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Que usted pudiera comer buñuelo en Navidad fue toda una proeza

La Buñuelería Especial, con casi medio siglo de historia, es una de las más tradicionales de la comuna de Belén. FOTO EDWIN BUSTAMANTE.
CRISTIAN ÁLVAREZ BALBÍN

Los precios de los insumos se dispararon este año, lo que puso en jaque a los buñueleros locales. Sin embargo, se las ingeniaron para mantener viva esta tradición.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Universidad Antonio Nariño -

Pocas cosas son tan significativas de la Navidad en Antioquia como el buñuelo, esa masa crocante de harina de maíz y queso para la que cada familia tiene una receta generacional y que con su aroma y sabor se convierte en un infaltable en el cierre del año. Sin embargo, pocos saben las dificultades que tuvieron que capotear los vendedores de buñuelos para mantener vivo este tradicional alimento en los últimos dos años.

Carlos García es administrador de la sede principal de Calienticos y Deliciosos, la buñuelería que en cinco años de historia se ha convertido en un referente del barrio Trinidad y de la ciudad, con sus seis locales donde se venden buñuelos rellenos, que con el contraste entre lo dulce y lo salado han logrado cautivar a propios y extraños.

García admitió que tras los duros momentos vividos durante la pandemia, la inusitada alza de los precios de los insumos desde abril pasado se convirtió en un nuevo reto a superar.

“Desde el paro en abril los productos subieron y no bajaron, al contrario, siguieron aumentando hasta valer entre 80% y 100% más de lo habitual. Casualmente lo que subió es lo que más usamos en las panaderías, o sea el azúcar, la harina y el aceite”, agregó.

Lo mismo opina don Alberto Granada, de 71 años, propietario y administrador de la reconocida Buñuelería Especial, que ajusta medio siglo ubicada en Belén Granada, sobre la calle 30, y en la que cualquier parroquiano puede acercarse desde las 4 a.m., no solo a comprar los buñuelos, sino a ver cómo es el movimiento en los días de mayor producción, como un 24 de diciembre, cuando se hacen 1.500 buñuelos cada 10 minutos.

Don Alberto señala que si bien la pandemia la pudieron superar relativamente bien, gracias a los domicilios, desde mediados de este año ha sentido la afectación que generó el precio de los insumos.

“Opté por sacrificar las utilidades, o sea, que pasé el año raspado. Por lo menos atendimos las obligaciones con el personal y en vez de despedir gente, antes conseguí más para atender la clientela súper bien como siempre se ha hecho”, agrega.

Según él, cada pimpina de aceite valía antes $78.000 y este año subió a $150.000. El queso, traído desde El Banco, Magdalena, se conseguía en $10.000 el kilo, pero este diciembre rondó $20.000. “O sea, a 20 millones la tonelada, y este mes me gasté entre 10 y 11 toneladas. Haga cuentas”, explica.

Al igual que García y Granada, Guillermo Duque, dueño desde hace 22 años de El Buñuelo Santuariano, ubicado a dos cuadras de la estación Buenos Aires del tranvía, también se declaró afectado por el aumento exagerado de precios.

Duque señala que sus proveedores le dan como excusas del incremento sostenido, la escasez de insumos por la pandemia, el paro nacional o que la mercancía importada está escasa porque está represada en los puertos. “Y ahora van a decir que como el mínimo llegó a un millón, tienen que subir los precios”, agregó.

Sin embargo, Duque, García y Granada han tratado de mantener valores similares a los de todo el año, lo que se ha visto reflejado en la asistencia del público a sus locales.

“Aunque nos tocó hacer ajustes, fueron alzas de entre $200 y $500. Afortunadamente en diciembre las ventas han sido buenas, sobre todo entre el 7 y el 24. Tenemos días de vender 2.000 a 3.000 buñuelos en un día, mientras que en otras fechas del año vendemos 1.000”, añade García.

Para Granada, sus clientes lo han felicitado por mantener el precio sin bajar la calidad. “Imagínese que el 24 tuvimos filas desde las 6 a.m. hasta las 9 p.m. Hubo buñuelo caliente para todo el mundo”, dice.

Duque cuenta que pese al aumento de los precios, que no se ponga en vilo la existencia de la tradición de comer buñuelos refleja que el antioqueño siempre va a comprar ese producto y por ello, él y su familia mantendrán el compromiso con su clientela de mantenerla bien surtida.

“Acá viene gente de todo lado a buscar los buñuelos. Por eso, esto no se puede dejar, esta es una tradición ancestral. Aunque mis hijos ya son profesionales, dominan la técnica y quieren seguir con el negocio”, agrega. Por ahora las buñuelerías se preparan para hoy, último de los días “críticos” en la temporada decembrina y en el que esperan asistencia masiva.

Bien lo dice el periodista gastronómico Lorenzo Villegas: “El gusto, casi vicio, por esa piel morena tibia y su centro tierno y esponjoso, hará que escarbemos en nuestros bolsillos hasta encontrar las monedas necesarias”.

Por eso los buñueleros se han mostrado optimistas de que mejores tiempos vengan, pues si algo les ha enseñado su oficio es que al igual que la vida, nada da más vueltas que un buen buñuelo mientras se frita en el aceite hirviendo

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