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Negligencia con el cuidado del río Medellín le pasa cuenta de cobro a la ciudad

En 80 años desde que fue canalizado, el río Medellín solo recibió una intervención integral. La contaminación agrava la situación, pero las causas de fondo están en la mala planificación urbana. Hoy la ciudad enfrenta las consecuencias. FOTOS JULIO HERRERA Y ESNEYDER GUTIÉRREZ

A los errores históricos se suma la falta de gestión de esta Alcaldía, que sin resultados alardea con gestión del cambio climático.

POR JUAN FELIPE ZULETA VALENCIA |

TOMADO DE: elcolombiano.com

Es una película repetida. Un aguacero azota al área metropolitana, las quebradas se desbordan y luego el río hace lo propio. Vienen las emergencias; vías anegadas y ciudadanos cada vez más atemorizados ante las amenazas que antes creían lejanas y hoy padecen en carne propia.

Al día siguiente, con una ciudad todavía aturdida por los estragos, aparecen los políticos; alcaldes, concejales, funcionarios y exfuncionarios de toda índole se enzarzan por redes sociales en el juego de buscar responsables, lanzar discursos grandilocuentes y sendas conclusiones.

 

Esta vez no fue la excepción. No había escampado en la ciudad cuando el alcalde Daniel Quintero trinó un video del río amenazante y señalando que los próximos años serán peores y que la ciudad requiere inversiones billonarias para mitigar los efectos del cambio climático.

Claro que los próximos años serán peores. La evidencia científica que así lo indica está disponible desde hace varios años. El problema es que las soluciones que debieron aparecer desde hace tiempo no aparecen.

Negligencia con el cuidado del río le pasa cuenta de cobro a la ciudad

¿Por qué está ocurriendo?

Lo primero que hay que hacer es aclarar las causas de fondo que tienen convertido al río en una amenaza contra la ciudad. Hay dos causas estructurales, según explica Juan Fernando Salazar Villegas, investigador en hidrología y cambio climático y coordinador del Grupo de Investigación en Ingeniería y Gestión Ambiental —Giga— de la Universidad de Antioquia.

La primera –explica– es una causa externa que escapa de la responsabilidad directa de los habitantes y gobernantes de la ciudad. La crisis climática que afronta el planeta se está materializando en esta parte del mundo con una intensificación de lluvias extremas, detonante de las recientes pérdidas de vidas y estragos materiales relacionados con eventos climáticos.

Pero la segunda causa estructural sí es enteramente responsabilidad propia: el desbarajuste con el que se urbanizó la ciudad. Para desarrollar el valle, apunta Salazar, se optó por llenarlo de pavimento y edificaciones junto con un alcantarillado de aguas lluvias que solucionara problemas inmediatos. Esto no hizo más que impermeabilizar el terreno.

Si en las laderas de Medellín, que hoy están saturadas por asentamientos de todo tipo, existiera una suficiente vegetación y suelos no intervenidos, el agua se filtraría y tardaría mucho más tiempo en llegar a los afluentes.

Pero lo que ocurre es lo contrario: el pavimento y los techos lanzan con mayor velocidad el agua hacia los bajantes que a su vez la precipita al alcantarillado de agua lluvia que descarga en la quebrada más cercana, alguna de los 56 afluentes principales que conforman 1.888 kilómetros de la red hidrográfica de la ciudad. Esa agua descargada con violencia hacia las quebradas termina, con la misma fuerza y precipitación, en un río Medellín estresado y transformado sin piedad desde hace 82 años cuando a los ilustres y gobernantes de la ciudad les pareció buena idea canalizarlo y cercenarle sus meandros.

Negligencia con el cuidado del río le pasa cuenta de cobro a la ciudad

Las basuras y escombros que pululan en la ribera del río y cerca a quebradas secundarias y afluentes principales es un factor agravante, pero no una causa de fondo, aclara Salazar. “La disposición de basuras es un tema fundamental, pero incluso sin esta aún tendríamos el mismo problema”, aclara.

 

¿Hay lavado de manos?

