Tras la promesa de lujos, mujeres viven experiencias degradantes en eventos que se ocultan detrás del glamour en redes.
Una tendencia polémica ha generado alarma a nivel internacional por los detalles escabrosos que comienzan a conocerse. Se trata de las llamadas ‘Porta Potty Parties’ , encuentros en los que multimillonarios, especialmente en Dubái, contratan a mujeres jóvenes para someterlas a humillaciones extremas bajo el manto del lujo y contratos aparentemente inquebrantables.
Este fenómeno, aunque no es nuevo, ha tomado fuerza en redes sociales y foros digitales, donde se denuncian actos degradantes que ocurren en estos eventos. El término ‘Porta Potty’ —que literalmente significa “baño portátil” en inglés— alude al rol al que son algunas de las participantes: son utilizados como objetos sin ningún tipo de dignidad humana. Según diversos testimonios, las mujeres involucradas son forzadas a soportar actos de abuso que incluyen prácticas sexuales extremas y fetichismos que involucran orina y heces.
El pasado jueves 3 de abril, el programa español TardeAR abordó el tema con una invitada que ofreció una visión cercana de lo que ocurre en estos encuentros. Se trata de Alexandra, una colombiana que trabaja como coach de mujeres que han sido contactadas para participar en estas fiestas, aunque ella misma no se ha visto involucrada directamente. Lea: Rumba termina con más de 10 muertos tras desplome del techo de una discoteca
“Todas las mujeres desean encontrar a un hombre que las impulso hacia arriba, y mi trabajo es ayudarlas a dar con ese hombre ideal que tanto anhelan. Hay muchas chicas interesadas, aunque todas comparten ciertos patrones físicos similares. Muchas se comunican conmigo justo cuando están a punto de asistir a estas fiestas”, explicó durante una videollamada con los presentadores Frank Blanco y Verónica Dulanto.
Alexandra reveló que muchos jóvenes llegan a ella motivadas por la imagen de una vida de lujos: viajes en jets privados, autos de alta gama y accesorios de diseñador. Sin embargo, detrás de esa fachada, se esconde una realidad cruda. “Las obligan a realizar actividades que superan ampliamente los límites de la moral, cosas que no puedo describir aquí. Los jeques frecuentan estas páginas de internet y las chicas creen que todo será sencillo, dejándose llevar por lo que ven en las redes sociales: bolsos de lujo, coches deportivos… pero detrás de todo eso, deben someterse a ser tratados como baños portátiles”, afirmó.
Contratos, abusos y silencio: un sistema sin salida
Lo más inquietante, según su relato, es que estas mujeres no tienen opción de negarse. Antes de viajar, firman contratos que las obligan a cumplir con las exigencias impuestas por sus anfitriones. “Tienen que cumplir porque han aceptado un acuerdo. Hay un compromiso firmado, y deben obedecer porque ya están en Dubái. Los magnates tienen sus propias reglas”, recalcó Alexandra.
A pesar de la gravedad de los testimonios, este fenómeno no se limita a Emiratos Árabes Unidos. “Hay muchas chicas españolas involucradas; esto sucede a nivel mundial. No se puede afirmar que participen únicamente latinas”, añadió la entrenadora.
Más allá de la denuncia, activistas y organizaciones han comenzado a anunciar sobre los peligros de idealizar las aparentes vidas perfectas que algunos modelos e influencers muestran en plataformas digitales. Según Radha Stirling, directora de la organización Detenidos en Dubái , esta es una de las raíces del problema: “Detrás de la imagen meticulosamente construida de la ciudad, se oculta una realidad donde las víctimas, especialmente las mujeres, quedan sin protección ni acceso a la justicia”.
Stirling también señaló al Daily Star que incluso si estas mujeres son víctimas de abusos durante su estadía, no tienen posibilidades reales de denunciar los hechos debido a la falta de garantías legales para extranjeros que se enfrentan a estas situaciones.
La comparación con fiestas sexuales consensuadas en otras partes del mundo resulta inevitable, aunque los expertos aclaran que, en este caso, no se trata de libertinaje ni prácticas dentro de entornos seguros, sino de explotación humana encubierta tras contratos opacos, dinero y promesas irreales.