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‘A mí también me pasó’: engaños con supuestos viajes en centros comerciales

Agencias de viajes en centros comerciales - Fotos de referencia FOTO: iStock

Los denunciantes aseguran que los han presionado para que acepten tarjetas de crédito.

SJ

¿Ha soñado usted con tener unas vacaciones de película? ¿Ha invertido todos sus ahorros en planes de viaje que parecen increíbles? Pues si la respuesta es sí, es momento de estar alerta frente a quienes le prometen cumplir estos sueños, en cualquier parte del mundo y por un costo “casi que regalado”.

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Un ráfaga de denuncias en redes sociales ha puesto en evidencia a una serie de compañías, supuestamente de viajes, que estarían captando clientes en los pasillos de los centros comerciales asegurando que, por responder una pregunta de cultura general, se pueden ganar un viaje para dos personas a Santa Marta o Cartagena con todo incluido.

Si esto le ha pasado a usted, esté atento porque podría ser víctima de un desfalco millonario que incluye que usted, bajo los efectos de la ilusión e inteligencia social, tramite préstamos cuantiosos y hasta acepte tarjetas de crédito con grandes cupos solo para pagar las exigencias que le hace la supuesta agencia para poder recibir beneficios de viajero.

Una joven mujer le relató a EL TIEMPO cómo se convirtió en una de las víctimas de los presuntos engaños. Ella se acercó a un reconocido centro comercial del norte de Bogotá en octubre del año pasado. Mientras recorría el primer piso, dos hombres se le acercaron y le ofrecieron un ‘raspa y gana’ —un juego en el que se raspan casillas y se obtienen premios—. Ella aceptó. Le dijeron que era poco probable que ganara un viaje, como se ofrecía, pero fue tal su suerte que en la casilla raspada se ganó uno. Era el mayor premio.

Según detalló, le dijeron que para reclamar el premio tenía que ir al local. Sin embargo, allí le comentaron que para hacerlo efectivo debía escuchar lo que el asesor comercial le tenía que decir. Ella volvió a aceptar. Y escuchó. Al instante, le explicó qué hacía la empresa. “Me dijeron que durante cinco años iba a tener una especie de asesor de viajes personalizado y que no debía volverme a ocupar de trámites”, le narró a este diario.

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Agencias de viajes.  Foto:  iStock

Pasaron varios minutos hasta que llegó otro hombre. Él le preguntó en qué trabajaba y ella le dijo que era profesora. “En ese momento, él, quien creo que era el jefe, me comenzó a regalar más supuestos paquetes de viajes adicionales al que me había ganado, como un glamping, un viaje a Santa Marta y así”, explicó la mujer.

Según describió, el hombre le dijo que así no se suscribiera con ellos, ella ya se había ganado esos viajes. La profesora buscaba vivir fuera del país. “Les pregunté si ellos me podían ayudar con la renovación de la visa, en caso de que comprara la membresía, y que si me ayudaban a gestionar un arriendo temporal de un apartamento en el exterior. Me dijeron que sí”, señaló.

Y agregó: “Algo que me explicaron es que ellos tenían cierto número de cupos en hoteles y vuelos y por eso es que pueden reservar con anticipación y asegurar los viajes. También me aseguraron que esto podría funcionar como un negocio porque yo podría vender los supuestos cupos de viajes al año”.

Sin embargo, ella todavía dudaba y pensó en llamar a una familiar. “Me dijeron que no la llamara, que porque me iba a decir que no. Me sentí presionada. Tenían un datáfono y me dijeron que debía consignar la mitad ese día y un año después lo restante”, narró.

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Era algo entre 200.000 y 300.000 pesos. Les dije que iba a retirar plata y me dijeron que ellos iban conmigo para asegurarse. No quería que fuera así, pero me presionaron

 

La mujer aceptó con miedo. Pero antes le dijeron que debía pagar la membresía con dinero en efectivo. “Era algo entre 200.000 y 300.000 pesos. Les dije que iba a retirar plata y me dijeron que ellos iban conmigo para asegurarse. No quería que fuera así, pero me presionaron”, afirmó. El paquete estaba por un valor de 2’160.000 pesos. Ella pagó la mitad: un millón de pesos. Le hicieron firmar un contrato de 10 páginas y dos otrosíes.

Tiempo después comenzó el calvario. Llamé al número de la supuesta asesora asignada que le dieron en una tarjeta de presentación, pero no le contestaron. A los días volvió a intentar y le dijeron que debía llamar a otro número. Se pudo contactar con el supuesto asesor, pero cuando ella fue a reclamar una de las cortesías, le dijeron que no era posible por el poco tiempo de antelación. Entonces, ella intentó con un viaje para un mes y medio después. “Me aseguraron que no se podía ni con el glamping ni con Santa Marta”, dijo.

