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Las casas de intelectuales paisas que están en el olvido y en ruinas

Recorrido por algunas residencia en las que nacieron y vivieron personales de la política, el arte y la literatura.

TOMADO DE: elcolombiano.com

De la casa del escritor antioqueño Tomás Carrasquilla, en la calle Bolivia, antes de llegar a la avenida Oriental, no queda nada, sobre el lote que alguna vez existió la vivienda, hoy hay un motel.

Por ningún lado hay información, placa o recordatorio de que allí habitó uno de los grandes de la literatura colombiana, de un hombre que también fue sastre y secretario de un juzgado.

En ese espacio, Carrasquilla armaba tertulias al lado de figuras como Fernando González Ochoa, el llamado Brujo de Otra Parte; el caricaturista Ricardo Rendón y el escritor León de Greiff, entre otros, que integraron el grupo de intelectuales llamado Los Panidas.

El único vestigio que queda es el muro de una fachada contigua, sin puertas ni ventanas, que fueron clausuradas con ladrillos y cemento, donde funciona un parqueadero.

“Así eran las fachadas de casi todas las casas de esa cuadra, así era la de Tomás Carrasquilla”, recuerda el académico Víctor Ortiz, de la UPB.

De la pared de color verde y llena de grafitis sobreviven algunos elementos arquitectónicos en lo que fue el techo y los umbrales de puertas y ventanas, desde donde hoy cuelga hierba y maleza.

La historia de la residencia de Carrasquillla en Medellín (el escritor nació en Santo Domingo, Antioquia) se repite por diferentes rincones de la ciudad, en especial por la zona céntrica y los barrios Las Palmas, Buenos Aires, Prado y Aranjuez.

“Lo de Carrasquilla es muy significativo para una ciudad que le debe tanto a este escritor y volvió su casa en un hotelucho”, expresa el periodista y escritor Reinaldo Spitaletta.

Don Manuel

A tan solo unos metros de la residencia de Carrasquilla, esta vez en Perú (calle 55), también llegando a la Oriental, la casa que fuera de Manuel Mejía Vallejo, escritor del que recientemente se conmemoraron 100 años de su nacimiento, anuncia ruinas.

La puerta principal, remendada con pedazos de madera, está protegida por un candado y una cadena, mientras que otros dos accesos fueron clausurados con ladrillos y cemento.

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La fachada de la casa, aún con su alero en pie, tiene la pintura descascarada y está invadida de grafitis.

Allí vivió por casi tres décadas, entre 1970 aproximadamente y 1998 (año en el que falleció), y posteriormente el inmueble fue arrendado durante ese periodo, por lo que la decisión de preservarlo nunca ha estado en manos de la familia.

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Román de Jesús Vidales, que vende antigüedades justo al lado de la destruida vivienda, recuerda que la casa lleva 25 años abandonada y que actualmente es usada como una bodega, a la vez que señala con el dedo índice derecho una casa en la acera del frente, donde trabajó Rosana Mejía, hermana del escritor. Hoy es un restaurante de comida del Pacífico.

Imagen de la casa de María Cano, en la carrera 41, entre calles 43 y 44. SE retiraron la placa conmemorativa. Foto: Esneyder Gutiérrez
Imagen de la casa de María Cano, en la carrera 41, entre calles 43 y 44. SE retiraron la placa conmemorativa. Foto: Esneyder Gutiérrez

Más casos

En la misma zona céntrica, esta vez hacia los barrios Las Palmas y El Salvador, la casa de María Cano, la primer líder política en Colombia, que defendió los derechos civiles fundamentales de los trabajadores, se sostiene ante la arremetida urbanística de la zona.

La pequeña casa de ventanas verdes, ubicada en la carrera 41, entre calles 43 y 44, e identificada con la placa 44-44, está ubicada en medio de dos bodegas. Sobre la fachada ya no está la placa que identificaba que allí había vivido María Cano, solo queda la pintura blanca manchada justo en el espacio donde hasta hace poco estuvo ese rótulo.

“En Medellín malentendimos el concepto de progreso en aras de ser la ciudad más… entendimos que el progreso era olvidar el pasado y la historia y eso es culpa de todos, no de X o Y alcalde”, comenta el profesor Ortiz.

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Cita un caso muy concreto: todo mundo en Medellín sabe dónde queda la casa en la que mataron el “innombrable (Pablo Escobar), pero no hay certezas de dónde nació el “artista vivo más importante del mundo, el maestro Fernando Botero”.

El académico recuerda que se dice que nació en el barrio Boston, pero nadie tiene datos que permita ubicarla. Explica que en muchas capitales del mundo los recorridos comienzan por las casas en las que nacieron sus próceres y grandes artistas y que en Medellín no las conocemos o no nos interesan.

