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Manrique creó ruta para mostrarle al mundo su alma tanguera

Arriba, la estatua de Carlos Gardel, ícono del barrio. Abajo, los grupos artísticos que quieren mostrar el arte que se esconde en manrique. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
MIGUEL OSORIO MONTOYA

El tango, el arte y la música son el centro del circuito turístico que inauguró el barrio.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Manrique, el barrio tanguero por excelencia, el que creció junto al tranvía, tiene ahora una ruta turística. Ayer se lanzó el “circuito” de la comuna 3, un recorrido que comienza en la 45, en la estatua de Carlos Gardel, y que continúa loma arriba, al ritmo de salsa o del quejido de un bandoneón. Hay mucho por ver, por contar, dicen sus habitantes, que ahora tienen un lema: “del barrio al mundo”.

La idea es dejar el estigma que cayó sobre el barrio, en especial entre los años 80 y los 90, pero que todavía pesa. En aquellos tiempos, como pasó con la ciudad en general, el barrio sufrió los estragos de la violencia, de una generación que crecía sin futuro, sin un horizonte posible. Entonces aparecieron las organizaciones sociales para hacer frente a la debacle moral, a la pérdida de la esperanza. Después de muchos años, esas organizaciones se unieron para decirle al mundo que Manrique es más que una comuna en la que reinó la violencia.

El circuito turístico es una idea que se gestó desde el año 2020. Las organizaciones sociales y culturales decidieron que era tiempo de unirse. Catorce corporaciones, con la ayuda de cuatro fundaciones, pensaron en la esencia del barrio, es decir, qué era eso que podía ofrecerle al mundo. Una de las primeras respuestas, aunque obvia, es el pasado tanguero. En la 45 está la estatua de Gardel, el Zorzal criollo, desde 1968. En esa misma cuadra está la Casa Gardeliana, con su fachada colorida y sus gramófonos.

Al frente del proyecto turístico está la corporación Tras tus huellas Medellín, dirigida por Humberto Iglesias. “La idea es generar una economía circular en el barrio, crear un turismo comunitario que quite el estigma del barrio, que muestre cómo la cultura y los líderes han transformado un territorio que fue golpeado por la violencia”, explicó Iglesias.

El mejor laboratorio de turismo comunitario ha sido la comuna 13, un territorio que también padeció, aunque de una manera distinta, los peores momentos del conflicto armado. Iglesias y los líderes de Manrique saben que ese es un retrovisor en el que se pueden guiar, pero también son conscientes de los problemas que allí han aparecido. La capacidad de la comuna 13 se ha desbordado, el turismo se ha hecho masivo, molesto para muchos de sus habitantes; lo más grave, ha incentivado la mendicidad y ha aumentado la contaminación audiovisual.

Sin embargo, lo de Manrique se puede asemejar bastante a lo que pasó en la 13. Como allá, acá ha sido la propia gente la que sacó el barrio adelante. Una de las corporaciones que hace parte del proyecto turístico es Noches de Fantasía, que ofrece clases de danza a los jóvenes de la comuna. “Somos una comuna grandísima, inmensa, que quiere mostrar lo que hace. Esto no va a repercutir solo a nivel comuna, sino también a nivel ciudad y país. Es decir que Manrique puede mostrar algo diferente”, contó John Jairo Castro, director de Noches de Fantasía.

La operación turística, que comenzó desde ayer mismo, está a cargo de Compás Urbano. A través de ellos se puede gestionar la visita al barrio que, como se dijo, comienza en la estatua de Gardel. Los turistas también visitarán el Café Alaska, un emblema tanguero, que recuerda la bohemia porteña, tan lejana, tan ajena, pero tan propia.

Después, los turistas subirán hasta los barrios más altos, donde está la mayoría de las organizaciones sociales. Ahí podrán ver bailar salsa, que contagia con su alegría caribeña, o dejarse caer en la melancolía de un bandoneón.

Ayer, en el lanzamiento de la ruta, los grupos artísticos bailaron salsa y tango, derrochando talento. Una de las bailarinas, Ana Sofía Correa, contó que el baile le dio sentido a su vida; era una muchacha “desubicada”, que no tenía idea de qué hacer: “Gracias al baile he ido a Francia, Bélgica y países de América Latina. Manrique ha sido tachado, pero es importante que la gente venga y vea la cantidad de arte que hay acá, que vean el lado bonito del barrio”.

Manrique se abrió al mundo con la intención de contar su versión de la historia. La estatua del gran Carlos Gardel, que estuvo ahí en los años más aciagos, es la excusa para conocer uno de los barrios emblema de la ciudad

CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
UNA HISTORIA DEL ALMA DE MANRIQUE

El proyecto es apoyado por las fundaciones Fraternidad Medellín, Sofía Pérez de Soto, la del Grupo Argos y la de Conconcreto. El aporte de estas fundaciones ha sido clave para la cohesión de las 14 organizaciones. El centro de la ruta será el pasado tanguero de Manrique. En la novela El cielo que perdimos, de Juan José Hoyos, se narra una historia que podría condensar el espíritu de Manrique. El narrador cuenta que una artista argentina tenía un “performance” habitual: quemar sus obras. A la ciudad llegó con una figura enorme de Gardel a la que prendió fuego en el Palacio de Exposiciones. Indignados por la afrenta, habitantes de Manrique bajaron en buses y formaron un alboroto. La figura del Zorzal era sagrada para ellos.

 

 

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