La Clínica San Juan de Dios de La Ceja le dio la bienvenida a Simba, un perro de asistencia emocional que, según la entidad, ya se ha ganado el cariño y está dejando huella entre pacientes, profesionales de la salud y visitantes.
Simba no es un perro cualquiera. Fue adoptado del refugio municipal de La Ceja y, gracias a un convenio entre una fundación especializada y la Gobernación de Antioquia, recibió entrenamiento para acompañar a personas en hospitales, centros de bienestar del anciano y otros espacios de cuidado. Hoy, su historia tiene un nuevo capítulo: brindar apoyo emocional y compañía a los pacientes de la clínica.
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“Simba fue adoptado del refugio de La Ceja. Perteneció al trabajo de una fundación con un convenio con la Gobernación de Antioquia y, junto con otros perros, fue entrenado para asistir hospitales, centros de bienestar y hacer acompañamiento”, cuenta Diana Botero Franco, psiquiatra de niños y adolescentes.
Simba estará acompañando de forma especial las consultas de Psiquiatría Infantil, donde junto a la doctora Diana ayudará a crear un ambiente más cálido, seguro y empático para los niños y adolescentes.
“Dentro de muchos beneficios, en el ambiente de la consulta puede ayudar a romper las barreras de comunicación, generar un mejor ambiente y empatía en la relación médico-paciente. En los servicios donde las personas llevan mucho tiempo hospitalizadas, tener una mascota, acariciarla y consentirla, puede hacer una gran diferencia en su proceso de recuperación”, agrega la doctora Botero.
Simba también ha comenzado a recorrer los servicios de hospitalización, donde fue recibido con entusiasmo. Todos quieren saludarlo, tomarse fotos con él y compartir un momento de alegría.
Desde la gerencia general de la Clínica, el doctor Andrés Gallego Orozco ha respaldado firmemente esta iniciativa como una apuesta por el bienestar integral de las personas: “Es muy importante para nosotros contar con este tipo de terapias que han sido científicamente probadas. Junto con nuestra psiquiatra y el apoyo de este canino que está permanentemente en sus consultas, hará que los niños o los pacientes en salud mental tengan una rehabilitación mucho más amigable”.
Simba ya camina por los pasillos de la clínica con su mirada serena y amor incondicional, generando sonrisas, alivio y conexión genuina. Su llegada es una invitación a seguir construyendo espacios donde el cuidado también se exprese en gestos simples, como una caricia o un ladrido amistoso. Su presencia no solo genera ternura, sino también evidencia un impacto positivo en el entorno terapéutico y hospitalario.
