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En Monte Azul, en Sabaneta, hallan evidencias de antiguo poblado indígena

GUSTAVO OSPINA ZAPATA

Un grupo investigador de la Universidad Nacional sede Medellín reportó el hallazgo de un nuevo sitio arqueológico en jurisdicción de Sabaneta conocido como Monte Azul, con evidencia de manipulación de suelos para cultivos.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Perfil - Juan Carlos Higuita - Violin

El hallazgo se estableció por medio de pruebas de carbono 14 y una combinación de técnicas de micromorfología, física y química de suelos, informó la universidad en su periódico digital Unimedios Agencia de Noticias UN.

La publicación señala que “existe evidencia arqueológica de una vivienda y de manipulación de las condiciones naturales del suelo, que no era muy apto para la agricultura. Ellos (quienes habitaban ahí) mezclaron materia orgánica con otros elementos para mejorar las condiciones de los suelos, y en las laderas más cercanas hicieron una especie de cultivos escalonados que seguramente sostenían la vivienda”, reveló el antropólogo Andrés Godoy, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) sede Medellín y uno de los responsables del proyecto.

Según consideran los investigadores, la importancia de este hallazgo estriba también en que “aunque en el Valle de Aburrá hay evidencia de más de 10.000 años de plantas no domesticadas, hasta ahora no se habían encontrado pruebas de suelos manipulados por humanos para cultivo”, subraya.

Aunque hallaron elementos arqueológicos como piezas cerámicas y herramientas en piedra, los investigadores le dieron prioridad al análisis del suelo, pues es la zona más intervenida por la actividad humana.

La publicación revela que para entender lo que pasó en el suelo los investigadores hicieron análisis fisicoquímicos y una reconstrucción paleoambiental del momento de la ocupación, con evidencia paleobotánica.

Con esos insumos pudieron identificar fitolitos (restos biomineralizados de origen vegetal) similares a los del maíz y otras plantas de su género.

El antropólogo Godoy señalo que “no podemos identificar exactamente qué cultivaban, pero los fitolitos que encontramos también están en plantas de consumo humano como maíz, ají y papa”.

En el suelo también encontraron evidencia química de la actividad humana, como grasas asociadas con la cocción, fosfatos que indican presencia de materia orgánica en descomposición, heces fecales de animales y humanos, e incluso carbohidratos que indican un manejo de plantas ricas en azúcares, que corresponden a los alimentos más consumidos durante la época prehispánica.

Según el profesor Juan Carlos Loaiza Úsuga, del Departamento de Geociencias de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, esos acercamientos a la química del suelo son el principal aporte de esta investigación, pues la mayor parte de la actividad arqueológica se concentra en la recolección de artefactos y restos cerámicos.

“Más del 90 % de la información de registro arqueológico está en el suelo y en sedimentos asociados con estos artefactos. Gracias a ese estudio de suelos y a las evidencias ambientales pudimos ir más allá en la interpretación de las condiciones de vida en el sitio”, comentó el docente.

Por las evidencias halladas, los investigadores infieren que Monte Azul fue habitado por 2 o 3 generaciones, probablemente de 1 o 2 familias, durante un siglo.

La publicación recuerda que, según otras investigaciones, en esa época el Valle de Aburrá tenía poblados dispersos, sin centralidad ni jerarquías, en los que los mismos pobladores se ocupaban de su alimentación y realizaban actividades complementarias como alfarería, explotación de ojos de sal y orfebrería.

En el sitio se encontraron hallaron también instrumentos e insumos que incluyen cuencos, vasijas, platos y figuras de uso ritual; así mismo, fragmentos con impresión de cestería, un volante de huso (una especie de peso para el hilado de algodón y fibras textiles), un fogón con fragmentos cerámicos en las paredes (probablemente con la intención de hacerlo refractario y conservar el calor), metates, manos de moler, navajas y cuchillos en piedra.

Esos elementos siguen en custodia de los investigadores y de la Corporación SIPAH (entidad sin ánimo de lucro dedicada a la investigación, gestión y promoción de los valores socioculturales y del entorno natural), que ya adelanta gestiones para saber si los pueden entregar a la Casa de la Cultura local o si existe la posibilidad de crear un museo arqueológico en la zona.

 

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