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Pueblos turísticos resisten la sequía de visitantes

POR MATEO ISAZA GIRALDO |

Si las joyas del turismo regional se alistaran para una gran caravana en chiva por el departamento, el recorrido diseñado tendría por lo menos tres paradas obligadas: el colonial y caluroso Santa Fe de Antioquia, el siempre verde y cafetero Jericó y el colorido despampanante de Guatapé a orillas del embalse.

Todos esos encantos siguen allí y se mantienen intactos, pero desde mediados de marzo, por causa de las medidas para contener la covid-19, acusan la falta de visitantes foráneos.

TOMADO DE: elcolombiano.comAntioquia - Medellín | El Colombiano, noticias.

Jericó espera nuevo milagro

Es jueves y un sol radiante ilumina el Suroeste antioqueño. Don Jairo (70 años) se resguarda en su caspete donde vende tinto y mecato a quienes suben al morro El Salvador para divisar desde allí el casco urbano de Jericó. A su lado está el cable aéreo, varado desde antes de que en el mundo se hablara del coronavirus, afectado por otra pandemia: el abandono estatal.

Ante la pregunta de las afectaciones por la falta de turismo, y si le justifica abrir su negocio, Jairo suspira y dice que no se puede quejar. “La gente de Jericó igual sube por acá y algo se vende. Más se enferma uno encerrado en la casa”, dice antes de servir el tinto con el que pasa el trago amargo de los días sin turistas.

A una cuadra del parque principal de Jericó, Juan Carlos Gallego, en su café El Saturia, prepara otro tinto con destreza y cuenta que estuvieron cerrados tres meses y medio. Apenas la semana pasada volvieron a labores y se revolvieron en el coctel de la reactivación gradual.

“En el negocio tenemos 16 mesas, pero solo habilitamos dos. Lógico que no está el mismo flujo de clientes porque buena parte de nuestro público son turistas, pero ayer en un momento las dos mesas estaban ocupadas y no se imaginan la felicidad que tenía por ver el negocio lleno”, cuenta sobre las diminutas dichas que resultan luego de un periodo de frustraciones y de pensar el futuro de un negocio que quiere ser ventana para mostrar ante el mundo el café de los campesinos.

En la terraza de Jericó, a un costado de la catedral en pleno parque principal, ya comenzaron a permitir que los negocios sacaran algunas mesas para el disfrute de los habitantes locales. FOTO JAIME PÉREZ M.
En la terraza de Jericó, a un costado de la catedral en pleno parque principal, ya comenzaron a permitir que los negocios sacaran algunas mesas para el disfrute de los habitantes locales. FOTO JAIME PÉREZ M.

 

Si para negocios como restaurantes y cafés la reactivación avanza desde hace algunas semanas, para otros como el sector hotelero aún son una esperanza lejana.

En Jericó hay más de 60 hoteles y hospedajes. Algunos se mantienen cerrados y con riesgo de no abrir sus puertas nunca más. Otros tuvieron que pensar un modelo de negocio de emergencia para sostener los avatares que trajo consigo la pandemia.

“Tuvimos que cambiar la vocación. Antes eran cabañas turísticas, pero ahora por la contingencia les hicimos algunas adaptaciones físicas para que sirvieran como viviendas permanentes. Pasamos de tener huéspedes a inquilinos y logramos rentar algunas mientras vuelve el turismo, porque calculamos que en lo que resta del año no se va a reactivar. ¿Abrir para quién?”, cuenta Patricia Ramírez, de Cabañas Rincón Paisa.

Café para sostener

Si en Jericó el comercio y los empleos que de él se derivan sufren, en otros pueblos como Santa Fe de Antioquia la realidad también tiene el sabor ácido del tamarindo.

Ante la falta de turismo regional e internacional, que estiman representa el 70 % de la economía en el casco urbano, en Santa Fe de Antioquia buena parte del peso y la responsabilidad de que la economía circule se le atribuye hoy a las familias campesinas que cultivan café.

“Aquí de las 45 veredas que tenemos en 35 se cultiva café. Por eso los viernes se ve un poco más de movimiento porque vienen al parque a abastecerse y el dinero circula. El campesino baja con su carguita, vende el café y luego hace sus compras y eso mueve algo el comercio”, cuenta el alcalde de la localidad, Felipe Pardo.

En Santa Fe de Antioquia hay 53 hoteles y hosterías registrados (que siguen cerrados) y 1.400 locales comerciales entre restaurantes, bares, tiendas, distribuidoras de alimentos e insumos agropecuarios.

El debate actual en el municipio no es si los dejan o no abrir los negocios, sino si tiene sentido operar algunos comercios que están pensados para venderles a los turistas, como la encomiable labor de los artesanos y los fruteros que venden pulpas y tamarindo en todas sus presentaciones. Abrir sí, ¿pero para quién?

