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La tecnología de Medellín contra la delincuencia

POR NELSON MATTA COLORADO

La Alcaldía invertirá $20.000 millones en 2021. Las cámaras siguen siendo la prioridad.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

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El uso de la tecnología en la lucha contra la criminalidad, ha servido para que Medellín saque pecho como una de las capitales colombianas con las mayores reducciones en delitos graves, como el hurto y el homicidio.

Partiendo de esta apreciación, EL COLOMBIANO consultó autoridades y expertos para saber qué dispositivos están en uso y cuáles deberían ser las próximas innovaciones.

Haciendo un balance de las principales tecnologías para la seguridad con las que cuenta la ciudad, hay que citar las 2.856 cámaras de vigilancia, algunas de las cuales tienen alta resolución y giran 360 grados. Aquí se incluyen 400 que tienen incorporado el sistema LPR (para identificación de placas) y 170 de reconocimiento facial, que están en el estadio Atanasio Girardot y algunas en el metro.

En septiembre del año pasado, la Alcaldía estrenó un renovado software Icad (Intergraph Computer-Aided Dispatch), para repotenciar el Sistema Integrado de Emergencias y Seguridad (SIESM), que coordina, entre otras aplicaciones, la Línea 123.

Según la administración, esta innovación “en un mínimo de tiempo articula las funciones más elementales que requería antes de un grupo de operadores, por ejemplo, para la recepción de llamadas”, lo que a su parecer pone a Medellín a la altura de Sao Paulo y Madrid, en esta materia.

Por su parte, la Policía Metropolitana (en algunos casos con recursos de la Alcaldía), cuenta con drones para misiones de vigilancia, prevención y operativos, al igual que con el helicóptero Halcón, dotado con cámaras de alta precisión, visión nocturna y de calor.

Los uniformados tienen 1.600 bodycam, que portan en el pecho para grabar procedimientos, y lectores biométricos para el análisis de cédulas y búsqueda de antecedentes penales durante las requisas.

A esto se suman los subsistemas de alarmas comunitarias y circuitos cerrados de televisión implementados por comerciantes y empresas, que también aportan a la red tecnológica con la cual la metrópoli monitorea sus esquinas.

Lo que viene para 2021
El secretario de Seguridad, general (r) José Acevedo, comentó que en 2020 la principal inversión en tecnología fueron los $27.000 millones que costó la implementación del Icad, un presupuesto que había sido asignado desde el gobierno pasado.

“Suena costoso, pero ya queda como un software propio, no tendremos que alquilarle servicios a nadie más. Facilita la integración de todos los subsistemas para una respuesta más inmediata, las llamadas, el helicóptero, el GPS de la patrullas, el recurso humano disponible, entre otras cosas. Además, nos permitirá lograr la certificación en calidad del SIESM, Medellín será la primera ciudad del país en tenerla”, acotó.

Otras inversiones fueron retrasadas por las contingencias de la pandemia de la covid-19, mas el funcionario indicó que para 2021 hay una partida de $20.000 millones para el rubro de tecnología.

Con ese dinero, la Alcaldía pretende actualizar los software existentes, para aplicar una inteligencia artificial que permita una mayor integración y, por ejemplo, un mejor uso de las cámaras. “Vamos a adquirir más cámaras multifacéticas, que nos sirvan para puntos fijos y móviles, y poder blindar algunas zonas del territorio”, afirmó.

Entre los propósitos para el año nuevo está un estudio de mercado para decidir si se compran más drones o se terceriza el servicio, así como “avanzar en la integración al sistema de las cámaras de los privados. Esto tiene algunas objeciones, hay que mirar qué permite la normatividad vigente y ver si tenemos la capacidad de almacenar y procesar toda esa cantidad de datos”, señaló Acevedo.

Además de estos proyectos, ¿qué otras innovaciones debería implementar la metrópoli paisa?

El concejal Sebastián López, del Centro Democrático (partido de oposición al gobierno local), estimó que “las cámaras son vitales para tener ojos adicionales, pero eso tiene que ir avanzando en la medida en que los software lo permitan hacer. Hoy tenemos tecnología de identificación de placas, y hace falta sacar del estadio las cámaras de identificación facial”.

El Atanasio Girardot concentra la mayoría de los 170 visores de este tipo, que desde marzo del año pasado están subutilizados debido a que no se permite el ingreso de público al escenario.

Al respecto, Acevedo precisó que una vez se actualice el software de las demás cámaras de la urbe, no será necesario sacar las del estadio, “porque bastará con incorporarles el programa de reconocimiento facial a las otras, la mayoría nos permite hacer eso”.

López indicó que sería importante “desarrollar la red neutra, para que a través de los postes de luz nos permita, por medio de sensores, identificar cuándo pasan motos que han sido hurtadas o son buscadas por la Policía”.

Andrés Rico, docente de la facultad de Ciencias Políticas de la UPB e investigador en temas de seguridad, manifestó que “las inversiones deberán apuntar a los nuevos retos que trae la globalización, como son los asuntos de ciberseguridad, el manejo de los datos y la capacidad de actuación tecnología-ser humano”.

