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PUERTO RICO: Comienzan a desaparecer las comunidades

Recorrido por áreas de bosque en el barrio Santa Rosa, de Utuado, donde hubo una comunidad. En la foto, Carlos Alfredo Pérez Haeussler muestra una antigua estructura que se utilizaba para bañar y desinfectar animales. (Jorge A Ramirez Portela)

PUERTO RICO:

Por Frances Rosario

Conoce qué pasó en un barrio cuya población se diluyó, así como la situación que enfrentan una urbanización y un sector a punto de quedar desolados.

TOMADA DE:https://www.primerahora.com/

Primera Hora

Utuado-Yauco. Las memorias que ha recogido hasta en sus entrañas hacen que Hiram González Cuevas sea visto como el historiador del barrio Santa Rosa de Utuado.

El hombre, de 67 años, no necesita un mapa para identificar dónde hay quebradas, dónde se fumigaba el ganado para evitar plagas, dónde quedan las columnas de lo que fue la escuela comunitaria o dónde se crió su madre en el siglo pasado. Se sabe al dedillo este “lugar místico” por el que ahora lucha por convertir en una reserva natural.

Es que, si no estuviera viva la memoria de González Cuevas, la historia que se desarrolló en este barrio se hubiese borrado. Los últimos dos residentes salieron envejecidos para el 2015, quedando totalmente deshabitada una comunidad completa. Lo único que queda es un letrero que da la bienvenida al barrio.

Santa Rosa queda en una zona remota. Colinda con el barrio Caguana y el Bosque Estatal de Río Abajo, en Utuado, así como con el Observatorio de Arecibo.

González Cuevas afirmó que el barrio cuenta con más de 35,000 cuerdas de terreno, de las cuales 80 cuerdas son propiedad de su familia.

“Son miles de cuerdas que están desoladas… Es un lugar sentimental para nosotros”, relató afligido, en medio de un recorrido, que a pie suele tomar unas seis horas para visitar solo la parte más impresionante del barrio.

Allí, donde ya no habita ningún ser humano, vuelan 14 de los 17 pájaros endémicos de la Isla. También hay cerdos salvajes. Varias cuevas, quebradas y manantiales hacen del barrio un tesoro natural.

Su historia
Según relató, en el cambio de soberanía entre España y Estados Unidos aparece registrado el barrio Santa Rosa de Utuado. Se detectó en ese primer censo del 1898 que había allí 723 familias.

La agricultura era el sustento principal de la comunidad. Pero, para allá para el 1975, se detuvieron los cultivos y la ganadería.

“Por cuestiones de necesidades, buscando un mejor futuro, quizá una mejor educación, un mejor porvenir, en efecto, tuvieron que emigrar. No solamente emigraron a Estados Unidos, migraron a diferentes pueblos de Puerto Rico”, comentó, al exponer la razón de los inicios de la despoblación.

Hoy en día, González Cuevas anhela que lo que una vez fue el barrio se convierta en un pulmón natural para Puerto Rico.

“Mi deseo siempre ha sido o anexarla al Bosque de Estatal de Río Abajo o inclusive una reserva natural. La cosa es que los terrenos sean protegidos. Aquí hay un sistema hidrológico, de calidad alta en la fauna y la flora. Es importante. Esto viene siendo una zona del Carso, además el pulmón de nuestra Isla”, expresó.

Lionel Collazo González, quien es el vecino más cercano de este mundo natural, junto al joven Carlos Alfredo Pérez Haeussler, son quienes en la actualidad se han dedicado a abrir camino y a presentar este tesoro escondido. También dan sus pasos para intentar convertir la zona en un santuario.

“Nosotros mismos somos los que estamos haciendo ese esfuerzo de conservación, de dejar esto prístino, que nadie se meta acá adentro a meter máquina y eso”, precisó el joven, al lamentar que no haya ayuda del gobierno para proteger la zona.

Más comunidades amenazadas
La desolación que se vive en esta comunidad en Utuado no está lejos de lo que ha comenzado a reflejarse en la Isla a causa de la drástica baja de la población, así como los azotes de huracanes, terremotos y la pandemia que han afectado a la Isla en los pasados años.

En Yauco, por ejemplo, hay dos comunidades destinadas a desaparecer. Una de ellas se convertiría en un parque pasivo y la otra pasaría a ser lo que fue en su origen, parte del Bosque Seco de Guánica.

La primera comunidad con orden de desalojo es la urbanización Luchetti. Allí, quedaron sepultadas bajo el agua del río Luchetti todas las viviendas, unas 125, durante el paso del huracán María.

“Nuestra comunidad quedó totalmente acorralada con dos cuerpos de aguas, uno por el lado izquierdo y uno por el lado derecho, ocasionando de que el cúmulo de agua, al encontrarse con el parque de pelota, los niveles comenzaron a subir en lo que se drenaba por la (carretera) número 2″, explicó el líder comunitario, José Velázquez Padilla, mejor conocido como Lito.

No era la primera vez que algo así acontecía. Desde el huracán Eloísa, en el 1975, ya la urbanización experimentaba estas devastadoras inundaciones, por lo que el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos -que recientemente construyó un dique dos pies más alto que la comunidad-, así como la Agencia federal de Manejo de Emergencias (FEMA, en inglés) dictaminaron su desaparición, contó.

De hecho, el alcalde yaucano, Ángel Torres Ortiz, durante un recorrido con Primera Hora, señaló que “desde el año 1995 existía una carta de parte del Cuerpo de Ingenieros donde establecía que no debían vivir personas aquí, porque estaban a lo largo del río y esto está dentro del cauce mayor”.

En la actualidad, en la urbanización quedan residiendo 90 familias. El resto de las casas ya están abandonadas.