Pasaron los días y volvió a llamar para el trámite de la visa que le habían ofrecido aquel día de octubre en el centro comercial. “Me dijeron que ellos no hacían eso, pero que había una posibilidad si pagaba 600.000 pesos más. Le dije que no era posible porque ellos me habían garantizado eso. Fui explícita antes de firmar”, agregó, y puntualizó: “Pregunté por el apartamento afuera del país y me sacaron la excusa de que el tiempo de visado no era permitido. Les dije que solo era por cuestión de dos meses, pero me dijeron que ellos no se encargaban de eso”.

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Ella, ofuscada, pidió una reclamación y que le devolvieran el dinero. Le evadieron la pregunta por WhatsApp, el único canal de atención. Le dijeron que debía llenar un formulario y no le volvieron a contestar. Hasta el momento, no ha podido tener su inversión de vuelta.

Lo que responde una de las empresas señaladas en denuncias

Este diario recibió dos denuncias similares que apuntan a la misma empresa. EL TIEMPO se comunicó durante varios días a los números que estaban descritos como “únicos canales de comunicación y reservas” en los contratos. Pero ninguno contestó. Incluso, uno de ellos aparecía como “no disponible” en WhatsApp. Después de un rastreo a través de agentes comerciales que aparecían relacionados a los contratos, una de las representantes respondió el viernes antes de la publicación de este artículo. Aseguró que se blindan en lo dispuesto en el contrato y que no son intermediarios, sino solo “una empresa de prestación de servicios”. Sin embargo, en los documentos entregados a los denunciantes se lee: “La empresa oficiará como intermediaria del suscriptor”.

Sobre los ofrecimientos en el centro comercial señaló que “lo que se hace en ese lugar forma parte de una estrategia de mercadeo y es un preabordaje a las personas, pero lo que se ratifica es lo del contrato”. Al respecto de las supuestas faltas en los compromisos, aseguró que “está sujeto a la demanda del momento”.

En cuanto a las solicitudes de reversión de pagos y reclamaciones, afirmó que “cualquier persona puede hacerlo solo diciéndolo de su viva voz, sin necesidad de algún trámite”, algo que contrasta con las denuncias. Y agregó: “Hemos recibido pocas conciliaciones civiles por PQRS y solo una penal, pero tenemos bastantes comentarios positivos y soportes de clientes satisfechos”.

Pese a estas afirmaciones, lo cierto es que ya son cientos los clientes que han denunciado que nada de lo que les prometieron se cumple, e incluso, que pueden tardar años pagando los créditos que estas compañías les recomiendan tomar para poder pagar el viaje de sus sueños.

Algunas recomendaciones: cuidado con la publicidad engañosa

Si bien hay que aclarar que no es cierto que todas las agencias de viajes en los centros comerciales de Bogotá forman parte de quienes cometerían los presuntos engaños y que hay compañías con bastantes años en el mercado, lo cierto es que los expertos consultados por este diario aclaran que es una modalidad que se ha usado de distintas maneras desde el pasado.

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El abordaje de personas en estos lugares, que son de los más concurridos en la ciudad, es una de las maneras para buscar acaparar su atención. Y las empresas con más experiencia evitan hacerlo porque son las que tienen reconocimiento. Los analistas señalan que «no todo vale» y que hay que recordar que «cuando se vean muy apetitosos los premios, no son del todo gratis y muchas veces obligan a las personas a hacer una serie de trámites y pagar supuestas membresías; pasa con viajes, hoteles y supuestos bonos».

Además advierten que la Ley 1480 del 2011 es enfática en establecer que las personas tienen «derecho a recibir protección contra la publicidad engañosa» y «derecho a la reclamación», y que es importante denunciar ante las autoridades cualquier acción que los vulnere.

Los expertos consultados puntualizan en que «hay que estar atentos a los contratos que se firmen, por muy largos que sean, porque es la forma en la que estas empresas se aseguran, y decidir basados en argumentos sólidos y fácticos«. También en «no dejarse presionar ni mucho menos obligar a retirar dinero con las personas; en la ley 1480 del 2011 se establece el derecho a la elección libre de bienes y servicios».

*Estas historias forman parte de un especial periodístico sobre robos en Bogotá. Si usted ha sido víctima de alguno, escríbanos a torjoh@eltiempo.com / berdav@eltiempo.com

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