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Así se hace la rehabilitación a pacientes poscovid en Medellín

JUAN ALCARAZ

Existen terapias que se desarrollaron en la ciudad y que se aplican para recuperar la capacidad de órganos y músculos afectados por la enfermedad. Conózcalas.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

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Cuando Juliana Muñoz, de 28 años, superó la covid-19 se enfrentó a otra realidad: no podía respirar bien. Subir y bajar escaleras o caminar un par de cuadras se convirtió para esta administradora de empresas en un desafío, le costaba mucho esfuerzo.

Y había más: sentía debilidad en las manos y en los pies, dolor en la espalda, sensación de fatiga y desaliento, malestar general de pies a cabeza y el cuerpo le pesaba como si el día anterior hubiera estado más de cuatro horas seguidas trotando o montando en bicicleta. Fueron las secuelas que le había dejado este coronavirus.

“Si le iba a hablar a alguien me sentía alcanzada, me tocaba decirle que me esperara porque me quedaba sin capacidad respiratoria. No era una fatiga normal, era muy superior, todo el tiempo estaba cansada”, cuenta Juliana.

Así como ella, otras 2.788.751 personas han logrado recuperarse de la covid-19 en Colombia, según el Ministerio de Salud (a 7 de mayo). Sin una estadística precisa se sabe que algunos, tras superar la enfermedad, siguen conviviendo con los rastros que les deja el virus.

¿Qué se hace?

Verónica Ciro, médica del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación de la Clínica Las Américas, señala que desde junio del año pasado cuando abrieron el programa de rehabilitación poscovid han ayudado a cerca de 400 pacientes a mejorar su calidad de vida, pero aclara que estas terapias “no son las mismas para todos” y se realizan de acuerdo al tipo de secuela que presentan.

“Una persona que tenga debilidad muscular o alteración para la marcha requerirá terapia física, si las consecuencias son cardíacas o pulmonares requerirá terapia respiratoria y rehabilitación cardiopulmonar”. En las personas que no pueden desempeñar adecuadamente sus actividades cotidianas deben recibir terapia ocupacional y quienes presentan dificultad para hablar o tragar reciben una rehabilitación de fonoaudiología.

En el caso de Juliana, para superar los efectos que le dejó el coronavirus, estuvo recibiendo durante diez sesiones terapia de rehabilitación muscular en la Universidad CES de Medellín. “Aprendí nuevamente a respirar y a ser más consciente de cómo hacerlo, el cuerpo volvió a ser como era antes, no se siente tanto cansancio y el dolor de espalda mejoró”.

Lo de Juliana fue muscular y respiratorio, pero hay otras consecuencias que se producen según el grado de la infección, como lo explica Ciro: “Unas son propias de la enfermedad como, por ejemplo, la fibrosis pulmonar, secuelas por la formación de trombosis en el corazón, el cerebro, las extremidades o los pulmones, entre otras”.

Ganar fuerza y energía

Este coronavirus deja secuelas multisistémicas, es decir, afectaciones a uno o varios órganos del cuerpo. Indica la doctora Ciro que en esos casos de hospitalización prolongada, o de estadía en unidad de cuidados intensivos, las personas pueden salir con afectaciones que se manifiestan por medio de lesiones en la piel, dificultades para hablar o tragar, alteración en los nervios periféricos, en los músculos, fatiga persistente, dolor, dificultad para respirar y alteración en el estado emocional o cognitivo.

También se encuentran los problemas de tipo musculoesquelético porque en el proceso de recuperación el paciente estuvo quieto y eso hace que estos órganos pierdan niveles de fuerza y de una manera parcial se atrofien.

“En dos semanas de inmovilidad se podría perder, aproximadamente, hasta el 40 % de la fuerza muscular que tenía la persona antes de tener el virus”, explica Felipe Monsalve Vélez, docente de la Universidad CES. Los síntomas más comunes son: sensación de fatiga, piernas débiles, no ser capaz de caminar por mucho tiempo y sensación de ahogo por la debilidad de los músculos.

El programa de rehabilitación muscular de esta institución universitaria comenzó a estructurarse en septiembre de 2020, entró en funcionamiento en el primer trimestre de este año y está dirigido solo a pacientes que hayan presentado síntomas leves o moderados, sin una implicación pulmonar importante, y que tengan un desacondicionamiento físico (debilidad en huesos, articulaciones y músculos) derivado de la infección del virus.

Les enseñan ejercicios y movimientos que les facilitan el ahorro de la energía. “En la primera fase el médico deportólogo hace dos tests de la condición física para determinar tanto la condición pulmonar como la muscular y para saber si está apto para ingresar al programa”.

Ya en la segunda etapa el paciente es remitido al equipo de fisioterapia donde comienza con los ejercicios físicos que le permita restablecer las actividades cotidianas, laborales o deportivas y en las que requiera fuerza, resistencia y flexibilidad.

“Utilizamos máquinas convencionales como las bicicletas o las caminadoras, según las posibilidades del paciente. Después se empiezan a hacer ejercicios musculares enfocados en mantener o mejorar la resistencia del músculo. A medida que el paciente va ganando resistencia incrementamos las cargas para llegar al punto donde recobre los niveles de fuerza que tenía antes”.

La última fase se compone por un programa de mantenimiento físico y acompañamiento nutricional para recuperar la composición corporal y la parte metabólica. “Buscamos que el paciente después de un plazo mínimo de seis semanas no vuelva a tener sensación de fatiga o debilidad, que suba y baje escaleras sin problema o si es deportista vuelva a hacer su deporte sin afectaciones o riesgos”.

