Juan Diego Ortiz Jiménez
Una selección (no oficial) de planes para que conozca ocho caídas de agua en las montañas de Andes, Montebello, Alejandría, San Francisco, San Carlos, Dabeiba y Támesis. Empaque ropa de cambio porque vamos a subir rocas y a tirar baño.
Una cascada es una suerte de prodigio de la naturaleza. El agua se abre paso entre las montañas, se pega a las rocas o salta cuando el suelo firme termina y continúa su camino después de rearmarse en la corriente. Pero también es alivio para el caminante que la busca, porque cuando la divisa encuentra su recompensa después de superar riscos y caminos escarpados.
Por suerte, en Antioquia abundan las cascadas que se desprenden de las cordilleras sin afán, con la constancia de la gota que talla la roca.
Esta es una selección subjetiva de ocho cascadas que le recomendamos para que vaya a puebliar, camine entre los bosques, disfrute de ese prodigio de la naturaleza y se recargue con un buen baño en la corriente. Anímese.
1. La Honda asombra en Montebello
La cascada La Honda también es conocida como La Escondida, apelativo bien ganado porque hay que caminar bastante para conocerla. Está ubicada entre los municipios de Montebello y El Retiro, en una zona rodeada de vegetación nativa. Tiene una imponente caída de unos 60 metros en roca. La caminata comienza en la vereda Zarcitos con un ascenso sostenido que se abre entre pinos a través de una carretera destapada.
La llegada al punto más alto tiene su recompensa porque se divisa el valle de la quebrada La Honda y las montañas que la custodian. La ruta continúa con un descenso hasta el río y sigue por la orilla entre potreros hasta el bosque nativo que al final desemboca en la enorme cascada. Son unos 9 kilómetros de recorrido con una dificultad 3 en una escala de 5. Los planes que ofrecen empresas de Medellín incluyen transporte, guía y almuerzo.
2. La Cascada en San Carlos
La Cascada es uno de tantos lugares turísticos de San Carlos, un municipio rico en aguas, porque está ubicado en una zona por donde pasan 7 ríos y 76 quebradas. Su cercanía con el casco urbano la convirtió en uno de los atractivos más visitados de la región.
El paseo arranca en el balneario San Antonio, ahí tiene dos opciones: puede pegar la caminata por un sendero ecológico por el que no se demora más de 15 minutos; o ir en carro porque la carretera está pavimentada y en buen estado. La caída de agua forma un pozo natural que es el deleite de locales y visitantes para bajar el calor. El sendero ecológico La Viejita, el centro turístico La Planta, El Indio, los charcos Redondo, El Chispero, La Natalia y El Bosque son otros planes en el municipio. Información de los planes en Vive San Carlos en Facebook.
3. El Tagual en San Francisco
La ruta arranca en el parque principal de San Francisco por una vía campesina que lleva a la escuela de la vereda Guacales. El camino es acompañado por la vista del cerro la Teta y de las montañas del vecino Cocorná.
Luego inicia el descenso por caminos de herradura hasta la vereda El Tagual. Prepárese ahí, ponga el freno de mano, porque hay una bajada pronunciada que se debe hacer con maña. La recompensa esperada está a la vuelta de la esquina: encontrarse con la caída de agua de más de 85 metros conocida como El Tagual.
Relájese y entre en el agua para que se renueve y cargue las energías. La cascada hipnotiza, parece el descansa pantallas de un computador. Luego se regresa a la carretera para continuar la caminata y finalizar en la autopista Medellín – Bogotá donde es el punto de encuentro con los buses.
4. El Velo de Novia en Alejandría
Para ir a la cascada el Velo de Novia es necesario tomar unos 15 minutos la carretera destapada entre Alejandría y Santo Domingo hasta la vereda Los Naranjos.
Se puede llegar en vehículo particular, moto o transporte público, porque hasta el sitio llegan las busetas desde Alejandría.
