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Una bacteria asiática llegó al Valle de Aburrá y amenaza a los cultivos del Suroeste

FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
Juan Felipe Zuleta Valencia

Investigadores intentan ponerle barreras de contención biológica a una enfermedad que podría devastar al sector citrícola.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Una bacteria potencialmente devastadora aterrizó en el Valle de Aburrá y tiene a las autoridades sanitarias buscando soluciones para frenar los estragos que podría causar en todo el sector citricultor poniendo en jaque más de 5.000 empleos.

Las alertas empezaron a sonar en noviembre de 2022, cuando el ICA realizó algunas muestras de ADN en árboles y plantas ubicados en parques, avenidas y jardines del municipio de Bello y confirmó la presencia de la enfermedad de origen chino HLB (Huanglongbing), causada por una bacteria (Candidatus liberobacter), transmitida por el insecto Diaphorina citri.

En aquel momento hicieron la erradicación de la zona afectada, pero ya advertían que los brotes se intensificarían. Y así fue: hace dos meses el ICA declaró cuarentena fitosanitaria en el Valle de Aburrá por presencia de HLB y ahora investigadores y autoridades redoblan esfuerzos para evitar que la bacteria cruce la barrera natural del Alto de Minas y baje hasta el Suroeste causando desastres en miles de hectáreas que sostienen la producción de cítricos en Antioquia y el país.

La primera vez que se tuvo reporte oficial de la presencia de Diaphorina en Colombia fue en 2008, aunque bien pudo estar circulando desde mucho antes. Había por entonces entre los citricultores un amplio desconocimiento sobre la forma de transmisión del HLB y los impactos que podía causar.

Solo hasta 2016 se anunció oficialmente el primer hallazgo de HLB en Colombia. Desde entonces, los investigadores y productores han librado una carrera contrarreloj para comprender el comportamiento del insecto vector y la bacteria que enferma de manera irreversible a las plantas: altera y mata lentamente a las ramas y deforma y provoca enanismo en el fruto y luego vuelve inútiles sus semillas.

La paradoja de la conectividad

La Diaphorina citri ha encontrado en Colombia un territorio próspero para convertirse en plaga, pues su expansión potencial no se restringe a las 107.000 hectáreas productivas de cítricos en el país sino a otras 400.000 más que no tienen doliente, según explica el investigador Juan Humberto Guarín Molina, líder del Centro de Investigación La Selva de Agrosavia.

Resulta que el insecto convierte en hospederos a las plantas de la familia de las rutáceas, ahí están incluidas las especies de árboles que producen las variedades de naranjas, limones, mandarinas y demás cítricos que el país produce y que exporta a una veintena de países en el mundo.

Pero existen otras especies de rutáceas como la Swinglea o el Azahar de la india, cuyos nombres quizás no digan mucho pero que le resultarán completamente familiares a quien haya viajado por carretera alguna vez en este país.

Según el doctor Guarín, estas y otras especies de rutáceas han sido empleadas a destajo para montar cercas vivas. Se estima que el 60% de las vías primarias, secundarias y terciarias del país están atravesadas por estas plantas lo que le ha permitido a la Diaphorina diseminarse rápidamente y aterrizar donde pueda hacer desastres.

Las vías 4G también han hecho su aporte por la facilidad para que el material vegetal enfermo llegue en pocas horas de una región a otra. Esto dificulta cada vez más la capacidad de las barreras naturales para contener estas plagas. Por ejemplo, al llegar al Alto de Minas la enfermedad no encuentra condiciones para propagarse al estar por encima de los 2.000 metros de altura. En parte por esto y en parte por las acciones de prevención y manejo de productores, el Suroeste había sido declarado libre de HLB hace dos años. Pero lograr esa contención es cada vez más difícil a medida que las nuevas vías acortan distancias y tiempos.

Guarín señala que Santander, gran región citrícola, fue declarada en emergencia por la presencia de HLB. La bacteria ingresó a Santander por material vegetal infectado y ahora el riesgo es que viaje por las Vías del Nus para llegar rápido al Nordeste antioqueño y a su incipiente producción de cítricos y siga de largo para atravesar el Valle de Aburrá y bajar hasta el Cauca. Por eso el equipo que lidera el doctor Guarín está intensificando su estrategia para ponerle un tapón biológico y evitar que penetre el departamento.

En el Centro de Investigación La Selva, ubicada en el municipio de Rionegro, el equipo de Guarín montó una planta piloto para producir por millones la Tamarixia Radiata, una diminuta avispa que, según explica el investigador, tiene la capacidad de parasitar en los estados inmaduros de la Diaphorina citri alterando su desarrollo.

En esa planta de 2.000 metros cuadrados crearon las condiciones necesarias no solo para reproducir rutácea, hospedero del insecto vector, sino la avispa que le hace control biológico. Gracias a esto han podido liberar miles de avispas Tamarixia R. en zonas claves del país. En Antioquia liberaron 60.000 en San Roque, Vegachí, Yalí y Yolombó, donde están a merced del ingreso de material vegetal contaminado desde Santander. Otras 140.000 tamarixias liberadas desde Barbosa hasta La Estrella hacen parte de ese plan de contención biológica. En zonas de liberación los resultados muestran un control de la Diaphorina del 95%.

Manuel Escobar, un productor de cítricos del Suroeste y líder de la Asociación de Citricultores de Colombia (Citricauca), dice que confían en el proyecto que se adelanta para lograr el control biológico, pero que la confirmación del HLB en Valle de Aburrá los tiene con los pelos de punta.

“Sería catastrófico. Si supera la barrera de Minas y llega al Suroeste va a utilizar el Cauca como un corredor biológico para diseminarse y el impacto al sector citrícola del país puede ser devastador”, señala.

El productor expone que la amenaza del HLB no pudo llegar en peor momento para el Suroeste. Pues de las 7.000 hectáreas productivas que tenía la subregión, que la habían convertido en potencia de este sector en el país, por cuenta de los fenómenos climáticos y las dificultades técnicas y falta de apoyo para inversión tecnológica se han perdido 3.200 hectáreas que están retornando progresivamente a la actividad ganadera. Según Escobar, estos últimos dos años han sido durísimos, con pérdidas en productividad entre 2021 y 2022 de hasta del 40%. 20.000 toneladas de cítricos se dejaron de producir en esos años y este 2023 la producción se estima que se reducirá otras 80 toneladas.

Antioquia tiene capacidad de volumen de producción cercana a las 140.000 hectáreas de cítricos al año y se considera que tiene el mejor rendimiento del país con más de 25.000 kilos por hectárea. Se estima que las personas que de manera directa o indirecta se benefician de toda la cadena citrícola rondan las 5.000, lo que convierte al HLB no solo en una amenaza sanitaria sino económica y social de grandes proporciones.

Manuel considera que al ICA le ha faltado en los últimos años el liderazgo que tuvo antes desarrollando proyectos, investigaciones, nueva tecnología para erradicar estas amenazas. Expone que el papel del Gobierno no puede ser dejar al productor solo y aparecer con la “motosierra sanitaria” una vez no haya marcha atrás y solo queda erradicar.

Sentencia que si no se destinan recursos y capacidad técnica para encontrar soluciones contra esta temible enfermedad el proyecto del país de convertirse en potencia exportadora de cítricos va a quedar tan yermo como las plantas arrasadas por el HLB.

 

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