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El morro de Moravia se termina de poblar sin control alguno

En lo que era el jardín se han construido casas de madera y techos de lata. Se perdió el jardín que era un emblema de ciudad.

POR MIGUEL OSORIO MONTOYA Y JULIO CÉSAR HERRERA

Ninguna alerta en los últimos seis meses pudo frenar la invasión del cerro. Hasta casas de material se levantan.

1.500.000 toneladas de residuos sólidos quedaron sepultadas en el morro.

35.000 metros cuadrados tenía el jardín de Moravia, hoy invadido.

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Al final, la pelea la ganó el cemento. A plena luz del día, ante la mirada de todos, camiones y motocargueros se estacionan a la orilla de la vía. Entonces aparecen unos hombres que, desde la acera, ayudan a descargar bultos de cemento, varillas de hierro y madera. A nadie parece desconcertar la presencia de esos advenedizos; nadie cuestiona que estén llevando materiales a un sitio en el que es ilegal construir. El morro de Moravia está otra vez ocupado por casas que, levantadas a la fuerza, le arrebataron el verde al jardín. ¿Y las autoridades? ¿Quién detiene semejante locura? Las preguntas, parece, se quedan en el aire.

El morro de Moravia se convirtió, desde 2013, en símbolo de transformación. Ese año se concluyó la reubicación de más de 1.700 familias que poblaban el lugar, en donde funcionó entre 1977 y 1984 el botadero de basuras de la ciudad. Los pobladores se habían asentado, durante décadas, sobre más de 1.500.000 toneladas de residuos sólidos que quedaron sepultadas. Con la reubicación se abrió un nuevo camino: el morro se convirtió en un jardín donde, como diría el poeta, el verde era de todos los colores.

Moravia se volvió ejemplo de mostrar en el exterior. Urbanistas y arquitectos halagaron la transformación del espacio. Pero el año pasado, en plena pandemia, estalló una crisis. Los vecinos dicen que era de esperarse, que se trataba de una bomba de tiempo. Pero la ciudad quedó anonadada al ver cómo ese jardín se iba llenando de casas de madera y plástico. Y ahora, más recientemente, se levantaron casas de adobes y cemento. El verde ahora contrasta con el gris de los techos de zinc.

Un pasón por el morro

Basta con llegar a las estribaciones del morro para dimensionar el problema. Luego de bajar los bultos de cemento, unos hombres los suben por los senderos que circundan el lugar. Una casa de madera y plástico, que parece levantada en el último año, tiene un mensaje escrito sobre su fachada: “No al desalojo”.

Más adelante, carteles instalados por la Alcaldía recuerdan la historia de Moravia, desde que era basurero municipal hasta que se convirtió en jardín. Pero de la foto que se exhibe queda poco. Cada vez se levantan más viviendas en lo que otrora fue el jardín. En ambos costados hay hombres construyendo casas, acomodando adobes, cortando madera. Lo curioso es que, pese a que construir en el lugar no está permitido, no hay quien detenga las construcciones.

Muchos de los nuevos vecinos son recién llegados a la ciudad que, acorralados por crisis económicas y sociales, se vieron empujados a levantar sus casas en el morro. Aunque los vecinos y líderes del sector lo niegan, las autoridades señalan que grupos ilegales están loteando el morro, vendiendo pequeñas parcelas a esas familias que llegan empujadas por la necesidad.

La nueva población del morro ya se siente. Por los andenes corren niños y picotean algunas gallinas; la basura se acumula a los costados de los caminos. Cuando se pregunta, por ejemplo, cuál es la salida hacia el metro, se da una respuesta diciente: “Por donde están construyendo una casa, por ahí a la derecha”.

La dependencia encargada del problema es Gestión y Control Territorial, en cabeza de Carlos Mario Montoya, quien en ocasiones pasadas le ha dicho a este medio que en el sector se hacen controles periódicos.

La Secretaría de Seguridad también tiene velas en el asunto, en especial en lo que tiene que ver con el supuesto loteo y el control por parte de ilegales. José Gerardo Acevedo, jefe de ese despacho, ha dicho explícitamente que “combos” estarían detrás del loteo.

De nuevo consultamos a la Alcaldía, con dos requerimientos ayer, para conocer qué controles u operativos se están realizando en el cerro pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.

“Se veía venir”

El nuevo poblamiento de Moravia no se detiene pese a que el año pasado se intentó un desalojo. El pasado 3 de noviembre, el secretario de Gobierno, Esteban Restrepo, anunció un plan para desalojar más de 100 casas. El plan tardaría ocho días en ejecutarse, según se planeó, y terminaría con la destrucción de las viviendas.

