Como si se tratara de una subasta, bandas criminales ofrecen los corredores para ventas informales en la temporada de fin de año. Esto piden por un espacio.
Un espacio de dos metros por dos metros, en un sitio estratégico, puede costar hasta un millón de pesos. Esa es la tarifa que cobran las bandas criminales a cualquier interesado, a riesgo de que si alguien da más, no solo puede perder el puesto sino el dinero.
Así funciona la venta de espacios en el centro de Medellín, una modalidad que se dispara en diciembre y que puede llevar a cuadriplicar las ventas ambulantes en el último mes del año, convirtiendo estas zonas en territorios en los que a duras penas se puede caminar.
Corredores como el paseo Bolívar, el Parque Berrío, Carabobo, Junín, Maturín, Colombia, Pichincha o Ayacucho son los más afectados por esta renta ilegal. Los más afectados son los venteros que, con permisos en mano, permanecen todo el año en el lugar y que en diciembre ven cómo en lugar de incrementar sus ganancias, se les aumenta la competencia de vendedores.
Uno de los comerciantes que tienen sus puestos en este lugar durante todo el año relató: “Se nos viene mucha gente y no es justo que no se hagan los controles, está bien que muchos tengan que rebuscársela, pero tampoco es claro qué va a pasar con nosotros, que estamos todo el año en estas”.
Así hacen las “subasta”
Según denunciaron personas que conocen al detalle el movimiento de las ventas formales e informales en el centro de Medellín, si bien el valor base de venta es de $1 millón por puesto, este puede incrementarse para diciembre a los $2 millones. Lo delicado es que si alguien llega y da más por un lugar en cuestión, sin importar el monto, simplemente se lo asignan y quien había pagado por este, inicialmente, se encuentra con que le quitaron el sitio y no tiene derecho a reclamar lo pagado. No se aceptan devoluciones.
Así como el lugar, el monto también depende del corredor en el que decidan ubicar el puesto informal, debido a que habría unos más codiciados como el corredor del pasaje Bolívar o Carabobo. Todo esto sin contar con ningún permiso más allá que el otorgado por las estructuras delincuenciales.
Y esto influye en que durante los operativos de la Subsecretaría de Espacio Público muchas veces se incauta la mercancía adquirida para las ventas en esta temporada y quienes venden las ubicaciones tampoco reintegran un peso de lo que les han pagado, llegando a reofertarlo nuevamente a cualquier interesado por ganarse unos pesos en el rebusque navideño. Y si el afectado está interesado, debe pagar nuevamente por tener su lugar.
Ante esta situación, el subsecretario operativo de la Secretaría de Seguridad de Medellín, general (r) Pablo Ferney Ruiz, indicó que “ya se viene adelantando por parte de la Fiscalía General de la Nación y los grupos Gaula una verificación de información y esperamos que, antes de que termine el mes de noviembre y antes de que inicie diciembre, se puedan tener unos resultados operacionales”.
¿Quiénes están detrás?
Las estructuras delincuenciales Caicedo y La Terraza, que se reparten el Centro de la ciudad mediante la tutela de las llamadas Convivir serían las organizaciones que están a cargo del cobro de estas rentas criminales, que se suman a las que realizan cada año, de manera ordinaria, a los comerciantes legalizados y no legalizados que ocupan el territorio.
En la zona occidental del centro ejercen control los integrantes de la banda de Caicedo, mientras que en la zona más central de la ciudad las rentas criminales están bajo el mando de La Terraza, por lo que las autoridades buscan a los líderes de estas ventas ilegales.
“No vamos a permitir que en nuestra ciudad se presenten este tipo de temas criminales que afectan no solo la tranquilidad del sector en materia delictiva, sino también en lo que tiene que ver con la invasión del espacio público”, expresó el general (r) Ruiz.
Las autoridades piden a las víctimas que denuncien a las líneas 147 y 165 del Gaula de la Policía y el Ejército, para hacer más efectiva la lucha contra esta operación que no solo afecta el espacio público sino el bolsillo de quienes quieren ganarse su plata y que les cuadren las cuentas de fin de año.