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Esmeralda, la perra guardián de los Bomberos Medellín

Por Águeda Villa

No es parte activa del Cuerpo Oficial de Bomberos Medellín y solo tiene una tarea que  cumple de manera eficiente: ser la compañía ideal de las unidades mientras están en la estación.

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Seis años después de llegar a la estación del Cuerpo Oficial de Bomberos Medellín, ubicada en la avenida Regional, la única certeza que tienen los oficiales, de Esmeralda, es que es una perra querida por todos, rescatada de la calle y encargada de alegrar las jornadas mientras se encuentran en la estación.

Sobre su origen y su aparición hay dos versiones sencillas que ahora nadie es capaz de negar o confirmar, y que nos traen al mismo presente: una perra mediana y asustadiza, dispuesta a entregar a sus compañeros bomberos todo el amor del que está hecha.

Un rescate mutuo
Es bastante común que en las estaciones de Bomberos Medellín se encuentren perros de compañía. Todos ellos son rescatados y tienen una historia distinta, como es el caso de Esmeralda, quien desde hace más o menos seis años es una más del equipo.

“Esmeralda llegó en el momento en el que más nos necesitaba y nosotros a ella”, cuenta Sandra Milena Ríos Palacio, unidad bomberil operativa de esta estación. Lo dice, aún sin tener claro cuál fue ese momento, pero reconociendo la entrega oportuna de saludos, mordiscos y lamidas que esta perrita criolla le hace a los bomberos con los que comparte.

Dos historias, una compañía incondicional
Unos dicen que llegó persiguiendo a algunos compañeros desde Barrio Triste hasta entrar con ellos a la estación y quedarse allí. Otros, cuentan que iba en una carreta con un habitante de calle que les pidió cinco mil pesos a cambio de Esmeralda. En lo que todos se ponen de acuerdo es en decir que es una perrita rescatada de la calle, que finalmente terminó rescatándolos a ellos.

“A cualquier compañero que llegue, lo primero que hace Esmeralda es olerlo y moverle la cola”, cuenta Sandra. “Es un acompañamiento constante, sea que lleguemos desde la casa a hacer turno o cuando volvemos de atender casos. Ella siente las máquinas y sabe que viene gente, entonces llega a saludarnos”, agrega.

Un ángel protector
Arlés Alzate es uno de los bomberos de la estación, y es a ojos de todos, como el papá de Esmeralda. “Ella lo ve y no lo desampara en todo el turno. Es como si no existiera nadie más. Donde esté Esmeralda, está Arlés”, dice Sandra. Cuenta que el amor desmedido entre ambos creció a causa de un incidente triste e inesperado, cuando un habitante de calle que iba pasando por la estación respondió a los ladridos de Esmeralda con cuatro puñaladas en el cuello del animal.

Después de llevarla de urgencia a la clínica veterinaria fue Arlés quien estuvo con ella durante su recuperación. La llevó a su casa y la cuidó hasta que estuvo mejor. “Yo creo que por eso se apegó tanto a él, duraron ocho días juntos. Esmeralda ve ahora a los hijos de Arlés y se siente como si viera a la familia de ella”, dice Sandra.

El turno de una perrita bombera
Las jornadas de Esmeralda consisten en despertarlos a todos, yendo catre por catre y oliéndolos a modo de saludo. El resto del día, si no está ladrando en la puerta, está en las oficinas o acompañándolos en el comedor, en donde siempre alguien le comparte lo que esté comiendo.

Las tres compañías, A, B y C se encargan de sus gastos veterinarios y alimenticios, y sin importar quién esté de turno, todos en algún momento del día juegan con ella, se turnan para darle paseos cortos cerca de la estación y sienten gratitud por el amor y la atención que reciben de ella a cambio.

La negra, como le dicen de cariño, es la encargada de rescatar las rutinas pesadas de los miembros del cuerpo de bomberos.

 

 

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