Recuerda que en el cruce de Carabobo con Boyacá, en el interior de una farmacia, cuelgan dos placas de mármol en las que se lee que allí nacieron el prócer Atanasio Girardot y el ingeniero e historiador Tulio Ospina. Una información que casi nadie conoce pese a que está expuesta.

¿Y la casa de Zea?

En toda la esquina de la calle 51 con carrera 54, en San Benito, está la residencia donde vivió el prócer Francisco Antonio Zea.

En 2014 fue restaurada por el Ministerio de Cultura, con una inversión de 1.182.726.064 de pesos, con la idea de convertir en un centro de cultura “a exaltar y reconocer la memoria de esta figura tan importante para la historia del país”.

Hoy, en la casona de 530 metros cuadrados, cuyas paredes externas están llenas de grafitis, funciona más como una sede administrativa de la Alcaldía que como museo o centro cultural.

A dos siglos del fallecimiento de prócer, el monumento y la casa de Zea, en el centro de la ciudad, dan cuenta del olvido en el que ha caído la figura del científico y política que fue vital en la Independencia de Colombia.

Casa de Carlos E. Restrepo, en la esquina de Ecuador con Cuba. Fue restaurada. Foto: Esneyder Gutiérrez
Casa de Carlos E. Restrepo, en la esquina de Ecuador con Cuba. Fue restaurada. Foto: Esneyder Gutiérrez

En locales comerciales

Precisamente, Reinaldo Spitaletta denunció lo que pasó en Bello con la casa de Lola Vélez, considerada la más grande artista nacida en ese municipio y una de las responsables del apelativo Ciudad de artistas.

La residencia por la que mucho pujaron para que fuera una casa museo terminó convertida en locales comerciales. “El desgreño y desinterés oficial por la cultura no lo permitió”, dijo el escritor y periodista.

 

En el barrio Prado, en el cruce de Ecuador con Cuba, fue recuperada hace poco la casa donde nació el político, periodista y escritor Carlos E. Restrepo.

A unos cuantos metros está la del expresidente Pedro Nel Ospina. Ninguna tiene una placa distintiva, más allá de la de la nomenclatura.

Las que se salvaron

En medio de este panorama tan desolador, el académico Víctor Ortiz, de la UPB, destaca lo que se ha logrado gracias a unos esfuerzos políticos, culturales y de familias.

Cita la Casa Museo Débora Arango, en Envigado, que pese a que la comunidad no tiene tanto acceso como debería, está en óptimas condiciones, a la vez que destaca el esfuerzo de la Alcaldía de Envigado de comprar y preservar el inmueble de Casa Blanca.

En otros casos han sido las familias y entidades culturales las que ha logrado darle vida y dinámica a Otra Parte, la casa campestre de Fernando González; la Casa Museo de Pedro Nel Gómez, en Aranjuez, La Casa Barrientos, en el Centro, y el Museo El Castillo, en El Poblado.

La Casa Barrientos, en La Playa, símbolo de la recuperación y uso cultural. La administra Comfenalco . Fecha de evento: 06/07/2023. Foto: Esneyder Gutiérrez
La Casa Barrientos, en La Playa, símbolo de la recuperación y uso cultural. La administra Comfenalco . Fecha de evento: 06/07/2023. Foto: Esneyder Gutiérrez

Otros espacios por descubrir

La periodista Beatriz Mesa Mejía, que fue editora cultural de EL COLOMBIANO y de la revista Generación, recuerda otras residencias en el Centro de Medellín que fueron grandes talleres y centros de tertulias

“Está la casa de Rosana Mejía, ceramista, galerista, hermana de Manuel. Quedaba en Caracas, entre la Avenida Oriental y El Palo. Cerca estaba la casa de Dora Ramírez, artista, madre de Dora Luz, la esposa de Manuel Mejía. Esa casa era un verdadero centro cultural, casa de la intelectualidad de la época, pero se la llevó el ensanche de la Oriental”.

Recuerda que Dora después vivió en Prado Centro, “esa casa también se convirtió no solo en su taller, sino en casa de todos”. En su lista aparece el apartamento, casi un museo, en el parque de Bolívar, de la poeta Olga Elena Mattei. “En ese edificio también vivieron Ethel Gilmour y su esposo, ambos artistas muy reconocidos”.

Suma la casa, en Córdoba, a una cuadra de La Playa, donde quedaba la galería de Libe de Zulategui y su esposo.

Jaime Horacio Arango Duque
Jaime Horacio Arango Duque

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