JULIE GONZÁLEZ ORTEGA
Mediante decreto, el Distrito prorrogó por seis meses más el estado de calamidad pública en Cartagena por el COVID-19. Así ha sido el camino de la ciudad conviviendo con este virus.
El 17 de marzo de 2020 la decisión del alcalde William Dau de declarar toque de queda en toda Cartagena sorprendió a todos. Habían pasado solo seis días de haber sido notificado el primer caso de coronavirus en la ciudad y en general la ciudad no superaba los diez contagios. Sin embargo la amenaza de que el virus se propagara – como evidentemente lo hizo – fue una de las razones por las cuales Cartagena fue la primera ciudad del país en decretar esta medida.
A ella, le siguió la declaratoria de cuarentena nacional, el 24 de marzo, y de ahí en adelante una serie de medidas que comenzaron a reactivar la economía que se había paralizado con el aislamiento obligatorio inicial.
Son seis meses ya los que Cartagena y el país entero llevan conviviendo con el coronavirus, pero al parecer aún falta mucho camino por recorrer para decir que la amenaza está erradicada. Por ello a través del Decreto 1077 de 2020, la Alcaldía tras reunión extraordinaria con el Consejo Distrital para la Gestión del Riesgo tomó la decisión de prorrogar por seis meses más la calamidad pública por el virus, que en este orden de ideas iría hasta febrero de 2021.
Lo anterior implica continuar con el plan de acción inicial y las medidas de bioseguridad para evitar el contagio, tales como el uso obligatorio de tapabocas, la desinfección constante, el evitar las aglomeraciones de más de 50 personas y seguir apostándole al autocuidado para seguir avanzando en la reactivación.
El balance
Para el neumólogo Carmelo Dueñas, en general el balance de Cartagena en estos primeros seis meses de pandemia desde el punto sanitario ha sido bueno, a pesar de que en un inicio hubo algunos problemas de articulación, que se agudizaron con la salida del entonces director del Dadis Álvaro Fortich. “Eso llevó a que no hubiera trabajo en equipo, pero en poco tiempo se logró un liderazgo con la participación intersectorial y el trabajo articulado de las EPS que logró controlar la magnitud de la pandemia y que provocó que Cartagena tuviera mejores cifras en cuanto a mortalidad en comparación con otras ciudades”, dijo Dueñas. (Lea aquí: El camino de Cartagena hacia la superación del COVID-19)
Cabe resaltar que fue en mayo cuando asumió la dirección del Dadis la doctora Johana Bueno y en junio cuando comenzó a implementarse la estrategia PRASS (Pruebas, rastreo y aislamiento selectivo sostenible) en la cual, las diferentes EPS comenzaron con la búsqueda activa de casos que permitieron identificar más contagios y evitar que la enfermedad avanzara con la rapidez que lo estaba haciendo.
Según el Instituto Nacional de Salud, Cartagena habría superado su pico el pasado 18 de junio y ya se encuentra en etapa de descenso de la curva. “La evolución de la pandemia estuvo de acuerdo con lo que biológicamente podíamos haber esperado, es una enfermedad que tiene un límite y que se superó con el apoyo de las medidas administrativas desde el punto de vista sanitario y comunitario”, dijo Rubén Sabogal, representante de la Mesa de la Salud de Cartagena y Bolívar.
De igual manera pese a que hubo períodos críticos en los que la capacidad UCI de la ciudad llegó a estar al borde del colapso llegando incluso hasta en el 80%, eventualmente esta pudo disminuir encontrándose hoy en un porcentaje inferior al 50%, gracias al control que se le dio a la enfermedad y también a la gestión de más equipos médicos que permitieron aumentar el número de camas disponibles para tratar a los enfermos.
Los retos
Si bien podría decirse que la parte sanitaria está controlada, para ambos expertos el gran reto que deja estos primeros seis meses de pandemia para los seis que siguen es en materia de reactivación económica y que esta no empañe lo logrado en los últimos meses.
“Para seguir trabajando en la parte de salud, es fundamental el apoyo económico a los estratos más bajos. Otros países están al borde del colapso con los rebrotes y por eso es necesario que las personas sean juiciosas con el aislamiento selectivo y con las medidas que deben seguirse y para eso también debe haber apoyo económico”, expresa Dueñas, que cree que lo que viene ahora es más labor intersectorial que de salud, pues una dependerá de la otra.
Para él resulta preocupante que según el Dane el 69% de los muertos en el país sean personas de estratos 1, 2 y 3, lo que deja bastante que decir sobre las medidas que se están tomando para proteger a esta población del COVID-19, que por sus condiciones de pobreza se encuentra más expuesta. “No es el COVID-19 el que los discrimina sino la sociedad desigual la que los tiene en esa situación”, puntualiza.
Sabogal, por su parte, también destaca el reto que desnudó la pandemia de invertir en la red hospitalaria pública de la ciudad, y también en los compromisos que deben adquirirse con el personal médico que sufre por la tercerización laboral y también por los pagos atrasados.
Por último agrega que lo más probable es que la pandemia esté vigente por lo menos un año más y la clave será la responsabilidad que cada quien tenga con respecto a ello.
“Cada quien va a responder por su vida porque vacuna no va a haber por ahora. Si no se cuidan se mueren”, concluye.