La cascada tiene una caída de unos 40 metros de altura, hay pozo de agua natural para nadar, vegetación abundante y el endémico bosque de niebla.
Otro atractivo turístico en Alejandría es la cascada del Perro que queda a unos 20 minutos por la vía que lleva a la vereda El Popo. Se llega a una fonda, donde hay parqueadero, y se pasa a pie el puente colgante que atraviesa el río Nare. Hay un camino de senderismo e hidrosenderismo de unos 20 minutos por la quebrada Los Dolores hasta llegar a la cascada del Perro.
5. El Manto de Novia queda en Támesis
En la ruta que lleva del municipio de Támesis a Jardín, subiendo por el camino de la Virgen, se encuentra el acceso a este paraje selvático.
Queda ubicado en la vereda San Antonio, en el extremo suroccidental del municipio, una zona que es considerada como la despensa hídrica de los tamesinos. Su nombre hace referencia a que la caída del agua, de unos 15 metros de altura, forma una especie de manto de una novia.
En la parte de arriba hay fosas naturales con rocas que parecen talladas por el discurrir sin pausa del agua.
Aproveche para conocer en este municipio el puente colgante sobre Río Frío, las cuevas del Padre y del Oso, la caminata hasta el mirador de Cristo Rey para que divise la cordillera y ubique algunos pueblos del Suroeste y de Caldas, el jardín botánico y los petroglifos, 93 rocas talladas hace miles de años que son patrimonio arqueológico.
6. El Chorrillo en el Cañón de La Llorona
El Cañón de La Llorona en Dabeiba es una cadena de montañas gigantes atravesadas por el río Sucio, que pasa denso y amarillento hasta que desemboca en el río Atrato. Es, en muchos trayectos, selva, bosque nativo inexplorado y misterioso, con copiosos ríos y quebradas y amplios territorios explotados con agricultura. Lo pueblan indígenas, campesinos y colonos, se habla de 11 resguardos, 36 comunidades y una población superior a 10.000 indígenas en esta zona que abre las puertas del Urabá.
En ese sinfín de aguas que bajan por la selva, y cerca del túnel de La Llorona, en la carretera al mar, puede hacer una pausa para que se refresque en El Chorrillo, una caída natural de agua que encanta a viajeros que van y vienen del océano. Anótelo para la próxima ida.
7. La cascada de La Vega en el Oriente
Este parche se puede hacer el mismo día que visite la cascada de El Tagual. Es recomendado para los que practican senderismo porque hay que caminar desde la cabecera municipal hasta la vereda Guacales. Las aguas, frías y cristalinas, caen sin afán por una enorme roca dejando a su paso piscinas naturales para que el caminante se refresque y encuentre alivio. Pero no crea que es un plan para especialistas del excursionismo o el trekking, porque esta cascada está a unos 30 minutos a pie por un camino boscoso. Puede retornar al parque, tomar café de la región y comerse una buena oblea con arequipe y queso. Siempre es merecido después de una caminata.
8. Los Chorros de Tapartó son el parche recomendado en Andes
El paseo comienza en el parque del corregimiento de Tapartó, en Andes. Luego de una caminata de unos 7 kilómetros en los que se disfruta del paisaje cafetero, de las enormes montañas y del bosque nativo se llega hasta la casa base de la finca Los Andes, donde empieza la aventura.
A menos de un kilómetro queda el mirador donde se ven completas las cascadas. Es un paraje para disfrutar, para abrir y cerrar los ojos y darse cuenta que tanta belleza existe. Si no quiere caminar, no hay problema, hasta el mirador se puede llegar en carro. Los más intrépidos podrán seguir la travesía hasta encontrar el río y empezar el ascenso hasta El Paraíso, la joya de la corona, la cascada más grande que no alcanza a aparecer en esta imagen. Se escala pegado de raíces, troncos y lo que aparezca para poder subir a sentir la fuerza imparable del agua, un fenómeno que se conoce como el efecto Lenard, la sensación auténtica de bienestar que genera la rica densidad iónica de una cascada.