ECUADOR:
Pobreza, desempleo y parálisis empresarial golpean con más fuerza a 12 provincias del país. Según datos del INEC, en zonas como Orellana, Morona Santiago y Cañar, la pobreza supera el 70% y el empleo adecuado es casi inexistente.
En el Ecuador de 2025, la crisis económica no golpea a todos por igual. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), que se recogen en estudios sobre las empresas, el empleo y la pobreza, reflejan un deterioro estructural con más fuerza en el tejido económico y social de 12 provincias del país.
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Se trata de territorios donde la pobreza por ingresos se dispara, el empleo adecuado está en niveles bajos y la mayoría de las empresas son solo un registro sin actividad real.
En provincias como Orellana, Morona Santiago, Cañar, Esmeraldas o Santa Elena, el deterioro es visible en cada indicador: más pobreza, más subempleo, menos oportunidades. En otras como Guayas y Manabí, la informalidad y la violencia se suman a la contracción empresarial.
Según el economista Carlos Mena, “en muchas de estas provincias, la economía se ha vuelto simbólica: hay empresas sin ventas, empleo precario y estadísticas que reflejan una producción reducida”.
En concreto, en esas 12 provincias se combina lo siguiente:
● Pobreza elevada o en aumento.
● Alta informalidad laboral.
● Caída del empleo adecuado.
● Actividad empresarial mínima, en retroceso o sin ventas reales.
Orellana y Morona Santiago: extremos de pobreza
En Orellana, la provincia petrolera por excelencia, el 76,2% de la población es pobre por ingresos y el 90,6% vive en pobreza multidimensional, la más alta del país. Solo un 10,4% tiene empleo adecuado. Y de las más de 5.700 empresas registradas, menos del 10% tienen actividad comercial comprobada.
Morona Santiago no está mejor. Su pobreza por ingresos alcanza el 64,6% y la pobreza multidimensional el 84,1%. La informalidad domina un mercado laboral sin opciones sostenibles. La tasa de empleo adecuado apenas llega al 14,6%.
Cañar: la provincia que más empleo adecuado perdió en 2024
Si hubo un lugar donde el empleo digno se desplomó en 2024 fue Cañar. Esta provincia andina registró la mayor caída en empleo adecuado a escala nacional, con un descenso de 7,7 puntos porcentuales respecto al año anterior. Hoy, apenas 2 de cada 10 trabajadores tienen un empleo formal con salario suficiente y estabilidad, mientras que la pobreza por ingresos saltó del 16,1% al 25,4%, un aumento de 9,4 puntos porcentuales.
Pero el dato más alarmante está en la pobreza multidimensional, que abarca educación, salud, vivienda y empleo: creció casi 26 puntos en un año y ya afecta al 69,9% de su población. Cañar, históricamente golpeada por la migración y el abandono estatal, hoy se convierte en un ejemplo de cómo el deterioro laboral arrastra consigo el resto de las condiciones de vida.
Santa Elena y Esmeraldas: entre la informalidad laboral y la incertidumbre social
En la Costa ecuatoriana, las provincias de Santa Elena y Esmeraldas encabezan dos marcadores preocupantes: subempleo y desempleo, respectivamente.
Santa Elena se ubica como la provincia con el subempleo más alto del país (31,7%), lo que significa que una de cada tres personas con trabajo no gana lo suficiente ni tiene estabilidad. Aunque el empleo adecuado es relativamente alto (28,7%), el crecimiento de la economía informal refleja la falta de plazas formales, especialmente en el sector turístico y comercial. La pobreza por ingresos alcanza el 35% y la multidimensional sube al 43,8%, con señales claras de vulnerabilidad estructural.
Esmeraldas, por su parte, no solo enfrenta la tasa de desempleo más alta del país (8,6%), sino también una economía paralizada por la inseguridad. El 51% de su población vive en pobreza por ingresos y el 60,9% en pobreza multidimensional. A pesar de ser una provincia rica en recursos naturales y estratégicamente ubicada, su tejido productivo está fragmentado, y el acceso al empleo formal es una excepción.
Guayas y Manabí: grandes números, poca economía real
En Guayas, a pesar de tener más de 243.000 empresas registradas, solo el 13,5% reporta ventas reales. La pobreza por ingresos subió ligeramente (21%), pero la informalidad ha crecido con fuerza: el subempleo escaló 5,1 puntos, alcanzando el 26%. En Manabí, el subempleo afecta al 27,3% y la pobreza por ingresos supera el 26,7%. Se trata de provincias grandes, pero economías con un creciente componente de precariedad y bajos ingresos que no se traducen en bienestar, según Mena.
Provincias silenciosas: Bolívar, Sucumbíos, Zamora, Carchi e Imbabura
● En Bolívar, la pobreza por ingresos subió 9 puntos, llegando al 40,7%, mientras el empleo adecuado se estanca en 19,6%.
● Sucumbíos y Zamora Chinchipe tienen tasas bajas de empleo adecuado (20,7% y 25,3%, respectivamente) y pobreza multidimensional de más del 55%.
● En Carchi e Imbabura el deterioro es más gradual, pero sostenido: alta rotación empresarial, subempleo creciente y caída en el empleo adecuado.
Economía ecuatoriana: un mapa de desigualdad estructural
El análisis conjunto de los indicadores de empleo, pobreza y actividad empresarial revela un patrón preocupante: las provincias más afectadas combinan poca presencia del Estado, alta dependencia de sectores primarios, debilidad institucional y falta de inversión pública. A pesar de la narrativa nacional de recuperación económica, en estas zonas la crisis no es coyuntural, es estructural.
La advertencia es clara: mientras el país se concentra en grandes cifras macroeconómicas, hay regiones enteras que retroceden en calidad de vida y perspectivas de desarrollo. Y eso, de acuerdo con Andrés Rodríguez, economista, “no se resuelve con crecimiento en los libros contables, sino con políticas públicas territoriales, inversión sostenida, reforma laboral, mayor acceso al crédito, entre otras medidas clave”. (JS)
De Orellana a Pichincha: los dos polos opuestos de la economía ecuatoriana
En Orellana, solo el 10,4% de la población accede a un empleo adecuado, mientras que en Pichincha ese porcentaje llega al 51,2%.
La pobreza por ingresos en Orellana alcanza un alarmante 76,2%, casi seis veces más que el 12,7% registrado en la capital.
Y si hablamos de pobreza multidimensional, la brecha es aún más profunda: 90,6% en Orellana frente a apenas 12,3% en Pichincha.
En un mismo país, la diferencia entre nacer en la Amazonía o en Quito puede marcar el destino económico de toda una vida.