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La 70 añora la rumba, pero atrae con gastronomía

POR GUSTAVO OSPINA ZAPATA

La esperanza y la desilusión, se podría decir, son los dos sentimientos o sensaciones que mejor expresan lo que se vive hoy en la carrera 70, en el corredor entre la calle 47 y la circular primera de Laureles, o para mejores señas, entre la estación Estadio del metro y la UPB.

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Visionarios | El Colombiano

Tras cinco meses y 20 días de cuarentena, en los que los dueños de más de 50 establecimientos de comercio y rumba y más de 20 hoteles del sector prácticamente no recibieron un peso, Adrián Pinzón, administrador de La Tienda, una discoteca y restaurante cuya decoración interior simula un pueblo antioqueño, prefiere el optimismo: “La reapertura aún no se ha reflejado, porque nuestros visitantes son turistas y personas de los hoteles, y estos todavía están vacíos, igual que los estudiantes de la universidad y el personal de oficinas, que ya están trabajando en casa, pero apenas empezamos y este fin de semana podremos medir mejor el termómetro a ver cómo será la cosa”, afirma.

Su local, que habitualmente funciona 80 % rumba y 20 % gastronomía, espera invertir la ecuación. Mejor dicho, hasta que no se pueda vender licor, que el 100% sea comida: “la idea es que la gente salga y venga a escuchar música, conversar, comer, relajarse y evocar lo que es ir a un pueblo”, dice Pinzón.

La 70 es uno de los sectores comercial y de rumba más concurridos de Medellín. Además de ser un corredor que combina lo vehicular con amplios espacios peatonales, zonas arborizadas y hasta pequeños parques en mitad de las cuadras, es una zona intermedia entre las distintas comunas de Medellín, a menos de cinco minutos del Centro.

Y dos fenómenos le dan vida: el fútbol (por conectar con el estadio) y la Feria de las Flores, pero especialmente el primero. Lo tiene clarito Francisco Metaute, un vendedor ambulante de 58 años que lleva metido allí más de 40: “El local más famoso acá era Chócolos (hoy La Tienda) y después Mondongos; hay hoteles muy viejos, esta es la mejor zona de Medellín, pero da tristeza todos los negocios que cerraron, esto lo movía el fútbol, pero el tal virus acabó hasta con eso”, dice y cuenta que ha sobrevivido de mercados que le dan los comerciantes que lo conocen de tanto tiempo.

La música no para
Es viernes a las 4:00 de la tarde y mientras un poco más de la mitad de los locales del sector están abiertos, el resto se ve cerrado, triste. Aún así, la música no para, las notas siguen sonando: “Soñé con llevarte al altar/ que fueras mi esposa, mi amada/ mi dulce gacela adorada/que hiciste con mi pobre alma”, dice un vallenato que suena en una licorera en donde quien compra debe irse a consumir el licor a otra parte.

Las notas se extienden hasta la discoteca Años 60, una de las más populares y concurridas pero hoy cerrada y que, recostados a sus puertas, solo se ven habitantes de calle agotados, vencidos por el sueño y la resignación de lo muy poco que hay por escarbar en las canastillas de basura instaladas a lo largo del corredor, pues los comensales siguen escaseando y no hay sobras de comida en los recipientes.

Si Años 60 abrirá de nuevo o no es una incertidumbre. El que sí espera resistir hasta noviembre, cuando autoricen la reapertura de las discotecas, es Carlos Mario Taborda, administrador de Son de la 70, una disco para los amantes de la salsa y cuyos dueños se resisten a dejar morir. Claro que antes trabajaban 12 personas y ahora solo hay tres. Se turnan para ir a hacerle mantenimiento esperando mejores tiempos.

“No nos queremos reinventar, porque vimos muchos que montaron legumbrerías y cosas así y tampoco pudieron”, afirma. Las perspectivas las ve muy duras por todo lo que falta para reabrir, “pero la 70 es vida, es mi segundo hogar y téngalo por seguro que no se va a morir”, sostiene parado en la puerta de su local que al fondo se ve oscuro, con las sillas sobre las mesas y sin música sonando.

En contraste, la mejor imagen de esta zona encantadora la da el restaurante La Margarita, ubicado en la esquina de la calle 45EE, donde el viernes al mediodía todas las mesas habilitadas para servir estaban ocupadas con comensales. ¿El secreto? Dice Elizabeth Londoño, una de las administradoras con más de 30 años laborando en el lugar, es la sazón y algunos secretos.

“Llevamos 50 años de tradición, es un lugar familiar, vendemos comida paisa y nuestra entrada son unas arepas rellenas de queso a las que se les echa hogao y que ponen a los clientes a chuparse los dedos”, comenta Elizabeth, una mujer cuyo hablar dulce se mezcla con el canto de decenas de pájaros que vuelan entre las ramas de los árboles de un parque que le sirve de marco a su restaurante.

Como en los demás locales del sector, las medidas de bioseguridad las está aplicando estrictamente: tapete de alcohol, toma de temperatura, gel antibacterial para lavado de manos y entrega de bolsas plásticas en las mesas para que los comensales guarden los tapabocas.

“Acá tenemos cupo para 120 personas, pero solo estamos atendiendo 46, el aforo bajó porque hay que conservar la distancia entre las mesas”, dice Elizabeth y añade que ninguno de los empleados fue despedido. Este lugar espera ser el ejemplo de que la reactivación es posible sin que implique más contagios por covid-19.

Sostener negocios cerrados en la 70 es más complejo de lo que parece. Tanto es así, que hace más de 3 meses -el 22 de mayo- los comerciantes sacaron trapo rojo buscando ayuda en rebajas de los arriendos, pues algunos locales pagan cánones de hasta 7 millones de pesos, según dicen.

En esas condiciones, es difícil explicar cómo tantos negocios salieron a flote. Un ejemplo es el hotel Villa Real, cuyo administrador, Luis Fabra, cuenta desde el inicio de la cuarentena (16 de marzo) hasta esta semana solo tuvo dos clientes: “un chileno y un español que no pudieron viajar cuando cerraron los viajes internacionales y tuvieron que quedarse acá, ambos se fueron esta semana”.

Allí, la situación los obligó a no renovarles contrato a 10 de las 18 personas que trabajaban antes de la pandemia. Hasta el viernes, todavía no se notaba la reactivación, pues de 114 habitaciones solo había cinco ocupadas. Las esperanzas están cifradas en el regreso del fútbol y la temporada decembrina.

“Se perdió la Feria de las Flores, en la que siempre tenemos ocupación al 100 por ciento, estamos positivos pero hay que esperar, todavía la gente tiene mucho miedo de salir a contagiarse”, afirma.

Sus palabras reflejan el sentir de la mayoría de comerciantes de este corredor ameno para caminar, tranquilo, seguro y con multiplicidad de espacios y locales para disfrutar con amigos, en familia o solos, en suma ideal para relajarse luego de casi seis meses de encierro obligatorio.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
INFORME
EL BALANCE DE LA CIUDAD HASTA EL VIERNES
· En un balance presentado en esta primera semana de reapertura económica -hasta el viernes-, la alcaldía de Medellín informó que en la ciudad se reactivaron 62.000 empleos.

· Según Fenalco, 75 % de los comerciantes tiene expectativas favorables y 17 % cree que todo seguirá igual.

· La Secretaría de Salud informó a lo largo de la semana realizó 1.746 visitas de inspección, vigilancia y control sanitario a locales.

· El informe señala que se reabrieron 6.000 restaurantes y 170 gimnasios.

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