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ARGENTINA: El crimen de Fernando Marino: le dispararon, huyeron sin robarle y una cámara registró su agonía

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En julio de 2020, el repartidor cumplía su primer día de trabajo y fue asesinado por dos motochorros a pesar de que no se resistió. Un hombre y una mujer irán a juicio oral.

TOMADA DE:https://tn.com.ar/

Archivo:TN todo noticias logo.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

La secuencia dura unos 10 minutos y es estremecedora. Una cámara registra la agonía de Fernando Marino (28) sobre el asfalto de una calle en Adrogué, luego de que le dispararan y huyeran sin robarle nada. A dos años y medio del crimen, la Justicia resolvió llevar a juicio oral a una pareja de motochorros.

Eran las 13.00 del lunes 27 de julio de 2020 y Fernando iba en una camioneta Renault Kangoo gris que días antes le había comprado a su papá. Su propósito: trabajar como repartidor. El contexto, entonces, era delicado: primera fase de la pandemia, restricciones para circular y una situación social caldeada por el cese de varias actividades comerciales y la falta de empleo.

“Fernando estaba muy ilusionado con salir adelante. Se había quedado sin trabajo y eso lo tenía bajoneado. El día que lo mataron, era la primera vez que salía con la camioneta”, comentó Matías Forciniti, primo del joven, en charla con TN.

“Fernando nunca se resistió”
Aquel mediodía, Marino intentaba divisar un domicilio donde debía dejar un paquete. Por eso, manejaba a muy baja velocidad por Italia al 900. Allí fue interceptado por dos motochorros armados y con aparentes intenciones de robo. La hipótesis principal de la querella coincide con la de los investigadores: Fernando se habría asustado al ver a los delincuentes que le apuntaban e hizo un movimiento brusco con la camioneta. En esas circunstancias, le dispararon.

“La moto pasó segundos antes y volvió. Fernando venía buscando una dirección y en un momento le golpean el vidrio, contó uno de los testigos. Ahí pudo haberse asustado y, a lo mejor, frenó de golpe o aceleró”, relató Matías.

A la familia de la víctima y a los responsables de la acusación los une otra certeza: el joven nunca se resistió. “Lo habíamos hablado mil veces y Fer lo tenía muy claro: ante un robo a mano armada, levantar las manos y entregar todo. De hecho, a él ya lo habían asaltado tiempo atrás”, dijo el primo.

Una bala ingresó por la axila izquierda de Fernando. Sus últimos minutos de vida fueron registrados por las cámaras de seguridad de una vivienda de la cuadra. La secuencia se inicia instantes después del disparo, cuando el joven se arroja de la camioneta, que sigue en movimiento y con la puerta abierta hasta que se sale de cuadro e impacta contra un vehículo estacionado.

Los últimos minutos de Fernando y el estremecedor video que muestra la secuencia
Marino primero se arrodilla sobre el asfalto. Enseguida se sienta, junta los brazos como sosteniéndose las axilas y se inclina sobre sí mismo. Un auto negro pasa por al lado y lo esquiva: nunca se detiene. Fernando lo mira como si buscara ayuda, pero no tiene fuerzas para gritar.

Dos minutos más tarde, un auto rojo es el primero en frenar y sumarse a la escena. Al mismo tiempo, un repartidor en moto mira al joven herido, pero tampoco frena.

“Ver el video es muy fuerte. Me costó mucho en su momento y hoy me sigue costando. No juzgo a los que pasaron de largo, porque uno no sabe cómo reaccionaría ante una situación así. Pero mi primo no podía siquiera pedir ayuda. El solo hecho de imaginarlo en esa situación me destroza”, mencionó Matías.

Las imágenes muestran a una camioneta Ford azul que frena junto a Fernando. El conductor baja la ventanilla y, sin bajarse, le habla a la víctima. Fernando nunca logra alzar la mirada.

La escena se va llenando de gente. Primero se arrima un vecino y luego lo hace una mujer. Enseguida aparece el primer policía, un agente de la Bonaerense que se arrodilla junto a Fernando e intenta hablarle. No se sabe si el joven herido responde.

En ese momento, un hombre de campera azul se acerca a Marino, que se mira el pecho ensangrentado. Mientras cuatro vecinos miran todo desde la vereda, una policía se acerca a Fernando, le abre la campera y comprueba la herida.

La ambulancia no llega nunca y los policías deciden cargar al joven herido en el patrullero. Entre varios, intentan acomodarlo en un asiento. En ese instante, Marino se desvanece. Lo trasladan al hospital Lucio Menéndez, adonde llega sin signos vitales.

Uno de los vecinos que intentó socorrerlo fue Jonatan Tabares: Fernando murió en sus brazos y, días después, el joven se reunió con la familia de la víctima, que quiso conocerlo. “Hizo lo que pudo. Se mostró muy comprometido y dispuesto. Estamos muy agradecidos”, acota Matías.

La causa tiene dos detenidos
El juez de Garantías 8, Gabriel Vitale, elevó la causa a juicio oral tras el pedido del fiscal Gerardo Mohoraz, a cargo de la UFI 6. El debate se realizará en agosto -resta precisar la fecha exacta- y tendrá cuatro audiencias.

Hay dos detenidos: Mauro Sebastián García, de 25 años, y Johanna Anabella Quevedo, de 29, ambos acusados de “homicidio calificado criminis causae (ocurre cuando se comete un crimen en un intento de tapar otro delito), robo calificado por el empleo de arma de fuego y tenencia ilegal de arma de guerra”. Fueron descubiertos dos días después del hecho y se les dictó prisión preventiva.

Durante los allanamientos, el personal policial secuestró una pistola Browning calibre 9 milímetros cargada y con la numeración suprimida; y dos motos azules, una Honda 300 y otra Brava Altino 150. La moto utilizada en el crimen fue encontrada calcinada en Malvinas Argentinas: tenía pedido de captura desde diciembre de 2019.

Criado en Villa Domínico, Fernando convivía en Sarandí con su novia Mayra y había dejado atrás la tristeza y la incertidumbre de encontrarse sin trabajo. El crimen, en su momento, también impactó por eso: la víctima era un joven con ganas de progresar en un momento complicado del país. Su familia, por las restricciones que regían entonces, ni siquiera pudo velarlo.

“Fernando era mi primo y, a la vez, mi hermano. Crecimos juntos y nos veíamos siempre”, contó Matías sobre aquel vínculo tallado en noches de truco y whisky, y en partidos de pádel. Y cerró: “Lo que más me duele es ver a mi tía -Mirta, mamá de Fernando-, que es la persona más buena del mundo, partida al medio desde el día en que lo mataron”.

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