El proceso, como era de esperarse, fue resistido. Ese mismo 3 de noviembre, la comunidad, en cabeza de la líder Vanesa Álvarez, radicó una tutela contra el desalojo. El Juzgado Octavo Civil Municipal de Ejecución de Medellín admitió la acción y, como medida provisional, suspendió el procedimiento.

El pasado 26 de enero, el mismo juzgado falló a favor de la comunidad y le encargó a la Alcaldía de Medellín hacer un censo de los pobladores del morro, incluyendo a niños y menores de edad. Además de la caracterización, el juzgado pidió que los desalojados sean incluidos en programas de vivienda de la Alcaldía de Medellín.

La administración impugnó la decisión. Mientras se toma una decisión de fondo, lo que más preocupa es que el morro se sigue poblando. Hacer un censo y un nuevo desalojo va a ser más complejo con más gente asentada en el terreno.

Para Vanesa Álvarez, líder de Moravia-El Morro, lo que está pasando es lógico. Resulta que, cuando se terminó la reubicación en 2013, en el lugar quedaron censadas 150 familias. Para darles una solución se planteó el proyecto Mirador de Moravia, consignado en la Resolución 176 de 2015. Pero, pasados siete años, esa idea no ha llegado a buen puerto y las familias siguen esperando.

La ejecución del Mirador de Moravia se le asignó al Instituto de Vivienda y Hábitat de Medellín, que en este tiempo ha presentado escasos avances. “Entonces, lo que pasó es que esas familias censadas ya se crecieron. Ahora tienen hijos y estos no saben dónde vivir. Entonces, ¿qué opción les queda, sino levantar un rancho en el morro?”, comentó la líder.

Esa situación la ejemplifica Darío Céspedes, que lleva 31 años viviendo en Moravia: “Cuando comenzó el proyecto, en 2004, mis hijas estaban pequeñas. Ahora tienen más de 20 años y tienen hijos. Como no se ha resuelto el proyecto de Mirador de Moravia, construyeron ranchos en el morro”.

La tesis de los líderes es que las nuevas casas las están construyendo “los hijos de Moravia”, es decir, la descendencia de los que permanecieron en el barrio esperando el proyecto de vivienda. Sin embargo, basta dar un pasón para ver que también han llegado desplazados del Chocó, de Bolívar y de otros departamentos que, empujados por la necesidad, se dieron a la tarea de levantar sus viviendas.

Para Álvarez, lo que está sucediendo se veía venir desde administraciones anteriores: “Nunca hubo un acompañamiento estatal adecuado. No es solo esta administración. Todas nos han quedado mal con el proyecto de vivienda y el acompañamiento ha sido nulo”.

Ahora bien, ¿cómo puede explicarse que el repoblamiento, que comenzó en abril del año pasado, haya estallado de un momento a otro? Para la líder, así como para su vecino Darío, tuvo que ver con una decepción con esta administración: “La gente se dio cuenta de que esta alcaldía no iba a sacar adelante el Mirador de Moravia. Entonces, sin más por esperar, se dio a la tarea de construir”.

Otra explicación posible es la pauperización de la población con la pandemia. Según el Dane, la pobreza monetaria pasó de 24,4% en 2019 a 32,9% en 2020, el inicio de la emergencia sanitaria. La tasa de desempleo creció 8,9% ese año. Esa pobreza pudo incidir en el nuevo poblamiento del morro.

Sea como fuere, lo cierto es que la zona se sigue poblando. No se ve control efectivo de las autoridades y el problema se hace más complejo. Tal vez, cuando la ciudad espabile, el jardín se haya perdido del todo

ONTEXTO DE LA NOTICIA
LA MICROHISTORIA
LA MEDELLÍN DE MOSTRAR NACIÓ EN MORAVIA

¿Cuáles son las probabilidades de que un basurero y además botadero de cuerpos se convirtiera en referente de transformación urbana aplaudido en el exterior? La respuesta puede ser uno en un millón y ese caso es Moravia. En 1977 se oficializó el morro como relleno municipal. Siete años después, la montaña de basura llegó a 30 metros de altura. En 1984, cuando ya vivían 15.000 habitantes, el botadero fue clausurado. Pasaron 15 años para que la zona fuera declarada bajo calamidad pública por la inestabilidad del suelo y la continua emanación de gases tóxicos y lixiviados. En 2004 se concibió un plan de mejoramiento integral y la primera acción fue la reubicación de 800 familias en Nuevo Occidente. Para mitigar los efectos tóxicos de la basura enterrada, la Alcaldía sembró el jardín más grande de la ciudad, con 50.000 plantes de 46 especies, 327 guayacanes, cojones de fraile, chochos y vara santas. Poco queda ya.

Infográfico

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