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La agonía de las comunidades indígenas por desvío del Arroyo Bruno

La reciente decisión de la mesa interinstitucional mantiene el desvío del arroyo. Este es el primer informe que realizó Caracol Radio en La Guajira.

TOMADA DE:https://caracol.com.co/emisora

Caracol Radio | Noticias, deportes y opinión en Colombia

Las comunidades indígenas en La Guajira están muy preocupadas por un reciente informe de la mesa interinstitucional que se creó para el proyecto del desvío del Arroyo Bruno. Lo que ahí se dice es que se da luz verde a mantener el desvío de un arroyo que pretende el Cerrejón con el propósito de aumentar la producción de carbón de 35 a 41 millones de toneladas anuales.

El Arroyo Bruno fue desviado a menos de 4 kilómetros por El Cerrejón en 2016. Este es uno de los afluentes más grandes del río Ranchería, que abastece de agua a 34 comunidades Wayúu y otras comunidades afro descendientes, varias de ellas asentadas en la cabecera municipal de Albania, municipio de La Guajira y a pocos metros de este arroyo.

En 2017, la Corte Constitucional había ordenado frenar este proyecto y además devolver el arroyo a su cauce natural.

«Cuando escuchamos sobre la modificación del Arroyo Bruno, nosotros nos opusimos desde su inicio y nos dijeron por qué oponernos a un desarrollo. No se nos consultó. Es tanto así, que la empresa desde entonces ha querido sacarnos de aquí de alguna forma. La empresa en su momento decía que el Arroyo Bruno era totalmente seco, no tiene agua solo en épocas de lluvia y que no había personas asentadas a su orilla y que no se beneficiaba de ello, cosa que fue una vil mentira”, dijo Leobardo Sierra, autoridad tradicional de la comunidad indígena El Rocío, que se encuentra a las afueras del municipio de Albania, mientras hablábamos con él, podíamos ver a algunos pequeños peces en este arroyo y uno que otro niño bañándose en estas aguas.

En la comunidad El Rocío habitan cerca de 20 familias en casas divididas por varios metros. Tienen un salón de clases que fue donado por una ONG internacional, son felices en su tierra, aunque hayan sido desplazados tres veces por la violencia, y temen que por el desvío del Arroyo Bruno sean nuevamente desplazados.

“Yo quiero que el pueblo colombiano mire hacia acá, que nosotros estamos dispuestos a dar la vida para que nos liberen al Arroyo Bruno y no que nos liberen este espacio, sino allá donde hicieron el desvío; porque si allá logran sacar el carbón, el Bruno se seca todo, porque lo que pasa allá aguas abajo, acá aguas arriba se va a sentir”, dijo.

Para este proyecto el Cerrejón ha socializado con 7 mil personas de las comunidades determinadas por el Ministerio del Interior, y El Rocío es una de ellas. En la página del Cerrejón se dice que la consulta con esta comunidad sigue “en curso”.

En junio de 2020, en plena pandemia, la Contraloría indicó que detectó 14 hallazgos administrativos de los cuales 7 tienen una posible connotación disciplinaria en una auditoría que hizo a los cumplimientos de las órdenes de la Corte Constitucional en la sentencia SU-698 de 2017 que frenó el desvío del Arroyo Bruno.

Uno de los resultados de la auditoria fue “la ausencia de un plan de trabajo que se constituya en la hoja de ruta para los actores que hacen parte de la Mesa Interinstitucional de Trabajo”, y es que la Corte, en dicha sentencia, había ordenado conformar una mesa interinstitucional para que realizara un estudio técnico completo. Esta misma mesa es la que el jueves pasado determinó que se debía mantener el desvío del Arroyo Bruno, ese fue el informe que entregó.

Gloria Esther, de 42 años, dice que hasta las costumbres de las mujeres, cuidadoras de sus territorios y sus comunidades, se han afectado por lo que está pasando con el Arroyo Bruno.

Otro de los problemas es que el salón de clases que fue entregado a la comunidad El Rocío por una ONG internacional en 2020 ya tiene algunas afectaciones estructurales, debido al temblor que producen las voladuras en la mina para extraer el carbón. Explosiones que, según dicen, se hacen al mediodía, cuando todavía hay niños en el salón de clases. Los más pequeños también se han acostumbrado a ese fuerte sonido.

“En el salón hay tres rajas y eso es a raíz de las voladuras. Aquí cerca hacen todos los mediodías unas voladuras que se siente un estropicio demasiado fuerte y eso ha venido rajando las paredes del salón. Eso es cuando la empresa Cerrejón pone unas dinamitas para poder sacar el carbón”, dijo Carolina Sierra, de 39 años, es profesora en este salón y tiene 32 estudiantes, entre cinco y doce años.

El equipo de Caracol Radio visitó otras comunidades indígenas en Albania. Por su parte, desde la oficina de comunicaciones de El Cerrejón indicaron que aún no han sido notificados de la decisión de la Mesa Interinstitucional que mantiene el desvío del Arroyo Bruno.

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