“Aquí se prevé que en los próximos años se logre reubicar a toda la comunidad y quede desolada para poder, entonces, quizás, tener un área común dentro de la entrada al pueblo o un parque recreativo y demoler todas las estructuras”, expuso el alcalde.

Para remover a la comunidad, el primer paso que se ha dado ha sido otorgarles vales con fondos del programa de Subvención en Bloque para el Desarrollo Comunitario para la Recuperación ante Desastres (CDBG DR), administrado por el Departamento de la Vivienda. Pero, de las 71 familias residentes que lo solicitaron, solo se lo aprobaron a 38. Esperan por fondos de mitigación de FEMA para tratar de remover a más familias.

Aquellos que se resistan a marcharse serían expropiados, adelantó el alcalde.

“Ha sido difícil… Esto es una urbanización antigua, de más de 40 años. También hay muchas personas adultas, que el único lugar que siempre han vivido ha sido aquí”, relató.

Resumió que la salida de la urbanización, que queda en la zona urbana, representará un duro golpe económico a los negocios del pueblo y el plan de repoblar el casco urbano.

Pero, Velázquez Padilla reconoció que su comunidad ha sido “abatida” en múltiples ocasiones. La situación les ha llevado a comprender que deben marcharse, pues cada vez que llueve sienten “tensión, nerviosismo, una gran preocupación, un desespero”.

Cuando se le preguntó cómo ha tomado la comunidad la orden de desalojo, dijo que “no se va a resentir tanto. Ya no tenemos la totalidad de los que iniciamos el proceso de que queríamos salir de aquí. Muchos de ellos ya tomaron determinación de irse. Otros nos hemos quedado porque tenemos la necesidad de que no encontramos otro lugar donde vivir y esta es la única propiedad que tenemos y tenemos que quedarnos con esos pensamientos de que cuando llegue el momento tenemos que aceptarlo, de que tenemos que dejar unas raíces aquí… A veces la seguridad va por encima de ese sentimiento”.

El alcalde, por su parte, aceptó que perderá población con esta movida. Es que tras los terremotos no hay vivienda disponible en su pueblo.

Velázquez Padilla añadió que en la zona también se dificulta adquirir propiedades por los vales que les concede Vivienda.

“Ahora mismito, la situación que estamos teniendo es que hay una burocracia en el Departamento de Vivienda que está ocasionando que muchos de esos solicitantes se cansen, les dé fatiga y se retiren del programa”, explico.

Añadió que también “se nos está haciendo bien difícil conseguir propiedades a través de ese voucher, porque estamos viendo muchos usurpadores. Las propiedades las están comprando en efectivo. Y, ¿qué pasa? Cuando las compran en efectivo, tú haces el acercamiento para comprar con un vale federal y los realtors no están en la mejor disposición de trabajar estas situaciones”.

Epicentro del terremoto La otra comunidad que desaparecerá en Yauco es el sector Ciénagas, del barrio Barinas. Allí viven las personas que más cerca quedan de lo que fue el epicentro de los terremotos del 2020. Serán movidos al barrio Susúa, cerca al centro urbano.

Tenemos un estudio geológico del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales en la que determina que la comunidad no debe seguir residiendo allí, porque los terrenos están declarados inestables por fallas geológicas surgidas a consecuencias de los terremotos”, explicó el alcalde.

En un recorrido por la comunidad, predominan las marcas rojas que hicieron los expertos para demarcar aquellas viviendas en las que no se pude vivir. Sin embargo, unas 22 familias se quedaron en las viviendas, otros se marcharon y otras 13 familias crearon allí un campamento con paneles de madera y carpas.

Yamilet Soto, quien en sus 39 años de vida siempre ha vivido en la comunidad Ciénaga, relató que tener que marcharse “es difícil. Uno es nacido y criado ahí y de la noche a la mañana, pues tienes que prácticamente dejar todo porque te tienes que ir. Pero, nos tenemos que ir de ahí por los temblores. Está inestable el lugar”.

Manifestó que le causa mucha tristeza “tener que dejar todo, donde uno nace. El sacrificio de haber construido la casa, (pausa)… duele. Nadie se quisiera ir de ahí. No se quisieran ir, pero se tienen que ir por la situación”.

A casi dos años y medio de que se registraran los temblores más perjudiciales, los residentes están molestos con el alcalde. Torres Ortiz, de hecho, reconoce que la tardanza en lograr reubicar a la mayoría de las personas es el detonante de la pugna. Pero, señaló a las autoridades estatales y federales como ejes de tal tardanza.

Recientemente, fue que el municipio recibió la titularidad de 10 cuerdas de terreno de parte del Departamento de la Vivienda en las que se construirán unas 20 viviendas en las que se reubicarán a parte de las familias. La remoción de tierra, de hecho, inició a principios de mes.

El alcalde indicó que la construcción de lo que será Villa Jireh se hace con fondos de la Ley del Plan de Rescate Americano (ARPA, por sus siglas en inglés).

Cercano a Villa Jireh hay una urbanización que quedó a medio construir, llamada Esmerald View. Allí el municipio adquirió 14 casas, que serán terminadas para reubicar al resto de las familias.

El alcalde aceptó que para los residentes ha sido un golpe emocional todo lo que han vivido desde los fuertes terremotos de enero del 2020.

“La situación de despojarnos de lo que son sus vivencias, su historia, su cultura, sabemos que puede crear algún tipo de situación emocional, porque son muchas personas adultas… Así que sí, sabemos que el tú poder reubicar personas adultas, que siempre han vivido allí, a un lugar nuevo, puede traer algún tipo de situación que haya que atender, en términos emocionales. Pero, es la única situación que tenemos disponible y es lo que hemos logrado con mucho esfuerzo”, concluyó Torres Ortiz.

 

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