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Narcos acercan sus laboratorios al Valle de Aburrá

El negocio de los laboratorios para el procesamiento de cocaína involucra cada vez más al Valle de Aburrá, pues las redes delincuenciales están instalando estas estructuras artesanales mucho más cerca de Medellín.

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El incremento de estas “cocinas” clandestinas va de la mano de traficantes y químicos independientes, que trabajan para el mejor postor, incluyendo a las bandas del área metropolitana, el Clan del Golfo y la guerrilla del Eln.

El hallazgo más reciente fue el 11 de marzo de 2020 en la vereda Zarzal La Luz, del municipio de Copacabana. Investigadores de la Dirección Antinarcóticos de la Policía (Dirán) lograron infiltrar una red que traficaba base de coca desde el departamento de Cauca, y la traía a Antioquia en motos de alto cilindraje acondicionadas con caletas.

Los encargados de coordinar esa ruta son apodados “Luis” y “Yeison Aristides”, según fuentes cercanas al caso. El infiltrado, que decidió colaborar con las autoridades porque estos le quedaron mal en un negocio, ayudó a instalarles unos dispositivos GPS a las motos, en un taller de mecánica localizado en el sector La Bayadera, zona céntrica de Medellín.

El rastreo a las motos permitió encontrar una vivienda semirrural de Copacabana. Allí era descargada la base de coca, para su procesamiento y transformación en cocaína, en un laboratorio artesanal dentro del recinto.

Policías de la Dirán y del Grupo de Operaciones Especiales (Goes) llegaron al sitio y fueron recibidos a tiros desde un cerro colindante. De acuerdo con las pesquisas iniciales, el laboratorio era custodiado por presuntos integrantes del Frente de Guerra Urbano Nacional Camilo Torres, de la guerrilla del Eln. Los uniformados respondieron al fuego, y tras un intercambio de disparos, los delincuentes escaparon por la maleza.

Al ingresar a la finca, no había nadie. El laboratorio estaba equipado con compuestos químicos (1.320 galones de insumos líquidos y 665 kilos de sólidos) , recipientes para destilar, hornos microondas y demás implementos necesarios para fabricar el estupefaciente.

Incautaron 73.5 kilos de cocaína y 18.5 kilos de base de coca, al igual que varias marquillas para identificar la mercancía al momento de su distribución.

El siguiente golpe fue el pasado 20 de junio, en el municipio de Concepción, en el Oriente antioqueño. La Dirán encontró otro laboratorio, esta vez en un campamento de madera dentro del bosque, que vertía desperdicios contaminantes a las aguas del embalse de Guatapé.

Ahí decomisaron 259 kilos de cocaína, 113 kilos de base de coca, 1.125 kilos de insumos sólidos y 2.070 de líquidos, según el informe del caso. Algo que llamó la atención de los investigadores es que también había varios moldes de marquillas y una de ellas, con las siglas YZY, era igual a la encontrada en el laboratorio de Copacabana, tres meses antes.

ACERCÁNDOSE A MEDELLÍN

Fuentes de la Policía contaron que hace cinco años comenzó a incrementarse la instalación de laboratorios de droga en cercanías y dentro del Valle de Aburrá.

Estar cerca del perímetro urbano trae varias comodidades a los traficantes: 1). Facilidades para negociar, adquirir y transportar insumos químicos, camuflándose en la dinámica comercial y de movilidad vial de las ciudades más pobladas; 2). Evitar las áreas selváticas, en las que hay conflictos armados activos y presencia constante del Ejército (por ejemplo en el Bajo Cauca); 3). Conseguir más socios y clientela, por cuenta de las múltiples organizaciones delictivas que habitan en el área metropolitana.

Frente a esto último, hay múltiples casos documentados. El 4 de septiembre de 2013, el CTI y el Gaula Militar encontraron un laboratorio en la vereda La Pretel, de San Pedro de los Milagros, municipio vecino de Bello. El 14 de agosto de 2014 la Sijín destruyó otro en la vereda El Espinal de la misma localidad.

Se presume que en la administración y vigilancia de esas “cocinas” participaban el Clan del Golfo y la banda “los Chatas” de Bello, en sociedad.

El 25 de agosto de 2015, en un paraje limítrofe de los municipios de San Rafael y Alejandría, el Ejército descubrió lo que calificó como “el laboratorio más grande detectado en Antioquia en los últimos cinco años”. Se trató de un cristalizadero conformado por 11 construcciones rústicas, con capacidad para producir dos toneladas semanales de base de coca y ganancias mensuales cercanas a los $9.500 millones.

Los militares indicaron que la dueña del entable era la confederación criminal “la Oficina”, en particular “los Chatas”, que para ese momento estaban al frente de esa empresa ilegal.

El 8 de marzo de 2017, en el occidente de Medellín, fue capturado Braimer Muñoz Rivera (“Reblujo”), uno de los cabecillas de “los Chatas”. En el informe de la detención, la Policía detalló que “estaría a cargo de extorsiones y desplazamientos forzados, apropiándose de inmuebles con documentos falsos en Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa, donde mantendría pequeños laboratorios de cocaína”.

El 3 de septiembre de 2016 hubo otro hallazgo en una finca de la vereda El Zarzal, en Copacabana. Con información de inteligencia de la Embajada del Reino Unido, agentes del CTI y soldados de la Cuarta Brigada allanaron una propiedad recreativa, empleada para el alquiler y realización de fiestas con reguetoneros y DJ populares.

Allí había un laboratorio en el cual mezclaban cocaína con pegante para construcción, con el propósito de evadir los controles para su exportación. Los investigadores recuperaron 300 kilos del estupefaciente e indicaron que al cuidado de la mercancía estaba la banda “la Viña”, cuya base de operaciones es la comuna de Manrique, en el n0roriente de Medellín.

Otra banda urbana involucrada en la instalación y manejo de laboratorios es “el Tapón”, de Bello. Según la Fiscalía, administra estos entables para surtir la demanda de drogas en el Valle de Aburrá y las subregiones del Norte, Nordeste y Oriente, en alianza con grupos como “el Mesa”, el Eln y la disidencia del frente 36 de las Farc.

Su cabecilla, Fernando Jiménez Ruiz, alias “el Caníbal”, fue capturado el 25 de agosto de 2018.

Los hallazgos de laboratorios, instalados por diversas bandas, continuaron el 15 de mayo de 2018 en otra finca del corregimiento Popalito, en el municipio de Barbosa; el 30 de agosto de 2018, en la vereda El Venado, de Girardota; y el 17 de septiembre de ese mismo año, en la vereda Los Alpes, de Marinilla. Estos tres hallazgos, al parecer, también guardan relación con organizaciones criminales del Aburrá.

Hasta el momento, ningún jefe mafioso del área metropolitana ha sido juzgado por la instalación, vigilancia o administración de estos laboratorios, que cada vez se construyen más cerca de la capital antioqueña.

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