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En Provenza se cansaron de los taxistas “careros” y piden freno

La problemática, según la Corporación Provenza, se presenta sobre la calle 10, previo al ingreso del corredor. FOTO Esneyder Gutiérrez

POR EDISON FERNEY HENAO H.

La denuncia la hacen los comerciantes del sector. Aunque se trabaja en medidas, piden acciones de choque temporales.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

El Colombiano

A quienes visitan el corredor de Provenza, en El Poblado, ahora los agobia la carestía de los taxistas. Cobran, según cuentan en la zona, como si fueran “para el aeropuerto”. El reporte lo hizo Juanita Cobollo, líder del sector, quien pidió medidas urgentes: además de los tacos que se generan sobre la calle 10, algunos prestadores del servicio estarían resistiéndose a cobrar a través del taxímetro.

La problemática, sin embargo, no es nueva. Cuenta Cobollo que las molestias en el sector comenzaron hace tres meses. “Anteriormente era difícil encontrar un taxi acá, ahora lo hacen desde las 11:00 de la mañana. Ya se empezaron a parquear desde Mondongos, hasta la 34. Es un tramo muy largo y en doble fila”, dice.

Según Cobollo, carreras que valdrían $40.000 están siendo facturadas con sobrecostos, llegando hasta los $70.000 o más, como si fuera un servicio al José María Córdova. Los afectados, afirma, no solo son los extranjeros, para quienes las barreras del idioma y el sistema de transporte podrían ser distantes. Los trabajadores de la zona, cuya actividad es en su mayoría nocturna, también llevan del bulto.

“Se hacen donde quieren, no presentan la ficha técnica, que es obligatoria, y lo peor: no ponen a funcionar el taxímetro. No son todos, hay que dejarlo claro, pero algunos se quieren aprovechar de los extranjeros, los trabajadores de la zona, en un sitio que ya vive repleto en semana y fines de semana”, expone.

La problemática

Aunque Cobollo es una de las caras más conocidas en Provenza, por su liderazgo desde la corporación que lleva el mismo nombre, los trabajadores de la zona respaldan su testimonio, en pleno mediodía, mientras preparan los locales para el comercio nocturno.

Mientras barre el ingreso de una pizzería, Laura Luces sostiene que ella y sus compañeros ahora piden el transporte mediante aplicaciones. “Es que abusan de las tarifas. Se les monta algún pasajero y no prenden el taxímetro: que 30 o 40 por una carrera que, normalmente, cuesta 20. A varios en el trabajo nos ha pasado”, dice.

En poco dista la apreciación de Mariana Velásquez, quien como Luces ingresa a trabajar en la noche y concluye labores en la madrugada. Ella, quien trabaja en una discoteca, tilda a algunos taxistas de “usureros”. Afirma que ya hay tarifas establecidas para ciertos recorridos, “sabiendo que eso está prohibido”.

Por ejemplo, una carrera desde la estación Poblado del metro hasta Provenza, subiendo por la 10, ya vale $15.000. “No lo suben a uno por menos. ‘Ay, no, es que hay mucho trancón. Usted verá’, es lo que dicen. Cada vez que subo es lo mismo, cuando la carrera valía 8.000. Y para bajarlo a uno, no cobran menos de 12.000”, se queja.

Gremios rechazan práctica

En representación de la empresa Tax Individual, Fabián Quintero rechaza la situación y afirma, en paralelo, que “estos comportamientos no se corresponden con nuestra razón de ser: ofrecer un servicio confiable de taxi”. Sin embargo, reconoció que la problemática sí tiene lugar.

Sobre ella se refiere, a la altura de Provenza, el taxista Fredy González, quien ha trabajado durante varios años en el sector. Aunque aclara que no comparte la práctica de apagar el taxímetro, se muestra menos crítico con sus pares que lo hacen. “Cada quien puede trabajar como quiera. Si usted me dice que lo lleve a una parte y yo le doy el precio y no le gusta, pues no se monta”, dice.

Pero resulta que el cobro debe hacerse con base en el taxímetro, según el Código Nacional de Tránsito Terrestre. Además, empresas como Tax Individual cuentan con acuerdos de convivencia en los cuales reglamentan este tipo de prácticas. Alterar el taxímetro y acudir al ya manido “yo por allá no voy” pueden acarrear anotaciones en la hoja de vida o suspensión.

Según Cobollo, la Secretaría de Movilidad de Medellín ha cumplido con la tarea. Dispone de personal de Tránsito en la zona, el cual adelanta controles de alcoholemia y despeja los tacos que se producen por lo que allí se ha convertido en la “guerra del centavo de los amarillitos”.

Pero lo anterior, insiste Cobollo, no es suficiente: la presencia de las autoridades en la zona, al ser temporal, no termina de espantar a los pocos que se saltan la regla por prestar un servicio. Ya hay medidas en marcha, sin embargo, que valen la pena destacar: se estudia la posibilidad de crear un programa, vía QR, que les permita a quienes pidan un taxi no ser burlados en la tarifa ni en otros frentes.

También se está tramitando con la Alcaldía la posibilidad de habilitar un acopio entre las calles 10 y 10a, sobre la carrera 35, a unos pasos de Provenza, pero donde los traumatismos para la movilidad serían menores. “Lo que pedimos, mientras eso se concreta, es presencia total del Tránsito en la zona y que se multe a quien no tenga sus papeles o taxímetro en regla”, dice Cobollo.

Vale aclarar que no todos los taxistas incurren en este tipo de prácticas. Mal se haría en echarlos al mismo costal. “Por unos pocos, todos terminamos mal parados”, concluye Juan Carlos Venado, quien para de afán a las afueras de Provenza para no perder una carrera.

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