Los habitantes se quejan de fiestas ruidosas en varias zonas rurales del municipio. También denuncian actos sexuales a la vista de la comunidad. Autoridades responden.
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Las rumbas constantes y el ruido excesivo tienen abrumados a los habitantes de las zonas rurales de El Peñol. En la vereda El Morro hay una situación ejemplificante. Se trata de la finca La Isla, que ha sido sellada ya en dos oportunidades por el volumen a alto nivel. Los vecinos, además, se quejan de que en los balcones de esa casa se ven mujeres desnudas, bailando o manteniendo relaciones sexuales. “Eso pasa en una vereda donde hay 65 niños. Ellos pueden ver esas escenas. Eso va en contra de sus derechos”, se queja una vecina.
En la madrugada del domingo, ante el llamado de los vecinos, la Policía cayó a La Isla. Allí había, según los reportes, una veintena de personas en medio de una rumba. Un hombre, que se identificó como el administrador del lugar, portaba un arma sin salvoconducto, por lo que fue detenido.
El operativo estuvo a cargo del mayor Ebert Celis, quien explicó que el problema del ruido no se limita a La Isla, sino que sucede con frecuencia en las zonas rurales de El Peñol. “En muchas zonas del municipio se está presentando ese problema. Arriendan fincas y hacen fiestas, perturbando la tranquilidad de los demás. Para eso, la Policía Nacional está constantemente haciendo operativos”, explica el mayor.
El fenómeno del ruido no es nuevo, aunque los vecinos consideran que ha aumentado desde la pandemia. Incluso, cuando las restricciones lo impedían, en las fincas se hacían fiestas clandestinas que terminaban con la intervención de la Policía. Así fue, por lo menos, el 16 de abril del año pasado, cuando las autoridades llegaron al hotel Ecoluxe, en donde había 15 carros parqueados y decenas de personas rumbeaban en su interior.
“Ese no fue un hecho aislado, hay dos autodenominadas ‘casas hoteles’ donde son comunes las fiestas y rumbas con tarimas, cantantes y aglomeraciones, y es una situación de cada ocho días”, aseguró el ciudadano consultado en su momento.
La alcaldesa de El Peñol, Sorany Marín, reconoce que es un problema que se viene presentando en el municipio, pero dice que hay presencia de las autoridades para impedir que las zonas rurales se conviertan en zona de ruido, fiestas y descontrol. Ejemplo de ello, dice, es el sellamiento que le hicieron a La Isla por 10 días.
Fiestas y exhibicionismo
Las rumbas de La Isla, además del ruido excesivo, tienen ingredientes adicionales. En una queja firmada por más de 120 vecinos, se expone la preocupación por actos de exhibicionismo. En videos subidos a la plataforma Only Fans, grabados en la terraza de la finca, se ve a una docena de mujeres desnudas bailando, echándose champaña en sus cuerpos. En otro video, incluso, se ve a tres mujeres realizando prácticas sexuales.
Para los vecinos, estos actos van en contravía de los derechos de los niños que habitan la vereda. “Una cosa es que lo hagan dentro de la casa, pero lo hacen en los balcones. En estas casas de El Peñol se ve todo. Yo me asomo al balcón y veo a la vecina tomando tinto. Ahora, cómo me voy a asomar al balcón si veo ahí a unas mujeres teniendo sexo”, se queja la vecina consultada.
Según la queja de los residentes, las fiestas en La Isla duran tres y cuatro días, lo que les entorpece el “derecho a la tranquilidad”.
EL COLOMBIANO se comunicó con Guillermo Sierra, uno de los propietarios de La Isla. Según su versión, los videos de las bacanales corresponden a tiempos en que él no había adquirido la finca. Sin embargo, esta versión queda en entredicho porque la promesa de compraventa del inmueble fue firmada en 2020 y los videos son más recientes.
Sierra, además, desmiente las ruidosas fiestas que no dejan dormir a sus vecinos. Su versión es que la anterior administración alquilaba la finca para hacer rumbas, pero ahora, bajo su responsabilidad, el inmueble se está prestando para familias y extranjeros. Algo que se contradice también con una historia publicada en su cuenta de Instagram, donde se ve una fiesta ruidosa.
Otro problema que tenía la finca, revelado por el propio dueño, es que no cumplía con documentos como el uso de suelos actualizado ni el certificado de bomberos.
Sierra considera que la queja de los vecinos es una “persecución” en su contra. El conflicto de La Isla y los vecinos ejemplifica cómo el turismo masivo y de fiestas ha impactado la calidad de vida de los habitantes de las zonas rurales de El Peñol
10
días de cierre es la sanción que se le impuso a La Isla por el exceso de ruido.
CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARA SABER MÁS
GUATAPÉ SUFRE POR EL TURISMO MASIVO
El turismo es uno de los renglones económicos más importantes de Guatapé. Hoteles, hostales y restaurantes viven de los cientos de visitantes que llegan al pueblo todos los fines de semana. Sin embargo, el asunto se ha vuelto tan masivo que ha generado graves problemas en los últimos años. Además del ruido excesivo, las congestiones vehiculares y algunas riñas, los habitantes del pueblo padecen por los residuos dejados por los turistas. El municipio cuenta con 132 restaurantes, 224 establecimientos de alojamiento registrados y 1.320 camas, sin contar los negocios informales, que hasta ahora han respondido a la demanda, pero que muchas veces han estado al límite de colapsar. Los fines de semana no se consigue parqueadero.