Quizás uno de los negocios más conocidos es La Comedia, lugar de tertulias y recitales, donde se amenizaban las noches con un buen trago y algo para picar. Ovidio Sánchez, su propietario, hace maromas para no cerrar mientras pasan los días de encierros, toques de queda y ley seca.

Primero comenzó a vender almuerzos a domicilio en hojas de bijao y luego se puso en la tarea de añadirle a la carta del bar el servicio de librería: cocteles y shots en forma de poesía para el alma.

Ante la perspectiva de que el turismo internacional tarde mucho más en reactivarse, desde la Alcaldía de Santa Fe de Antioquia se articula una estrategia con Jardín para diseñar rutas turísticas que promuevan recorridos para visitantes del departamento, una vez el Gobierno Nacional autorice la apertura de frontera y la libre circulación entre municipios.

Sed de turismo en el Oriente

En el Oriente del departamento los mentores de los coloridos zócalos del municipio de Guatapé también extrañan las visitas de propios y extraños.

Aún con la resaca que les dejaron tres puentes festivos seguidos, que pintaban hace meses como temporada alta y que terminaron con ley seca y un funcionamiento del pueblo a media marcha, los comerciantes dan cuenta de las dificultades que atraviesan por las consecuencias de las medidas de prevención y contención del Sars-CoV2. Aunque no tienen casos positivos del virus en el municipio sienten los síntomas de la crisis social.

Las postales que ofrece el casco urbano de Guatapé (Oriente) esperan para cuando puedan volver a ser visitadas por nacionales y extranjeros. Allí han cerrado bares y restaurantes. FOTO JUAN A. SÁNCHEZ
Las postales que ofrece el casco urbano de Guatapé (Oriente) esperan para cuando puedan volver a ser visitadas por nacionales y extranjeros. Allí han cerrado bares y restaurantes. FOTO JUAN A. SÁNCHEZ

 

“El impacto de la covid-19 en el municipio ha sido desastroso y sin precedentes. Más para estos pueblos turísticos donde ajustamos más de 100 días con los negocios cerrados y cada comerciante ha tenido que tomar la decisión de aguantar lo que más pueda o definitivamente liquidar el negocio”, cuenta Néstor Giraldo a quien le sobreviven dos de los cinco negocios que tenía.

Los negocios de alimentos, tienen permiso para abrir, pero pierden el tiempo y los recursos esperando en vano que lleguen comensales.

Sorany Marín, alcaldesa de El Peñol, municipio vecino a Guatapé, habló el pasado viernes a nombre de siete municipios de la subregión que se reunieron para evaluar las consecuencias económicas que ha traído más de tres meses de restricciones y cuarentenas.

“Es indispensable que el sector turístico tenga una ruta para reactivarse en la región. Son muchas familias las que dependen directa e indirectamente de ese sector y los comerciantes están dispuestos a cumplir todos los protocolos para poder operar. Tenemos que encontrar un equilibrio para que puedan trabajar sin que se ponga en riesgo la salud de las personas”, dijo desde la réplica del viejo Peñol donde se celebró la reunión.

En su plan de desarrollo vigente, la Gobernación incluyó el programa Antioquia es mágica, que plantea estrategias para potenciar y desarrollar el turismo de cultura y de naturaleza en la región y le asignó $12.700 millones para posicionar destinos y articular esfuerzos con la cadena de valor: restaurantes, hoteles, agencias de turismo, guías.

El temor y la angustia de comerciantes de los pueblos visitados, y otros referentes por fuera de este trabajo, es que cuando se recupere cierta normalidad y se abran las frontera Antioquia siga siendo mágico, pero queden pocos conejos bajo la galera.

SE APAGÓ EL ICÓNICO BAR DE TANGOS 

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Con tristeza y nostalgia los jericoanos clientes del bar ‘Tangos y algo más’ reseñaron que el negocio cerró sus puertas de manera definitiva desde hace un par de meses. Édgar Garcés, propietario del establecimiento comercial, tomó la decisión consciente de que las restricciones a ese tipo de negocio se extenderían más que cualquier otro sector, por lo que optó por nuevos rumbos. El sitio deslumbraba por la belleza de la decoración y se caracterizaba por su buena atención y por ser un lugar de tertulia obligado para los adultos que disfrutan de las canciones de antaño. Las melodías de Gardel, Piazzolla o Roberto Goyeneche amenizaban allí las noches precovid-19.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

“Bienvenidos al cementerio”. Así me recibió Maria Isabel Pineda, empleada de un local en Santa Fe de Antioquia, cuando me le acerqué en pleno parque principal a preguntarle por las afectaciones de la falta de visitantes. Luego de recorrer las calles del pueblo durante un día y de hacer lo mismo en Jericó uno puede darle la razón y entender la angustia de los cambios económicos que para ellos trajo la pandemia. En Jericó guarnielerías como la de Saulo Agudelo ya volvieron a operar pero son conscientes de que por estos días producen para crecer los inventarios, porque vender un carriel es lo más parecido a un milagro.

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