tecnología, la carencia de una computadora para agendar un turno y el miedo a salir de casa por una posible infección vírica han incidido para que Amado Nuñiz, habitante del sector Guasmo sur, coop. Derecho de los Pobres, no pueda sacar cita para vacunarse. “No sé utilizar los implementos virtuales y tengo pavor de salir de casa: es preocupante el temor de infectarse del virus”, dice.

Katiuska Reyes, nieta de Rosa Amada Ortiz, de 75 años, moradora del Guasmo sur, coop. Julio Potes, comenta en cambio que su abuelita desea ponerse la vacuna dado que trabaja en un local de trajes y tiene mucho contacto con las personas. Ella vive con sus tres nietas y todas trabajan. Ha agendado turnos para vacunarse, pero han pasado más de dos semanas y nadie se ha contactado con ella. Algunos tienen pánico a administrarse la dosis, por desconocimiento o porque sufren de diferentes patologías y les causa espanto imaginarse que les provoque un efecto fuerte en su organismo.

Este es el caso de Juana Ordóñez Ortiz, de 75 años, residente del Guasmo sur, coop. Mariuxi Febres Cordero, quien señala que padece de una bacteria en el estómago y no puede salir de su hogar. Le causa miedo que al inocularse tenga un efecto negativo en su cuerpo. Nadie le ha dicho sobre los efectos o sobre quién no debe inocularse por determinada patología. Ha separado la cita, pero lleva esperando un mes y medio y no hay respuesta.

Asimismo, Gustavo Gómez, quien vive en el cantón Durán, explica que no puede salir de casa porque tiene a su esposa enferma de COVID-19 y debe cuidarla. Teme salir a la calle y no sabe si debe o no vacunarse.

Con temor también habla Bárbara Rodríguez, residente del sector Valerio Estacio, noroeste de Guayaquil. Explica que su mamá, de 74 años, desea aplicarse la dosis, pero el miedo de ella es ir a los centros de vacunación debido a las aglomeraciones en los puntos de inoculación que observa en las noticias, y por eso se abstiene de salir.

Bárbara desea que los enfermeros vayan a su casa para que puedan inyectar a su mamá y a todos los que no puedan salir de sus hogares, a fin de evitar infecciones.

César Cárdenas, coordinador del Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos de Guayaquil, comenta que la vacunación debe ser territorializada y proceder a hacerla de casa en casa para evitar contagios, aglomeraciones, maltratos, incertidumbres y ansiedad; de manera preferencial en los sectores urbano-marginales y rurales. “El país tiene el personal necesario a través de toda la red pública y privada de salud”, agregó.

Otra de las grandes dificultades, señala Cárdenas, es que las familias no cuentan con los recursos económicos para movilizar a los adultos mayores a los sitios de vacunación, pues deben usar taxis de ida y vuelta. Y agrega un motivo más: muchos hijos no se preocupan por sus padres, que no pueden movilizarse y ni siquiera conocen sobre el plan.

Casos como los citados hay por decenas en cada barrio. En el Guasmo, por ejemplo, basta preguntar si en el sector hay personas que no han recibido la vacuna y los residentes dan nombres y direcciones de vecinos. Igual en otros sectores de la ciudad.

Jonathan Guacho Bonilla, coordinador de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), aseguró que, para acelerar la inoculación de las personas mayores de 65 años, brigadas irán ahora a otras áreas, como parroquias, e intensificarán las jornadas de los fines de semana. En Guayaquil funcionan once centros, pero no hay un plan para atender en barrios o visitar los domicilios de aquellas personas que no pueden movilizarse.

 

 

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