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Martinete, el pueblo de Magdalena que vive sin luz hace 120 años

Firmarán convenio para que en doce meses llegue la electricidad por primera vez a los hogares.

TOMADA DE:eltiempo.com

En el corregimiento de Martinete, municipio de Remolino, en el Magdalena, sus habitantes la única luz que conocen es la que en el día les llega por cuenta del sol y en la noche de la luna.

Han pasado más de 120 años desde que fue fundado este pequeño pueblo del departamento de Magdalena y hasta ahora su gente nunca ha tenido acceso a la energía eléctrica.

Muchos de los que iniciaron en este lugar ya murieron, algunos más son ancianos acostumbrados a vivir en medio del calor, la penumbra y otras dificultades por la falta de un servicio básico.

No obstante, la nueva generación de adultos y niños, aunque también han aprendido a adaptarse a estas circunstancias, sueñan con que algún día llegue la luz a sus casas y que cambie esta realidad.

Y es que en Martinete, las familias por no tener energía, no han disfrutado nunca un programa de televisión, menos usado una nevera o tampoco se imaginan lo que les aliviaría encender un abanico en medio de las altas temperaturas que se sienten en el día y hasta en la noche. Tampoco hay celulares, ni ningún elemento tecnológico de comunicación.

Cuando el sol se oculta, todas las actividades deben suspenderse por la oscuridad que reina en las calles. Es un corregimiento muy social, donde las personas se sientan en las terrazas de sus viviendas a conversar y aunque muchas veces no alcanzan a verse las unas con otras; por el olor, los pasos y el caminado se logran identificar a quienes están alrededor.

“La manera como tocan la puerta y todo tipo de sonido que sea capaz de producir el cuerpo humano son claves para la convivencia nocturna”, manifestó Edgardo Pabón, líder de Martinete.

En el corregimiento, los niños y niñas no le temen a la oscuridad. Después de las siete de la noche todos permanecen en sus casas y a las nueve de la noche ya solo se escucha el sonido de los grillos, como una especie de territorio fantasma.

Es un pueblo tranquilo, unido y en el que la gente como no hay inseguridad, muchas veces duerme con las puertas y ventanas abiertas para aplacar el calor.

Otro de los retos que ha enfrentado esta comunidad por más de un siglo, tiene que ver con la alimentación. Sin conexiones de energía no hay manera de refrigerar las carnes, así que la única opción es comer el producido de la pesca diaria.

“Una vez a la semana algunas personas traen pollos o se mata un cerdo pero se debe consumir de inmediato porque se daña. Del resto siempre comemos pescado o arroz con frijoles solamente”, agregó Ángela Gutiérrez, otra habitante.

En el pueblo la gente vive de la agricultura, la pesca y la cría de cerdos silvestres. Consideran que la economía mejoraría un poco porque los productos requieren refrigeración.

Proyecto de energización
Tras más de un siglo de fundación, en Martinete hay muchas expectativa luego que se anunciara que el territorio por fin contará con energía eléctrica.

La empresa Air-e y la Alcaldía de Remolino, firmaron un convenio por un valor de 650 millones de pesos, que permitirá que sus pobladores ya no vivan en medio del calor del día y la oscuridad de la noche.

El contrato para la energización fue adjudicado a la empresa Nijadh, que actualmente está en la etapa de replanteo donde ajustan los diseños para posteriormente pasar a la ejecución. El siguiente paso es la instalación de postes, redes, transformadores y la electrificación de cada uno de los usuarios.

El alcalde Carlos Vargas aseguró que “tener energía mejorará la calidad de vida de esta población y aportará a su progreso y desarrollo”.

En un tiempo máximo de 12 meses se espera estén culminadas las obras y se encienda la luz.

Estos trabajos tienen una duración de doce meses, que son esperados con mucha ansiedad y expectativa por los habitantes locales, quienes si bien no han tenido el privilegio de disfrutar de los beneficios de la energía eléctrica, tiene encendidas la luz de la esperanza con que a partir de ese instante sus vidas comenzarán a cambiar para bien.

Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta

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