El país acumula 500 conflagraciones en las últimas semanas.En Antioquia, de 150 ocurridas recientemente, 12 fueron atendidas en las últimas 24 horas. Los bomberos están al límite.
Colombia está sitiada por las llamas. Durante las últimas semanas, desde el inicio de la temporada seca, más de 500 incendios han causado estragos en diferentes puntos del país y tienen bajo máxima presión a los organismos de socorro.
De acuerdo con el balance más reciente de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, ayer había por lo menos 27 incendios activos en todo el territorio nacional. Entre las emergencias de mayor envergadura se destacan incendios como los que desde hace tres días consumen los Cerros Orientales en Bogotá, la conflagración que ha arrasado con por lo menos 200 hectáreas del páramo de Berlín, en Santander, así cómo otra oleada de emergencias que han arrasado con cerca de 7.000 hectáreas en departamentos como Vichada, Casanare y Guaviare.
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En los pronósticos del Ideam, por lo menos 582 municipios habían sido declarados ayer en alerta roja ante el riesgo de incendios de cobertura vegetal, la mayoría concentrados en la región Andina.
Ante este panorama, al que se suma el estrés hídrico por el que atraviesan 60 municipios, el presidente Gustavo Petro anticipó estar alistando un decreto para declarar el desastre natural, esto con el objetivo de agilizar y solventar la atención de las emergencias.
En el caso de Antioquia el panorama es igual de crítico. Según informó ayer el director del Departamento de Gestión del Riesgo de Antioquia (Dagran), durante las últimas semanas por lo menos 150 incendios se habían registrado en el departamento, 10 de ellos en las últimas 24 horas.
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Trepando por escarpadas laderas y sorteando los suelos más agrestes, los bomberos han sido la principal barrera de contención para evitar un desastre mayor.
En equipos en su mayoría compuestos por voluntarios, en muchos casos trabajando con las uñas, son estos socorristas los que están viviendo en primera fila y en carne propia la faceta más dura de esta crisis.
En el Oriente antioqueño uno de los incendios más graves se registró el pasado martes en el municipio de San Vicente Ferrer, cuando una conflagración que arrasó con más de 30 hectáreas de la vereda Chaparral obligó a que medio centenar de bomberos de toda la subregión se sumaran a los esfuerzos por sofocar las llamas.
El sargento Jorge Alexander Gallego Arias, comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de San Vicente, cuenta que ese apoyo fue crucial para contener el desastre.
“El incendio era de gran magnitud, por lo que solicitamos apoyo a los cuerpos de bomberos vecinos. Once de ellos atendieron nuestro llamado. También tuvimos apoyo de la Fuerza Aérea con 17 descargas de Bambi bucket, que de no haber sido por ellas no lo habríamos podido controlar”, narra Gallego, agregando que, aunque el fuego pudo extinguirse hacia las 4:30 p.m. del martes, los esfuerzos por enfriar los suelos para que el mismo no se reactivara se alargaron hasta la media noche.
Tras completar más de 25 años de servicio, el sargento Gallego cuenta que el trabajo en equipo es una de las claves de oro para vencer las conflagraciones.
En una región en donde la falta de presupuesto y de herramientas es el pan de cada día para los socorristas, los bomberos de los diferentes municipios se han convertido en un bloque articulado que trabajaba al unísono.
En el caso de San Vicente, cuya estación cuenta con 25 voluntarios que a través de un sistema de turnos logra estar disponible las 24 horas del día y los 365 días del año con al menos 5 efectivos, la más reciente temporada de incendios los ha desbordado.
“Este fenómeno de El Niño está muy duro y nos está tocando a nosotros los bomberos. Los incendios están gigantescos y el calor que está haciendo en los sitios de los mismos es impresionante. La tierra está muy seca”, cuenta Gallego, quien pese a ser voluntario desde 1998, desde 2017 fue que comenzó a trabajar de lleno como socorrista. “Esto es una vocación de servicio que nace con uno”, añade.
A pesar de ese largo tiempo de servicio, Gallego cuenta que durante su carrera el problema de las conflagraciones sigue teniendo la misma raíz, y es que en su mayoría son provocadas por las personas.
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En la emergencia de este martes, por ejemplo, los socorristas lograron constatar que las llamas habrían iniciado por cuenta de una quema de residuos de una cosecha de fríjol, que con los fuertes vientos que se vienen registrando en el departamento terminó saliéndose de control.
En un tono más severo, el comandante del Cuerpo de Bomberos de Bello, el capitán Nelson Zuluaica Patiño, advierte que en ese municipio 9 de cada 10 incendios son provocados por personas, muchas de ellas por el mero placer de ver los árboles arder.
En el caso de este último municipio, que en las últimas 24 horas tuvo que hacerle frente a cuatro incendios simultáneos, Zulaica coincidió que en que este año están más ocupados de lo habitual.
Las últimas conflagraciones importantes se localizaron en el sector La Palma, San Félix; otro en la parte baja del Quitasol, en el sector de Niquía; y otro en inmediaciones del barrio París. Todos ellos difíciles de extinguir y en los que hubo viviendas en riesgo.
En Niquía, por ejemplo, múltiples videos ciudadanos captaron cómo los socorristas tuvieron que enfrentarse a llamas de más de 4 y 5 metros de altura, que sólo lograron ser sofocadas por la acción de más de 1.200 galones de agua.
Estamos atentos a la atención de incendios forestales reportados por los consejos municipales de gestión del riesgo de Bello, El Peñol y Jericó. En este último mpio el evento ya se encuentra controlado, mientras que los otros están siendo atendidos por bomberos y Defensa Civil. pic.twitter.com/o6Isk5mwZR
— Dagran Antioquia (@DagranAntioquia) January 20, 2024
Luego de completar más de 25 años de experiencia en su labor, la mayoría como voluntario y los más recientes 8 como bombero de planta, Zulaica coincide en que en la última temporada de menos lluvias el ajetreo ha estado por encima de lo normal.
Pese a que los incendios estructurales siguen revistiendo el mismo peligro, el capitán apunta que los que ocurren en los cerros son más difíciles de controlar, a raíz de la sequedad de los suelos y la acción de las corrientes de aire, que rápidamente los avivan.
A diferencia de las emergencias que ocurren en la parte urbana, en las que con un camión conectado a un hidrante puede dispararse a la base de las llamas, en zonas como el Quitasol la difícil topografía obliga a los socorristas a emplear herramientas manuales, generando que el desgaste físico sea mayor.
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Aunque en contraste con San Vicente Ferrer, Bello dispone de 75 bomberos de planta y 143 bomberos voluntarios, Zulaica coincide en la preocupación de Gallego ante el riesgo de que sus capacidades se queden cortas ante tantas emergencias que están ocurriendo al mismo tiempo.
Además de Bello, solo en el caso de Medellín, la administración distrital alertó por su parte que este año se han controlado 76 incendios forestales, una cifra que equivale a un incremento del 447% en comparación con el mismo periodo de 2023.
En la capital antioqueña, el balance más actualizado daba cuenta de que el área de zonas boscosas afectadas por estas emergencias ya ascendía ayer a los 650.046 metros cuadrados.
Con base en este panorama, el director encargado del Dagran, Carlos Ríos, insistió en hacer un llamado a la ciudadanía no solo para que alerte en caso de una conflagración, sino para que evite hacer quemas e incurrir en descuidos que permitan que esta crisis siga ganando terreno.
