ECUADOR:
Hay una segunda vuelta cuando ningún postulante obtuvo, en la primera votación, mayoría absoluta o más del 40 % de votos y 10 % de diferencia con el otro.
Los ecuatorianos volverán a las urnas este 9 de febrero del 2025 para escoger a un mandatario para los próximos cuatro años. Será el cierre del periodo de transición derivado de la declaratoria de muerte cruzada que hizo el expresidente Guillermo Lasso en mayo del 2023.
El artículo 143 de la Constitución de la República señala que el jefe de Estado será elegido “por mayoría absoluta de votos válidos emitidos (la mitad mas uno)”.
Y si en la primera votación ninguno de los aspirantes logra esa mayoría absoluta, se realizará una segunda vuelta dentro de los siguientes 45 días, y en ella participarán los dos más votados en la primera vuelta.
No será necesaria segunda votación si el candidato que consiguió el primer lugar obtiene al menos el 40 % de los votos válidos y una diferencia mayor de diez puntos porcentuales sobre la votación lograda por el ubicado en el segundo lugar, agrega la norma.
En los discursos de la campaña electoral para los comicios de este domingo, la cual termina a la medianoche de este jueves, 6 de febrero, algunos de los aspirantes a la primera magistratura dicen estar convencidos de que ganarán “en una sola vuelta”.
Que un candidato presidencial triunfe en primera vuelta es algo que ya ocurrió en dos ocasiones: fue con Rafael Correa en los comicios del 2009 y el 2013.
Las elecciones del 2009 se realizaron como consecuencia del proceso constituyente desarrollado entre el 2007 y el 2008 impulsado por Correa, que fue elegido presidente por primera vez en los comicios del 2006.
Con la aprobación de la nueva constitución en octubre del 2008 se convocó a elecciones de todas las autoridades, desde el presidente hasta asambleístas y alcaldes.
Correa, que en esa época era dirigente del extinto movimiento Alianza PAIS, ganó la Presidencia en primera vuelta con 3′586.439 votos, el 52 % del total de los válidos; en segundo lugar quedó Lucio Gutiérrez, de Sociedad Patriótica, con 1′947.830 votos, o el 28,2 %.
En las elecciones del 2013, Correa volvió a ganar en primera vuelta: obtuvo 4′918.482 votos, o el 57,2 %; mientras que Guillermo Lasso, del movimiento Creando Oportunidades (CREO), alcanzó 1′951.102 votos, el 11,7 % del total.
Ese 57,2 % es la votación porcentual más alta en primera o única vuelta que ha tenido algún candidato presidencial desde el retorno a la democracia.
En la segunda vuelta de las elecciones de 1978, el candidato Jaime Roldós, de Concentración de Fuerzas Populares (CFP), obtuvo el porcentaje de votación más alto del periodo, con el 68,5 %.
El politólogo Juan Rivadeneira comenta que Correa ganó en primera vuelta en esas ocasiones, entre otras razones, “porque estableció un nuevo sistema político en que el Ejecutivo controlaba casi todos los espectros de lo público e influía de manera significativa en los comportamientos de la sociedad; además, la bonanza petrolera ayudó a que el gasto público aumente de manera indiscriminada, incluyendo la contratación agresiva de deuda, lo que creó una sensación artificial de bienestar que no se sostenía, necesariamente, en mayor productividad”.
Andrea Endara, también politóloga, indica que el exmandatario tenía en el 2009 una alta popularidad y había mucho “hartazgo” de la ciudadanía de la clase política. “Correa ganó en el 2006, lanza la Constituyente y el discurso era ‘Estamos cambiando todo el sistema (para que) sea más justo’. Entonces, la gente que estaba cansada de lo anterior, y se estaba haciendo un cambio, en teoría, para atender sus necesidades, le da su voto y saca una diferencia abismal con el que estaba segundo”.
En el 2013, en tanto, el exmandatario se apuntaló en el trabajo en territorio que hacía Alianza PAIS y el discurso de “recuperación de la patria” que se reflejaba en la construcción de obras, becas y otros beneficios sociales que pudieron concretarse por la “bonanza económica” por los altos precios del crudo.
Ambos analistas coinciden en que el escenario de ese entonces es distinto al actual, pero que la política ecuatoriana tiene tantos matices que todo es posible.