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La iglesia gótica de La Fe que asombra a muchos e inquieta a otros en el oriente antioqueño

Foto: Julio Cesar Herrera
Daniel Rivera Marín

Se trata de una iglesia construida en zona rural de El Retiro y que se ha convertido en lugar de peregrinación constante, moviendo la fe y el turismo en la región; sin embargo, los vecinos se alertan por falta de planeación.

TOMADA DE: elcolombiano.com

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

De aquí para allá, de Medellín hacia El Retiro, sobre la montaña de la derecha, justo al frente de la represa La Fe, se ve la gran aguja de una iglesia gótica que tiene por nombre Nuestra Señora de la Reconquista. Es imposible que una construcción de tal belleza y majestuosidad encaramada a horcajadas en el cenit de la montaña pase desapercibida. Se ha convertido en un lugar de peregrinación para miles de católicos que veneran a la Virgen María. Sin embargo, para los miles que viajan al Oriente cercano los fines de semana, la iglesia se les volvió un dolor de cabeza; sin contar con que quienes viven en la vereda han visto que nadie tuvo un plan de movilidad para las muchas visitas y, además, tienen dudas sobre las licencias de construcción y quemas en la montaña.

Como en todas las historias, esta tiene dos miradas, dos relatos. El primero es el de los Heraldos del Evangelio, también conocidos como Caballeros de la Virgen, una asociación católica de laicos, reconocida por El Vaticano desde 2001, aunque nació en los años sesenta en Brasil por el sacerdote João Scognamiglio Clá Dias —murió el pasado primero de noviembre a los 85 años en la ciudad de Franco da Rocha, cerca de São Paulo, Brasil—.

En el nacimiento de la asociación está la razón de que hayan construido una iglesia gótica en el Oriente antioqueño, que por cierto no es la única que tienen en Colombia, hay otra en Tocancipá, Cudinamarca. “El carisma de los Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen) consiste en evangelizar manifestando la belleza del Dios uno y trino que se refleja en las maravillas de la creación, así como en las más genuinas expresiones de la cultura católica”.

Los Caballeros llegaron a Colombia a finales de los años noventa haciendo recitales de cantos gregorianos en varias iglesias del país, incluso tuvieron uno en el Congreso de la República en 1998. Ahora tienen dos grandes iglesias, hermosas —ahí el quid de la belleza— a las que acuden miles de católicos, expandiendo así el evangelio en el que creen, lo cual es su mayor preocupación.

A los Caballeros se les puede reconocer por su atuendo: túnica marrón, heredada de la orden Tercera de Carmen; una cruz de Santiago de Compostela, símbolo del peregrino que busca “la patria celestial”, bordada desde el pecho hasta las rodillas; botas, como signo de su evangelización; finalmente en la cintura está un gran rosario que recuerda los mismos que las abuelas usaban para decorar las casas en los pueblos y una cadena que les recuerda la devoción a la Virgen y a Cristo.

Desde hace por lo menos dos décadas se ve a los Caballeros paseando por las calles de pueblos del Oriente antioqueño, donde hay una gran cantidad de católicos practicantes y devotos de la Virgen. Una de sus maneras de evangelismo, que ellos llaman “el apostolado del oratorio”, es llevar el busto de la Virgen a los barrios para que la compartan treinta familias rezando el rosario, cuidándola.

El trabajo de apostolado de los Caballeros ha conmovido a decenas de creyentes, quienes hacen donaciones de todo tipo a la asociación. Una de las primeras fue hace veinte años, cuando una mujer de la vereda Los Salados, decidió donarles dos lotes en la misma zona, uno de 16.000 metros cuadrados y el otro de 34.914 metros cuadrados. Es probable que los religiosos pensaran en las escenas de la primera iglesia conformada por los discípulos y que en el libro de los Hechos relata que los primeros cristianos vendían sus propiedades y las donaban para la causa de Cristo.

Desde aquella donación hasta ahora han pasado casi veinte años, los Caballeros sabían que allí podían construir una iglesia, así fue como el 6 de febrero de 2018 solicitaron una licencia de construcción de una vivienda de dos niveles con uso residencial, pidiendo un área de obra de 1.949 metros cuadrados, la cual fue aprobada el 18 de abril del mismo año. Esta obra es la que ahora se conoce como el monasterio, donde viven alrededor de veinte religiosos y se desarrollan actividades de culto propias de la comunidad, además se realizan cursos de catecismo a menores de edad, muchos de ellos hijos de campesinos de todo el Oriente.

El 12 de abril de 2019, los Caballeros solicitaron una licencia de construcción en modalidad de obra nueva de “un solo nivel” con “uso complementario”, es decir, sería una obra anexa al monasterio. En este punto estamos hablando de la iglesia, cuya área construida es de 766,12 metros cuadrados.

Según consta en los documentos, ningún vecino presentó objeciones a la obra dentro del plazo establecido. Sin embargo, ahora, cuando se ve la verdadera dimensión del proyecto, y que la vía veredal y privada de casi un kilómetro que se usa para llegar a la iglesia se ha deteriorado tras el paso de camiones de obra y ahora de carros de turistas, algunos vecinos han estado inconformes con el giro que tuvo la construcción de “una casa”.

