Los últimos dos fueron arrestados por presunto contrabando en los puertos de Barranquilla.
Dos policías activos fueron capturados por su presunta participación en una organización ilegal dedicada al contrabando en la zona portuaria de Barranquilla.
Se trata del mayor Andrés Felipe Montoya Navarro y el patrullero Harol Gil Ramírez, adscritos a la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa).
De acuerdo con el reporte de la Fiscalía, “al parecer, a cambio de dádivas, se apartaron de sus funciones y permitieron el paso de cargamentos que no cumplían la normatividad aduanera nacional. Producto del actuar ilegal, presuntamente, incrementaron sus patrimonios injustificadamente y adquirieron bienes inmuebles y vehículos ubicados en el Eje Cafetero”.
Los uniformados actuaban en asocio con tres particulares, los hermanos Jorge Alberto y Jhon Marlon Gil Ramírez, y Tulia Inés Tapia Mulett, quienes al parecer “habrían prestado sus nombres para transformar y ocultar las rentas ilícitas provenientes del ingreso de contrabando”.
Los cinco fueron capturados por el CTI y en la audiencia de control de garantías la Fiscalía les imputó cargos por enriquecimiento ilícito de servidor público, lavado de activos y concierto para delinquir con fines de contrabando.
Los civiles quedaron en libertad, aunque vinculados a la investigación, mientras que los policías fueron encarcelados, pese a que se declararon inocentes.
Para rematar, les embargaron una sociedad, 20 inmuebles y 10 vehículos en Dosquebradas, Guática y Santuario (Risaralda), así como en Barranquilla (Atlántico). El avalúo de estas propiedades es de $5.940 millones de pesos y quedaron a disposición de la Sociedad de Activos Especiales (SAE).
El pasado 13 de marzo las autoridades habían capturado al coronel en retiro Alexánder Galeano Ardila y al mayor Mario Andrés Sarmiento, también sospechosos de integrar una red dedicada al contrabando a gran escala por los puertos del Caribe y el Pacífico, en asocio con Ricardo Orozco Baeza, alias “el Bendecido”.
La Fiscalía los señaló de contactar a oficiales activos de la Policía para corromperlos y facilitar el ingreso de las mercancías, al igual que de gestionar el transporte de los cargamentos en tractomulas hacia sus diferentes destinos.
En ese entonces, el director de la Policía, general William Salamanca, declaró que no descartaba que hubiera más uniformados inmersos en negocios de contrabando. El tiempo comenzó a darle la razón más pronto de lo que pensaba.