Para Santiago Tobón, director del Centro de Investigaciones Económicas y Financieras de Eafit, las cámaras siguen siendo una prioridad. Incluso es coautor de un estudio que demostró su efectividad en Medellín (ver el recuadro).

Además de las convencionales, sugirió aumentar la inversión en las cámaras corporales de la Policía (bodycam). “No hay demasiados estudios que concluyan sobre este tema, pero la evidencia que hay sugiere que tiene beneficios. Por un lado, regular el comportamiento de los policías, para más transparencia en el servicio; por el otro, también ayuda a regular el comportamiento ciudadano, la gente empieza a portarse mejor cuando interactúa con los policías; y un tercer tema importante es que lo que se graba allí sirve como evidencia y para procesar más rápido muchos casos”.

Usar mejor la tecnología
En una reciente entrevista con este diario, publicada el pasado 5 de enero, el general Eliécer Camacho, comandante saliente de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, valoró el aporte de las cámaras LPR en la lucha contra la delincuencia. No obstante, indicó que faltaba evolucionar en su aplicación, pues están enfocadas en atacar el hurto, y no otros fenómenos igualmente preocupantes, como el homicidio y la extorsión.

“Es una tarea pendiente, la pandemia afectó la consecución de tecnología, las compras y recolección de dinero, porque algunas obras se pararon y de eso sale un porcentaje para inversiones de seguridad. La Secretaría de Seguridad de Medellín está buscando esos recursos. A los polígonos de seguridad hay que fortalecerlos con tecnología, a veces tenemos que llevar policías a unos sitios porque no tenemos cámaras para la parte preventiva o la judicialización, pero sí está proyectado que Medellín tenga ese fortalecimiento en algunas comunas donde hay homicidios”.

El secretario Acevedo recordó que las LPR “se trajeron inicialmente para contrarrestar el hurto de carros y motos, por lo que se ubicaron en las principales vías de la ciudad y algunas secundarias”.

Sin embargo, indicó que ya comenzaron a usarse algunas para esclarecer asesinatos, como el del historiador y militante político Campo Elías Galindo, perpetrado el 28 de septiembre de 2020 en un apartamento del barrio Los Pinos.

“Las cámaras rastrearon el recorrido de taxi que abordó la mujer que lo asesinó, y permitieron ubicar otras cámaras que ayudaron para lograr su captura”, precisó, añadiendo que este año se espera poner otras LPR en comunas afectadas por homicidios.

El profesor Rico manifestó que “un aspecto importante en los recursos tecnológicos es la necesaria articulación entre talento humano capaz de utilizar todo esto de manera óptima, y un entendimiento de la ciudadanía para un buen uso de estos componentes. La tecnología por sí sola no es suficiente para una política integral de seguridad”.

El académico enfatizó en el hecho de que la ciudad debe invertir en la capacitación del personal que emplea la tecnología, para sacarle mayor provecho, y al mismo tiempo en la educación de la comunidad frente a este sistema. “La ciudadanía debe saber que estos recursos no pueden ser usados de manera negativa, como es el caso de la Línea 123, en la que se registran llamadas inoficiosas que quitan tiempo a emergencias que requieren reacción inmediata”, dijo.

En este aspecto coincidió el concejal López, al indicar que las personas en la calle deben participar en estas redes, “porque si no, lo que vamos a tener es un gran sistema de identificación y grabación de delitos, y no uno que nos permita prevenir y controlar el orden público”.

Rico agregó que una mayor inversión en nuevas tecnologías, implica una responsabilidad más grande en cuanto al manejo de datos y el respeto a la privacidad. En sus términos, “muchos de estos elementos tecnológicos pueden significar un Estado más vigilante, lo cual no siempre es bien visto por la ciudadanía. La biometría, por ejemplo, exige un reconocimiento de las personas a partir de sus rasgos y comportamientos, y aunque constantemente los ciudadanos dejan sus datos biométricos en distintas APP o juegos, no siempre será aceptado si el objetivo no es entretener (como es el caso de la FaceApp para hacerse más viejo, joven, niño, etc.) sino para ser vigilado”.

Un ejemplo de esto fueron los cuestionamientos que un sector de la sociedad hizo a la Alcaldía por el programa informático Medellín Me Cuida, diseñado para recolectar información estratégica para atender la pandemia, pero que despertó inquietudes sobre el manejo de los datos personales de la población

2.352 zonas vigilan las cámaras, según la Alcaldía. De ellas, 496 están en el Centro.
575 motos y 117 automotores recuperados en 2020 en Medellín, usando cámaras.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
LA DISUASIÓN A LOS DELINCUENTES

El académico Santiago Tobón es coautor, junto a Daniel Mejía y Santiago Gómez, del estudio titulado “El efecto disuasivo de las cámaras de vigilancia sobre el delito”, publicado esta semana en la revista científica Journal of Policy, Analysis and Management. En esa investigación se analizaron 448 cámaras ubicadas en Medellín, entre 2013 y 2015. Según Tobón, “encontramos que con las cámaras hay una reducción del crimen del 19%, y también una reducción en los arrestos del 11%. Esto sugiere que las cámaras disuaden a los delincuentes de cometer crímenes, lo cual es positivo, porque vos querés disuadir al criminal, no necesariamente capturarlo, porque eso sale más costoso para el sistema de justicia”.

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