La Sociedad Colombiana de Orquideología le donó al Distrito 800 orquídeas para sembrar en árboles de puntos estratégicos de la ciudad. Buscan preservar el legado de especie que ya difícilmente crece en los bosques.
A mediados de 1968, Elena Baraya, presidenta en esa época de la Sociedad Colombiana de Orquideología, llegó de un viaje de Australia y trajo a Medellín la noticia de que la ciudad sería sede de la VII Conferencia Mundial de Orquideología, que tendría lugar en abril de 1972. Había mucho por hacer en el entonces Bosque de la Independencia, ahora Jardín Botánico, para que quedara a la altura del evento, al que finalmente asistieron 62 delegaciones de 16 países. La conferencia fue la oportunidad para presentar el surgimiento del actual Jardín Botánico de Medellín, el escenario en el que entonces se exhibieron las orquídeas más bellas del mundo.
Esta es solo una anécdota que esconde la importancia que tiene la orquídea en la cultura antioqueña y cómo a lo largo de la historia ha habido quienes se empeñan en preservarla, principalmente por medio de cultivos porque ya no es tan común verlas crecer en los bosques saqueados y deforestados.
Francisco Villegas, integrante de la Sociedad Colombiana de Orquideología, recalca que las orquídeas están arraigadas en la cultura paisa, que eran de lo más tradicional en fincas campesinas, con ejemplares que aún pasan de generación en generación, y que se evidencia en eventos como la Feria de las Flores. Hace poco, la Sociedad le donó al Distrito de Medellín 800 orquídeas que empezaron a sembrar en árboles de distintos puntos estratégicos. Las primeras 280 se introdujeron en el Parque Bolívar, pero han llegado a más zonas.
Incluso, por estos días ha sido común ver a los profesionales sembrando las orquídeas en lugares que se seleccionan con base en condiciones de adaptación. “No es sembrar orquídeas por sembrar, sino que se puedan adaptar a este clima. Se están sembrando plantas que originalmente crecían en los bosques colombianos y que se han reproducido masivamente en viveros en toda Colombia y el mundo. Cuando estaban en su medio natural, en el bosque, crecían en unos árboles que estaban con un ambiente, luminosidad, vientos y altitud parecidos a los de Medellín”, anota Francisco.
Las especies sembradas incluyen Cattleya trianae (la flor nacional), Cattleya warscewiczii (San Juan) y Cattleya candida (anteriormente conocida como Cattleya quadricolor). Ana María Benavides, líder de Conservación del Jardín Botánico, que tiene el convenio con el Distrito para realizar esta actividad, señala que la mayoría de estas especies están categorizabas en peligro crítico de extinción, ya no se encuentran fácilmente en los bosques. No obstante, también resaltó que los antioqueños siguen teniendo un legado muy fuerte con estas, que representan parte de la cultura: “Todo ese legado con Cattleya warscewiczii particularmente es porque solamente se encuentra en Antioquia”.
Aunque Ana María explica que por la escala y la cantidad de las orquídeas donadas por la Sociedad que se están sembrando en Medellín no habría impactos ecosistémicos muy significativos, sino más que todo de tipo cultural, también dijo que luego de que desde el Jardín Botánico introdujeran hace unos años orquídeas y otras plantas sobre árboles de Parques del Río, pudieron notar que estas producen frutos y semillas, lo que indica que se podrían seguir propagando. “No es tan fácil que en las condiciones de ciudad, de forma natural, una semilla pueda propagarse en un árbol nativo, pero las condiciones a nivel reproductivo de ellas sí se dan y es muy exitosa la propagación, y cómo se han establecido las orquídeas que hay en lugares como el campus de la Universidad de Antioquia y de Eafit, donde se ven sanas y vigorosas”.
La secretaria de Medio Ambiente de Medellín, Ana Ligia Mora, dice que esta es una forma de preservar la riqueza ecológica de la ciudad y de embellecerla con color, por lo cual los sitios en los que estas se han instalado se han elegido con base en diagnósticos que incluyen variables como número de visitantes o importancia social y cultural.
Las 800 orquídeas donadas han sido cuidadas en vivero para asegurar que se adapten y crezcan en el entorno urbano. Los experimentos que se han hecho en la ciudad hasta ahora, agrega Ana María, han demostrado una buena relación de las personas con entornos en los que se han introducido orquídeas y otras especies como bromelias o helechos. Pero también se han presentado robos, sobre todo de orquídeas, por lo cual uno de los parámetros que tratan de cumplir es que estas se siembren en árboles altos, de difícil acceso.
Ana María señala que las orquídeas se pueden establecer en casi todos los árboles, lo importante es que sean grandes, de ramas horizontales y amplias, con bifurcaciones, todo, para que puedan sujetarse firmes y estables, lo que puede tardar de tres a seis meses. Dice además que persiste una errada creencia de que las orquídeas son como plantas parásitos y aclara que estas no se vuelven parte del árbol y que mantienen sus raíces independientes, solo se sujetan, pero nunca entran a tomar agua o nutrientes del árbol ni lo debilitan.
Francisco cuenta que la Sociedad está con la idea de comprar un terreno de más de 200 hectáreas y que por lo pronto siguen con la reserva de 500 hectáreas en Jardín, Suroeste antioqueño, para seguir incentivando donaciones y planes de siembra de orquídeas, incluso, han pensando en acompañar a otras ciudades interesadas en replicar. Y empezarán a hacer cursos en pueblos de Antioquia para promover la preservación de estas plantas.
En el caso de Medellín, Francisco dice que pronto donarían otras 200 orquídeas. El reto no es solo protegerla de los ladrones, sino también garantizar su protección, porque su adaptación también depende de las condiciones ambientales y el cuidado que se les dé en el sitio.