Ayer, el alcalde Quintero, en entrevista a Blu Radio, repartió responsabilidades, criticó la planeación de la ciudad para evitar estas emergencias y hasta le dio línea a los próximos alcaldes sobre los proyectos pendientes que se necesitarían en el mediano y largo plazo para adaptar la ciudad a la crisis climática.

Posterior a su intervención radial de casi 20 minutos, la Alcaldía compartió un comunicado con otro acostumbrado anuncio grandilocuente en el que aseguran que “Medellín construirá plan maestro a 30 años para mitigar riesgo de emergencias por lluvias”.

Las declaraciones que entregó Quintero son interesantes para desmenuzarlas con lupa.

El mandatario le “avisó” al alcalde próximo que le va a tocar como gran proyecto de infraestructura hacer cosas como la transformación o la recanalización del río Medellín, la renovación de la red de alcantarillado y la actualización de estudios hidrográficos que le permita saber a la ciudad con exactitud cuál es el estado de las 4.217 quebradas y cómo intervenirlas.

Según Quintero, renovar todo el alcantarillado de la ciudad superará los $10 billones. Además afirmó que el plan maestro que ayer anunció le permitirá a las futuras administraciones “adjudicar o separar los recursos que van a necesitar para estos procesos”.

Lo curioso es que hable de lo que les toca hacer a los siguientes alcaldes y no de lo que a él le correspondía hacer. De hecho, un exfuncionario de su alcaldía denunció públicamente las omisiones que cometió Quintero para atender las problemáticas de las que tanto habló ayer.

Camilo Quintero Giraldo, quien fue subsecretario de Medio Ambiente, relató que durante la construcción del Plan de Desarrollo, por allá en febrero de 2020, desde la secretaría de Medio Ambiente le pidieron a Quintero formalmente $100.000 millones para gestionar y mantener las quebradas de la ciudad. Sin embargo, el alcalde hizo lo contrario y decidió desfinanciar la dependencia.

Que la ciudad esté a ciegas sobre el estado de su red hídrica es tremendamente grave. Medellín tiene al menos doce quebradas cuyo potencial para causar tragedias es muy alto. Pero sobre la mayoría de las quebradas no existe información actualizada, por lo menos desde hace una década.

La Contraloría General de Medellín, en su informe de estado de recursos naturales, determinó que el actual POT vigente desde 2014, es decir, el documento con el que la Alcaldía y el Área Metropolitana toman decisiones sobre el desarrollo urbano de la ciudad, tiene desactualizada su información sobre la red hídrica. Por ejemplo, de cerca de 30 quebradas protegidas en la ciudad, hay al menos nueve que no están georreferenciadas ni mapeadas en el POT. Las conclusiones de la Auditoría a la Red Hídrica de Medellín que hizo la Contraloría no deja dudas de los problemas de gestión, planeación y presupuesto de la Alcaldía en torno a las quebradas y el río Medellín.

La otra imprecisión que cometió Quintero está relacionada con el estado y las intervenciones de la red de alcantarillado.

Es cierto, como él lo afirmó, que el sistema de alcantarillado está obsoleto frente a las necesidades de la ciudad. Lo que omitió es que a pesar de que el sistema requiere una renovación a gran escala, en conjunto con las dos administraciones anteriores, entre el 2015 y el 2019, EPM ejecutó el proyecto Centro Parrilla con el cual se construyeron 41,69 kilómetros de redes de acueducto y 48,21 kilómetros de redes de alcantarillado, modernizando las raíces del Centro de Medellín, lo que permitió recolectar 107 descargas de aguas residuales que antes caían directamente a las quebradas del Centro y que ahora son transportadas hacia la planta de tratamiento Aguas Claras en Bello. La continuidad en la modernización a gran escala de estas redes no encontró eco en el actual periodo.

Además de todo esto, la ciudadanía y organizaciones comunitarias y ambientales no dejaron pasar por alto que la Alcaldía haga otro anuncio sobre un plan trazado a 30 años cuando a falta de 11 meses para finalizar su gestión acumula anuncios, planes y decretos sin ejecución ni efectividad alguna.

El Plan de Acción Climática está listo desde hace dos años y sigue en letra muerta; no tiene ni presupuesto claro ni acciones concretas por parte de la administración distrital.

