Hechos ocurrieron en Bellavista y El Pedregal, hacinamiento y hambre serían las causantes de la situación que pone a las penitenciarías como polvorines.
Como Sebastián Montoya fue identificado el recluso de 25 años de edad de la cárcel Bellavista –en Bello– que resultó muerto en la tarde de este sábado 30 de marzo tras una gresca al interior del penal en la que también resultaron heridos otros tres reclusos.
De acuerdo con las autoridades, Montoya falleció tras recibir cuatro heridas mortales con un objeto cortopunzante luego de una discusión generada en el patio octavo.
A este hecho se suma otra gresca, iniciada por una discusión, ocurrida en la mañana de este mismo sábado en la cárcel de El Pedregal. Allí, en el pabellón 1 de mediana seguridad, un privado de la libertad agredió a otro de 58 años en la cabeza con un objeto contundente.
Tras la intervención de los guardianes, el herido fue trasladado de gravedad a un centro asistencial y posteriormente remitido a un centro de alta complejidad dada la gravedad de la herida causada.
Jorge Carmona, defensor de los derechos humanos de los presos, señaló que estas situaciones se desencadenan sobre todo por el alto hacinamiento de los centros penitenciarios así como la irregularidad y la baja calidad en la comida que reciben los reclusos, pese a las constantes denuncias hechas sobre estos temas.
“Esto se vuelve en un cúmulo de situaciones estresantes que desencadenan las riñas y enfrentamientos en las cárceles de la ciudad, que van en aumento. Es que si usted en libertad después de estar cuatro horas sin comer ya le da mal genio, imagínese que se puede esperar de estas personas hacinadas junto a enfermos en espacios inadecuados y aguantando hambre hasta por 13 horas. ¿Cómo no se va a volver eso un factor estresor?” apuntó.
Y es que las cifras señaladas por el defensor dan cuenta de la magnitud de la problemática. Según Carmona, la cárcel Bellavista con casi 50 años a cuestas está diseñada para albergar 2.224 reos, sin embargo hoy la habitan 3.400 personas. En El Pedregal, de acuerdo con Carmona, la cosa es peor, pues allí están 4.300 presos aunque la capacidad del penal es de 1.150.
“Hay que aclarar que este problema no es un asunto que sea responsabilidad del Inpec. Antes los guardianes son víctimas de la situación porque donde llegue a haber un motín ellos van a ser los primeros afectados. Esto es responsabilidad de los administradores de las cárceles y de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos que se encarga de estos temas”, añadió.
Según Carmona, los ánimos en las penitenciarías están crispados por lo que cualquier motivo, cualquier roce, cualquier mala palabra, pueden generar hechos más graves.
“Esto lo está originando la pésima administración de los centros carcelarios. Es que un ser humano con hambre y en esas condiciones es una cosa muy complicada”, concluyó.