Un primer antecedente, es que el 4 de mayo de 2010, cuando ya habían empezado algunos movimientos de tierra, la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) sancionó a Camilo Andrés Gálvez Lopera, miembro de la comunidad, por movimientos de tierra y explanaciones, sanción que fue levantada en 2018 con la aprobación de la licencia, este un movimiento típico en Colombia de empezar las obras sin documentación para de esa manera obtener los permisos necesarios por la fuerza del hecho.

En la iglesia precisaron que ese trámite no tiene relación alguna con la construcción de la casa o de sus anexos: “Se trata de un proceso iniciado por la remoción no autorizada de tierra y vegetación en un área específica del inmueble, adelantada en forma inconsulta, por alguien que para esa época (hace más de 14 años) realizó actividades sin consultar a nuestro Consejo de Gobierno. Acatando las instrucciones de la entidad, procedimos a realizar las labores de restauración, lo que condujo al cierre de la investigación y al archivo definitivo del expediente en el año 2015. Internamente, la persona en cuestión, fue sancionada y removida de su cargo. Poco después se desvinculó de nosotros”.

Por otro lado, expertos en construcciones, aseguran que las categorías en las que se aprobaron las licencias son muy vagas, pues hablar de “casa” y de un “uso complementario” no da exactamente con el espíritu de la obra.

Dice una experta: “El asunto con las licencias de construcción que se les otorgaron para hacer el monasterio y la iglesia es de un problema que aparece en todas partes del país, y es que los Planes de Ordenamiento Territorial o Plan Básico de Ordenamiento Territorial no detallan los usos de los suelos y por ende usan ese tipo de licencias con usos de tipo ‘complementario’ para no tener que cumplir con estudios de tránsito, celdas de parqueo, entre otras”.

Además, entre algunos críticos de lo que ha pasado con la obra en el municipio de El Retiro, se cuenta que desde la comunidad de los Caballeros nunca se aclaró la verdadera envergadura del proyecto: una casi catedral que se ve desde muchos puntos del municipio y que iba a llamar la atención de miles de católicos.

Por otro lado, los religiosos no presentaron ningún plan de movilidad. El secretario de Infraestructura de El Retiro, Luis Fernando Suárez, cree que es una urgencia que los Caballeros solucionen cuanto antes el problema de movilidad: “Tendrían que hacer una bahía de acceso en la vía principal, para lo que tendrían que comprar un lote; incluso, sería necesario que amplíen la vía veredal, para lo que también tendrían que comprar; desde el municipio se han tratado de solucionar los trancones con agentes de tránsito, pero esto es una intervención temporal y para guardar el orden público”.

El religioso Gabriel Escobar, quien aparece en una de las licencias como representante de los Caballeros de la Virgen, asegura que todos los trámites se han hecho conforme a las normas y a la ley y que, en cuanto a la movilidad, a ellos también los tomó por sorpresa la acogida que han tenido la iglesia y las eucaristías que allí realizan que, además, algunas veces tienen grandes coros e interpretaciones de un órgano de tubos, toda una tradición de la iglesia católica que tuvo su auge en Europa durante siglos.

Cuando a Escobar se le pregunta si no hubo un poco de ingenuidad cuando creyeron que no iban a tener visitas multitudinarias, responde que todo se debe a la gracia de Dios, a la obra de Dios y que han solicitado la ayuda de la Alcaldía de El Retiro y de la Gobernación de Antioquia, mientras tanto, por ahora no contemplan una adecuación de vías, solo reprogramar quizá algunas eucaristías, “incluso hemos tenido que devolver gente, para nosotros también ha sido una sorpresa”.

Escobar, que es un hombre recio y de mucha fe, nacido en Manizales y que no es sacerdote, pero sí un “hermano” que da su vida por la misión, defiende la obra asegurando que todo se ha desarrollado durante mucho tiempo, con fe y gracias a la ayuda de decenas de fieles que les han donado piedras, marmolería, maderas, cemento y hasta el gran órgano de tubos que llegó desde Alemania directo a la iglesia.

Cuando se le pregunta que pasaría si cesan las donaciones, asegura: “Si la gente se aburre nos moriremos de hambre, pero Dios en su misericordia aquí nos mantiene. Y entonces para construir eso que falta —porque aún faltan algunos acabados— toca esperar algunas otras donaciones, ir pidiendo, pero lo que les contamos aquí es una historia transparente, bella, es un milagro que pasó en Colombia, es un milagro que pasó en Medellín”.

Mientras tanto, en El Retiro, una veeduría ciudadana sigue de cerca los pasos de lo que consideran un contubernio político-religioso: con varias tutelas pidieron que se suspendieran las eucaristías que se hacían en la Alcaldía una vez al mes en pleno horario laboral, hicieron retirar un crucifijo y una Biblia que reposaban como testigos de testimonio en el Concejo. Dijo alguien de la veeduría: “Aquí hemos tenido sacerdotes moviendo votos, y los Caballeros han hecho giras con algunos candidatos, así han logrado crecer unos y otros”.

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