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Caudal de las quebradas del Valle de Aburrá disminuyó hasta 10% y eso que todavía no ha llegado el Fenómeno del Niño

Foto: Julio Herrera
Juan Felipe Zuleta Valencia

Altas temperaturas, pocas lluvias e incendios forestales afectan los afluentes del área metropolitana. Los acueductos comunitarios son los primeros en riesgo.

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Las altas temperaturas, las escasas lluvias y los incendios que han azotado al Valle de Aburrá ya empiezan a hacerse visibles en la disminución de los caudales de ríos y quebradas.

Según Daniel Ruiz, coordinador del Siata, la mayoría de las quebradas del Valle de Aburrá sufren disminuciones del 7% en sus caudales. Pero hay reportes de comunidades que indican que en algunas sería hasta del 10%. Señaló Ruiz que esto se debe a la combinación de factores como las altas temperaturas de los últimos dos meses, la disminución de las precipitaciones y los incendios.

Esos 151 incendios de cobertura vegetal que ha sufrido el Valle de Aburrá en lo que va de 2023 –de los cuales el 95% fueron intencionales según el Área Metropolitana– han alterado el frágil proceso de regulación de la oferta hídrica de las cuencas abastecedoras, explicó Ruiz. La cobertura vegetal es uno de los factores indispensables para que las cuencas tengan capacidad de recargar y retener agua, pero perder el equivalente a 120 canchas de fútbol en cobertura vegetal en las últimas semanas ha trastornado este proceso.

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Generalmente la ciudadanía en el área metropolitana no asocia la disminución de caudal de las quebradas del Aburrá con escasez y desabastecimiento de agua. Sin embargo, el investigador en Hidrología y Gestión Ambiental, Juan Camilo Murillo, señala que la población subestima la importancia de las cuencas internas para el abastecimiento.

Según explica, más del 90% del agua que surte el sistema de EPM se nutre de cuencas externas, de los embalses de La Fe en el Oriente y Riogrande en el Norte de Antioquia, que surten los grandes subsistemas de Ayurá y Manantiales.

Pero sumando el total de los sistemas de suministro del Valle de Aburrá, incluyendo no solo al sistema de EPM, sino acueductos comunitarios, veredales que hacen captación directa, así como las aguas subterráneas, la dependencia al agua que producen las cuencas del propio Valle de Aburrá asciende al 30%.

Incluso el 8% del agua que pasa por las plantas de tratamiento de EPM pertenecen a quebradas que nacen en el área metropolitana.

Son más de 20 grandes quebradas las que tienen influencia en el abastecimiento de los habitantes del Aburrá y todas ellas presentan alteración en sus caudales.

Algunas de las quebradas con el caudal alterado son la Santa Elena y la Piedras Blancas. Y no es casualidad que así sea, pues en toda la franja oriental de la ciudad se han producido los peores incendios en los últimos meses, afectando todo el corredor biológico entre la zona urbana de Medellín, Santa Elena y el altiplano del Oriente antioqueño.

Las microcuencas de San Antonio de Prado y las de Copacabana, Barbosa y Caldas también presentan afectación.

El llamado de las autoridades ambientales a la ciudadanía es a entender que si bien el agua sigue fluyendo sin problemas cuando abren la llave es obligatorio que comprendan la necesidad de reducir el consumo y demanda de agua.

En 2016, el Fenómeno del Niño que azotó al país causó disminuciones en el caudal de las quebrada del Aburrá de hasta el 40% y en otras subregiones fue mucho peor.

Ahora el Aburrá se enfrena a disminuciones considerables y eso que todavía el Niño no ha llegado. La escasez podría ser mucho más grave.

Pilas con alertas en el oriente

El Ideam mantiene vigente la alerta por posible desabastecimiento de agua en tres subregiones de Antioquia: Urabá, Nordeste y Oriente. La situación en el Oriente es relevante para el Valle de Aburrá porque del embalse La Fe, en El Retiro, depende totalmente el subsistema del Ayurá, que una vez procesa los 11,33 millones de metros cúbicos de agua en su planta de tratamiento distribuye el líquido a La Estrella, Medellín, Sabaneta, Envigado e Itagüí.

La variabilidad climática y la acelerada demanda de agua por la urbanización descontrolada están causando que los ríos Buey, Piedras y las quebradas que llegan a la Fe sufran procesos de sequía más intensos de los que se presentaban históricamente.

151 incendios ocurridos este año han dejado sin cobertura vegetal a decenas de quebradas.

 

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