En cuanto a la emergencia climática, Quintero la decretó en noviembre pasado, tal como lo denunció EL COLOMBIANO, negando la participación de las comunidades y desconociendo el trabajo que estas adelantaron durante meses, mientras el mismo Quintero hacía la vista gorda ante los pedidos de las organizaciones y hasta del mismo Concejo para que la decretara.

El documento final de dicho decreto nunca fue socializado oficialmente y solo apareció sin ninguna bulla en la Gaceta Oficial y compartida ayer, como respuesta a la presión ante el aluvión de críticas de las organizaciones por las declaraciones de Quintero en las que pareció lavarse las manos por los impactos de la crisis climática que afronta Medellín.

La declaratoria de emergencia que promovieron las organizaciones buscaba crear la hoja de ruta más completa hasta ahora diseñada en Medellín para establecer acciones y presupuesto orientados a mitigar, pero sobre todo a adaptar a la capital antioqueña contra la crisis climática, pero ante la falta de transparencia con la que fue finalmente decretada esta es la hora en la que la ciudadanía desconoce cuál podría ser su impacto.

Y las declaraciones del alcalde acrecientan esa incertidumbre. Ayer, para complementar su intervención radial, sacó pecho en Twitter por sus “acciones” contra el cambio climático, resaltando que prohibió la circulación de vehículos nuevos a gasolina a partir de 2030 y su deseo de convertir el terreno del Olaya Herrera en espacio verde, es decir, dos “acciones” que no existen ni inciden en el presente.

¿Qué se puede hacer?

El profesor Salazar apunta a que es urgente “tranquilizar el río”. Es decir, restarle presión. Y para lograrlo señala que es obligatorio frenar la urbanización en las laderas y garantizar, vía ordenamiento territorial, la protección de un cinturón verde que, junto con nuevos parques lineales, sirvan como escudo protector a la cuenca de las inundaciones.

Incluso apunta que hay otras acciones que pueden tener impacto si se aplican a nivel barrial y comunal, como el diseño de techos y azoteas en casas de laderas para recoger o absorber agua.

Pero la gran transformación de fondo es que el río tenga, por fin, dolientes y compromisos que se materialicen. En ocho décadas desde que fue canalizado, el río solo ha recibido atención medianamente integral en una ocasión. Ya la gerencia del Metro de Medellín, en medio de la contingencia por la socavación sufrida en abril de 2022, denunció que se había quedado solo en la búsqueda de soluciones a los problemas que tiene el río, a pesar de que esto le compete también a Corantioquia, el Área Metropolitana, la Alcaldía y hasta la Gobernación de Antioquia.

Empolvados en los anaqueles de la justicia colombiana hay antecedentes sobre condenas a Medellín y sus gobernantes desde hace 90 años, por sus malas decisiones en torno al río, como una sentencia de la Corte Suprema que ordenó al municipio en 1931 a concluir una rectificación del río. Esto ilustra perfectamente la desidia a la que se ha sometido a la cuenca que da vida a la ciudad y marca la obligación de los gobernantes de no delegar las soluciones a futuros gobiernos.

Negligencia con el cuidado del río le pasa cuenta de cobro a la ciudad

CONTEXTO DE LA NOTICIA

 

En medio del debate por la crisis climática que atraviesa la ciudad y la gestión de la alcaldía de Quintero, la congresista Susana Gómez advirtió por redes que el alcalde sigue desatendiendo el llamado del presidente Gustavo Petro a todos los alcaldes para crear los Comités de Emergencia Climática con participación popular para la atención de la ola invernal en la ciudad.

Quintero le respondió que existen 38 comités comunitarios activos y en capacitación permanente y “que estaban inactivos desde 2014 y nosotros los reactivamos”. EL COLOMBIANO, sin embargo, conoció que lo más reciente que ha hecho el Dagrd fue convocar una reunión en la comuna 8 a finales de 2022 en la que se limitó a presentar conferencias y generalidades sobre cambio climático, pero ni siquiera ha compartido un cronograma claro ni los objetivos para trabajar la acción climática con las organizaciones comunitarias.

Ante el pedido de la congresista, Quintero le respondió que le paga el pasaje de Bogotá a Medellín y la estadía para “invitarla” a dichos comités.

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