La lora frentiamarilla tenía una condición de salud crítica debido al encierro prolongado y el manejo inadecuado.
Una lora frentiamarilla (Amazona ochrocephala) fue rescatada tras pasar 32 años como mascota, en condiciones completamente alejadas de su entorno natural.
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El ave ingresó al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) de fauna silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, presentando graves complicaciones de salud asociadas al prolongado cautiverio.
El ave presentaba un crecimiento en su pico, completamente deformado y desproporcionado para su especie, por la falta de superficies naturales como ramas o cortezas de árboles que son fundamentales para el desgaste natural de su pico. También tenía un sobrecrecimiento en sus uñas que le generó un apoyo inadecuado y derivó una inflamación crónica, muy dolorosa en sus patas.
Asimismo, la alimentación inadecuada durante su cautiverio, sumada a la imposibilidad de realizar comportamientos propios de su especie, desencadenaron un deterioro progresivo. Sus patas tenían abscesos, tenía plumaje grasoso, zonas sin plumas y escamas en la piel.
Desde 2024 hasta la fecha, el CAVR ha recibido 748 loros, siendo la frentiamarilla la especie más afectada con 385 ejemplares ingresados, seguida por la lora barbiamarilla y la cabeciazul. Más de la mitad de estos ingresos han sido por tráfico ilegal o entregas voluntarias.
Por su parte, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá hace un llamado a los ciudadanos a respetar la vida silvestre y denunciar su tenencia ilegal. Los loros no son mascotas, son aves que necesitan volar, alimentarse de frutos y semillas propias de su hábitat, además de comunicarse con otras aves y cumplir sus roles ecológicos.