Entrenar la respiración

La capacidad pulmonar retiene el suministro de energía necesario para desarrollar las actividades cotidianas (caminar, saltar, hablar, moverse) y el oxígeno es el encargado de suministrar esa energía a los diferentes órganos del cuerpo. En el caso de los pacientes que pasan por la etapa aguda del coronavirus, una de las secuelas que presentan es que pierden esa capacidad pulmonar.

“El diafragma es el músculo con el que respiramos, es el 90 % de la respiración, en las personas afectadas por el covid-19 este músculo pierde la capacidad de contraerse, entonces por eso no pueden respirar bien”, señala Dulfary Mejía Vanegas, profesora de la Fundación Universitaria del Área Andina.

Para fortalecer la fuerza de contracción del diafragma y que el paciente ingrese el volumen de aire suficiente que le garantice el aporte de oxígeno, la docente señala que se utiliza la terapia de rehabilitación pulmonar.

Como la persona estuvo tanto tiempo en reposo, lo primero que hacen es recuperar la fuerza del tronco porque el diafragma está localizado entre el estómago y el tórax. Esto se logra con una posición sentada o semisentada.

“Luego nos apoyamos en una técnica instrumental en la que utilizamos un dispositivo llamado Inspirómetro, incentivo con el que el paciente hace inhalaciones profundas a través de una boquilla, el objetivo es que logre mover el estímulo visual (pimpón) y a medida que va mejorando su capacidad pulmonar va movilizando cada vez mayor cantidad de aire y esto hace que aumentemos la resistencia”.

Mientras haya mejoría los especialistas pueden ir disminuyendo el oxígeno suplementario con el que el paciente fue enviado a casa. Otros resultados que se obtienen son: lograr periodos cortos de caminata y disminuir las sensaciones de ahogo y cansancio al hablar o masticar. “Desde junio del año pasado hemos atendido con esta terapia a aproximadamente 150 personas”, apunta Mejía.

Sanar el dolor mental

En el informe Cómo debería cambiar la atención de la salud mental como consecuencia de la pandemia publicado en The Lancet Psychiatry en septiembre del año pasado, un grupo de investigadores internacionales muestran las enfermedades mentales que se presentan en pacientes que contrajeron el coronavirus. Revela que estas personas quedan con síndrome de estrés post-traumático (32,2 %), síntomas de depresión (14,9 %) y con cuadros clínicos de ansiedad (14,8 %).

Juan Carlos Caicedo, doctor en Ciencias Biomédicas y profesor de la Universidad Externado, sostiene que cuando un paciente crítico sale de la UCI y sobrevive, por ejemplo, al día siguiente aún tiene traumas y dolores emocionales por la actividad inflamatoria que le envía al cerebro señales de sufrimiento mental.

A esto se suma la carga simbólica de la pandemia: hay un riesgo de muerte y de contagio. “Durante esas dos semanas (o más) no tiene contacto con sus seres queridos y está privado de afecto, es una instancia hospitalaria dolorosa, al final se requiere un proceso de rehabilitación a nivel mental”, dice.

Y entonces, ¿cómo se logra la rehabilitación emocional en pacientes poscovid? El docente manifiesta que a través de la psicoterapia, proceso que se elabora de acuerdo a los síntomas mentales que expresa cada persona.

En pacientes que tuvieron cuadros leves (como una pequeña gripa), por ejemplo, se aborda “con acciones que le ayuden a tomar conciencia, que la posibilidad de volverse a contagiar es alta, que cambie las emociones negativas, es un mensaje más dirigido hacia el sentido de prevención”.

El segundo grupo de pacientes: los moderados (con muchos más síntomas) que presentan una inminencia de muerte (pensar que se pueden morir por la enfermedad). “La terapia debe centrarse en un acompañamiento psicosocial para que supere esas emociones negativas que estuvieron muy exacerbadas también por la misma actividad inflamatoria de la covid”.

aicedo cuenta que existe un tercer grupo: los casos severos. En estos, a raíz de la privación social, desarrollan reacciones de pánico por no tener contacto con los seres queridos y verse en una posibilidad crítica con posibilidad de muerte y con todo el desgaste y el sufrimiento.

“El tratamiento de rehabilitación mental en estos pacientes requiere un apoyo más profundo incluso en términos psiquiátricos para recuperar los ritmos de sueño, si presenta síntomas de estrés postraumático requiere un manejo psicológico más fuerte para que logre resignificar esa experiencia tan dolorosa”.

Las secuelas clínicas que se manifiestan en los cuerpos de los pacientes poscovid son una nueva alerta, una necesidad que requiere un abordaje multidisciplinar. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC) afirman, en su página web, que todos los estudios y reseñas que se hagan en personas que sobreviven al virus serán vitales “para dilucidar las condiciones posteriores a esta enfermedad”.

Los centros de rehabilitación que se enfocan en estos pacientes abordan un nuevo desafío para ayudar física y mentalmente a quienes superan el virus.

40% de fuerza muscular pierde un paciente en dos semanas de inmovilidad por la covid-19.

CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
OTRA UNIDAD POSCOVID EN COLOMBIA

Además de las experiencias del CES y Las Américas en Medellín, nació en Bogotá esta unidad para atender a las personas que específicamente han tenido covid-19 y quedaron con alguna secuela en su salud a causa de la enfermedad. El Centro de Estudio de Enfermedades Autoinmunes (CREA) de la Universidad del Rosario y la Clínica del Occidente son las entidades creadoras de este lugar que “nació al observar que los pacientes una vez dados de alta presentaban posteriormente afectaciones en su salud relacionadas con problemas pulmonares, neurológicos, cardíacos o reumatológicos, principalmente”, explica Juan Manuel Anaya, director del CREA. Allí se atienden a las personas diagnosticadas con el virus y que presenten manifestaciones en su salud como fatiga, depresión, cuadros neurológicos, dermatológicos o cardíacos.

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