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El hedor, la oscuridad y el miedo se pasean fuera de La Macarena

Las aglomeraciones son constantes y la infraestructura es insuficiente. Los olores son insoportables FOTO CAMILO SUÁREZ

MIGUEL OSORIO MONTOYA

Ir allí se ha convertido en deporte extremo: se llega por un puente estrecho, mal iluminado y repleto de excrementos. Hay raponazos. ¿Qué pasa?

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Los alrededores de La Macarena son tierra de nadie. Por la autopista, indiferentes, los vehículos pasan raudos, sin detenerse. En los alrededores, entretanto, deambulan hombres y mujeres sin hogar, que duermen bajo los puentes. Esa gente, que va por ahí vagando, pasando los días, deja sus desperdicios sobre el suelo; luego, en noches luminosas, de espectáculo, esos alrededores se llenan de filas interminables. Entonces, tapándose la nariz y frunciendo el ceño, van avanzando, quejándose del hedor.

Lo que padecen los asistentes a los eventos que se realizan en La Macarena no son nuevos, pero se han hecho más evidentes este año con la reactivación completa de los conciertos luego de la pandemia. Solo en septiembre, en el sitio se presentó el artista Ferxxo, en tres días consecutivos. Después el turno fue para Ricardo Arjona, el guatemalteco.

Pero los malos olores no son el único mal que padecen quienes van a los eventos de La Macarena. Catalina González, por ejemplo, fue a uno de los conciertos de Ferxxo, el del 11 de septiembre. Su experiencia la resume en una frase: “Horrible. Hay mucho desaseo, basura, orines y hasta excremento de humanos”.

Una queja similar tiene Isabel Osorio, que fue al concierto del reguetonero el sábado 10 de septiembre. Sobre las 7:00 de la noche llegó por la avenida San Juan y se dirigió hacia el puente peatonal que lleva hacia el centro de espectáculos.

Además de la oscuridad que le hizo sentirse insegura, se molestó por los malos olores. “No mire hacia el suelo, no mire hacia el suelo”, le dijo uno de sus amigos. El piso estaba minado de excrementos humanos.

 

Pero, como bien se dijo, los hedores son apenas una parte del problema. El año pasado, las barandas del puente peatonal que conduce a La Macarena fueron arrancadas, una a una, supuestamente por habitantes de calle. Pasa como en muchas zonas de la ciudad: en las noches, con paciencia, inescrupulosos las removieron para luego venderlas en chatarrerías, muy seguramente para comprar comida o vicio.

En general, la infraestructura está deteriorada. Las luces públicas funcionan a medias o se las roban. Cuando cae la noche, el lugar queda en una semioscuridad que propicia los robos y el raponazo. Una asistente al concierto de Andrés Cepeda, celebrado el 17 de septiembre, contó que llegó cuando ya la mayoría de asistentes había ingresado. Como el lugar ya estaba semivacío, le tocó presenciar cómo dos mujeres, desesperadas, gritaban que les habían robado el celular. Según el relato, no había un policía en el lugar, pese a que al frente hay un CAI de la Policía.

Y esa es otra de las quejas que más abunda: la falta de autoridad. Un realizador de eventos en La Macarena, que no quiso dar su nombre, contó que la ausencia de policías, sumado a la oscuridad, da pie para que proliferen los hurtos. “No hay presencia ni del tránsito. Esto no se trata de generar temor, porque así la gente no iría a La Macarena, pero sí de llamar la atención. Esta situación puede afectar la industria y hacemos un llamado a la Alcaldía para que se tomen acciones”, dijo el realizador de eventos.

D’group, la empresa que hoy tiene a cargo a La Macarena, tiene un plan para mejorar las condiciones del escenario, sin embargo, hay un escollo, y es que la plaza está declarada Bien de Interés Cultural, lo que obliga pedir permiso a Mincultura para realizar cualquier intervención. Actualmente se adelanta en Plan Especial Medio de Patrimonio (PEMP) del que se espera a final de este año esté aprobado para iniciar una serie de intervenciones que van a mejorar las condiciones actuales de la plaza, entre los que se consideran nuevos accesos y plan de transporte público para alimentar las salidas al metro, taxis y buses.

Otro de los problemas, no menos importante, tiene que ver con que el acceso, que se hace por el puente peatonal. El espacio es estrecho y sucio, como lo relató Isabel Osorio: “A la salida de los conciertos se hacen tumultos y se avanza muy lento, va uno aguantándose ese olor todo el puente”.

EL COLOMBIANO le preguntó a la Secretaría de Infraestructura Física si se ha planeado mejorar el acceso a la plaza por el puente, que es público, pero desde allí no respondieron al cierre de esta edición.

Quejas por el ruido

Los asisntentes no son los únicos que se han quejado de La Macarena. Lina Vélez vive cerca de la plaza desde hace siete años. Nunca, como en los últimos dos años, había sufrido tanto por el ruido de los conciertos, dijo.

Vélez se despachó con la Alcaldía por la falta de control. En un trino citó directamente a Vanesa Álvarez, la secretaria de Medio Ambiente, para que le respondiera por lo que ella considera la ausencia institucional: “Es absurdo, nunca había escuchado un concierto así. Cómo no vigilan esto. Y por favor, secretaria, respóndeme un trino por lo menos, así sea para decir que no le compete, pero diga algo”.

Los vecinos se quejan del exceso de ruido. EL COLOMBIANO consultó a Dgroupe, la empresa de eventos que administra La Macarena. Ricardo Pélaez, el CEO de la empresa, dijo que no tenía conocimiento sobre las quejas por los excesos de ruido. Explicó que son los artistas y los productores los que manejan la acústica y el sonido. Es decir, cada uno, siguiendo las normas, determina el nivel. Peláez argumentó que la Alcaldía hace “controles permanentes” para que no se violen las normas.

Al final, el debate termina en que Medellín necesita un lugar construido y adecuado exclusivamente para grande eventos, cosa que hoy no tiene .

15 mil personas es el aforo máximo de la plaza, según el formato del evento.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARÉNTESIS
ALTERNATIVA: EL ARENA MEDELLÍN

Medellín tiene en mente un escenario que sirva para la realización de grandes eventos como conciertos. Se contempla un escenario con capacidad para 16.000 personas, 24 locales comerciales y 733 celdas de parqueo. Su costo son 91.790 millones para la construcción de infraestructura y 70.219 para dotación y gastos de funcionamiento —$162.000 millones en total— de acuerdo con el estudio de prefactibilidad.

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