Aseguran que los hedores continúan y que sus propiedades se han devaluado por los hedores que son frecuentes.
Los malos olores que, según ellos, emanan de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Aguas Claras, en Bello, hicieron madrugar este lunes a los vecinos del sector de Niquía donde está ubicada.
Desde las siete de la mañana, cerca de 50 de personas que dicen estar afectadas por la operación de la Ptar están protestando porque, de acuerdo con sus líderes, EPM ha hecho caso omiso de sus quejas al respecto, en tanto que otras personas han acompañado el movimiento haciendo sonar cacerolas y utensilios de cocina desde las ventanas de sus residencias.
Alexánder Álvarez, vocero de la Veeduría de Afectados de la Ptar, explicó que son constantes los hedores a materia fecal y huevo podrido que penetran hacia las casas ubicadas aproximadamente a mil metros a la redonda de esa infraestructura de saneamiento que se construyó para limpiar las aguas del río Medellín.
Añadió que el suplicio de un grueso número de familias comenzó desde 2018, cuando comenzaron las pruebas previas a la operación, pero se agudizó desde 2019, cuando las instalaciones empezaron a funcionar.
“Tenemos una afectación tremenda y EPM dice que ya acometieron acciones para eliminar esos olores, pero lo cierto es que nosotros seguimos en las mismas”, reiteró Álvarez.
Los barrios afectados son Navarra, Machado y El Trébol, lo mismo que urbanizaciones como Florida, Norteamérica, Rotterdam, Plaza Navarra, Torre Navarra, Ceiba del Norte y Hacienda Niquía.
“Para mí es una falla que ocurre en alguna parte del proceso que realizan allá con las aguas residuales, porque ocurre a cualquier hora, aunque se siente más en el día, cuando la gente está despierta, y en los fines de semana, porque hay más personas en sus casas”, explicó el líder comunitario.
Y las consecuencias, agregó, han recaído en la salud y el bienestar de los pobladores, entre los cuales se han hecho frecuentes las náuseas y vómito, las alergias, las molestias en los ojos y hasta han repercutido en afectaciones psicológicas y hasta en la vida sexual de las parejas porque “a nadie se le ocurre tener intimidad con esa cantidad de olores a materia fecal”.
Todas esas molestias habrían ocasionado igualmente un daño económico porque los inquilinos deciden suspender los contratos de arrendamiento al momento en que se ven sometidos a la supuesta afectación ambiental y habría sobrevenido una consecuente desvalorización de los inmuebles cercanos hasta en un 30%
De acuerdo con Álvarez, desde hace una semana, cuando se anunció la protesta, cesaron en buena parte los olores, lo que querría decir que sí es posible establecer medidas de control.
Al respecto, el presidente de Aguas Nacionales, la filial del Grupo EPM que opera la planta Aguas Claras, Henry Parra, le dijo a EL COLOMBIANO que su ideal es realizar una labor que deje cero olores, pero se trata de una promesa difícil de cumplir, porque si bien en procesos se desarrollan de manera rigurosa y en la planta han incorporado toda la tecnología de punta posible para que los procesos sean limpios, existen factores contingentes que se salen de control.
Por ejemplo, explicó, hace poco estalló una subestación de energía que sacó todo el sistema de operación, y aunque existe una fuente de alimentación energética de emergencia, mientras se dio el encendido gradual de los aparatos se pudieron ocasionar malos olores.
De la misma manera, la experiencia les ha enseñado que hay mantenimientos que producen efectos de este tipo, sobre todo si se realizan a ciertas temperaturas y con condiciones de viento fuerte; por ello, estos se programan de noche con el fin de hacer menos propensa la liberación de gases.
Otra causa posible, según agregó, son los daños en aparatos que, igualmente, suceden aunque se tomen todas las medidas preventivas del caso. Y últimamente, de acuerdo con el directivo, ha acontecido una situación adicional relacionada con el verano intenso, que ha ocasionado aumentos de temperatura en el ambiente hasta llegar a los 34 grados centígrados.
“La temperatura del agua se eleva y al ocurrir eso puede en algunos momentos liberar gases que están contenidos en ella, generando golpes de olor”, apuntó Parra.
Como medida de emergencia, la Ptar dispuso equipos de monitoreo en varias unidades residenciales vecina y designó personal para que hiciera lo propio moviéndose por el área aledaña entre las siete de la mañana y las siete de la noche. “Cuando nuestra gente detecta que hay un olor, nos comunica y revisamos cómo están las variables operativas de la planta y si encontramos alguna falla, procedemos a revisar y corregir”, explicó el directivo.
Un correctivo más, que ha demostrado efectividad, ha sido bombear agua a temperatura más baja con el fin de nivelar la temperatura promedio en el caudal que sale de la planta hacia el cauce del río Medellín.
“Para nosotros, la problemática de generar olor es tal vez la más compleja que podamos tener en la planta. Trabajamos para que ojalá ningún día del año se generen olores, pero prometer eso sería irresponsable”, concluyó Parra.
El tema se ha convertido en motivo de discusión permanente en Bello. A mediados de 2020, por ejemplo, se produjo el sellamiento de la Ptar por orden de la inspección de policía y motivada por casi 2.400 denuncias de habitantes frente a las incomodidades que padecían.
Ese mismo año, EPM se comprometió a llevar a cabo un plan que contemplaba 36 puntos para mitigar la problemática en dos frentes: medidas provisionales con la implementación de químicos que neutralizaran las moléculas de olor, lo que facilita que el aire no tenga contaminación; y dos, un paquete de obras definitivo que permitieran llevar los gases a edificios para limpiarlos y que luego pudieran ser transferidos a la atmósfera sin generar molestias. Según la empresa, dichas acciones han sido llevadas a cabo de manera responsable.