RimixRadio, Noticias para latinos
Lo último Nacionales Tecnología

La historia del colombiano que es estrella en tecnología e inquietó a Apple

Wilmer Becerra, creador de Wiltech. FOTO: Cortesía Wilmer Becerra

Wilmer Becerra creó Wiltech y tiene tiendas en 9 países de Latinoamérica. Así lo hizo.

CR

“Lo diré otra vez: no puedes conectar los puntos hacia adelante, solo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienen que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea”: Steve Jobs, 2005.

Hacia el año 2008, a Wilmer Becerra le cambió la vida la llegada de su primera hija cuando él solo tenía 20 años. Como a muchas personas, le tocó trabajar y estudiar al mismo tiempo, pero los intensos horarios lo obligaron a tomar una decisión drástica para ese momento: abandonar su carrera de electrónica en la Universidad Industrial de Santander para dedicarse de lleno a conseguir plata y sacar adelante a la familia que recién formaba.

Este joven, nacido en Bucaramanga, llegó al centro comercial Gratamira de esa ciudad en búsqueda de trabajo. Todos los negocios, para ese entonces, se dedicaban a la venta de computadores o reparación. Ahí, como un empleado más, dio los primeros pasos de una carrera meteórica a la cual, años después, llamó Wiltech, la tienda tecnológica con sedes en Colombia y otros ocho países de Latinoamérica que incluso ha inquietado a Apple.

Los giros de la vida son impredecibles, pero resultan siendo determinantes en las acciones que se ejecutan a futuro. Wilmer empezó a labrar su camino con pasos pequeños, pero certeros.

Bucaramanga
Panorámica de Bucaramanga Foto: Mateo García. EL TIEMPO

Para Wilmer, así como lo decía Jobs en su momento, el amor y pasión por lo que se hace terminan influyendo en un posible éxito. Con las ganas de cualquier joven y la ilusión de que su bebé creciera sin dificultades, Becerra -en su primer trabajo- se convirtió rápidamente en el berraco de la reparación de laptops, pero tras unos meses un local vecino lo sonsacó con la promesa de ganar más dinero.

Y aunque sí empezó a ganar mucho más, en experiencia y plata, a Wilmer lo aburría que no le pagaran a tiempo por sus trabajos. Discutía mucho con su jefe e incluso tras meses intuía que lo iban a echar, por lo que empezó a blindarse: compró multímetros, mesas y todo lo necesario para seguir con su trabajo en un rancho aparte.

“Cuando la situación estaba más difícil, porque no me pagaban a tiempo, le pedía al administrador que me pagara de una vez cada que hacía mi trabajo. El dueño terminó diciéndome que no más, que chao”, recordó Wilmer.

(Le recomendamos leer: Se burlaron de los zapatos que vendía y ahora comercializa 5.000 pares al mes)

Para ese momento, Wilmer había decidido terminar sus estudios en la Universidad Minuto de Dios, en la cual encontró menos rigidez para completar los aprendizajes electrónicos. También esperaba a su segunda hija.

Y a Wilmer sí le pasó lo del dicho de que cada niño nace con su pan debajo del brazo. El joven padre, ya de 22 años, se decidió a montar su propio negocio.

Así nació Wiltech

En búsqueda de nuevas oportunidades y viendo que él solo se llevaba una pequeña porción por lo que valía su trabajo, Wilmer le dijo a un amigo de la universidad que se asociaran para montar un centro de reparación de computadores.

Era difícil porque a Wilmer lo veían todavía como un niño. “¿Cómo un pelado como usted hará para pagarnos el arriendo?”, le decían en los locales donde sondeaba posibilidades.

En principio el negocio era con él, pero no compaginamos. Yo quería hacer todo muy rápido y él era más tranquilo. No funcionó y él terminó saliendo de la sociedad

 

Una tía de su amigo terminó dándoles la mano para ser fiadora. A un local de tres por tres, lejos de Gratamira y donde solo había oficinas de abogados, Wilmer terminó llevando su mesa, sus equipos y sus ganas. Era un espacio pequeño, pero justo lo que necesitaba para arrancar. En ese momento, solo pagaba 200.000 pesos de arriendo, lo que consideraba una bendición.

“En principio el negocio era con él, pero no compaginamos. Yo quería hacer todo muy rápido y él era más tranquilo. No funcionó y él terminó saliendo de la sociedad”, dijo Wilmer sobre esa primera experiencia.

Empezar no es fácil. Wilmer necesitaba la plata para vivir, pero su principal fortuna siempre ha sido que ama lo que hace. Así que no desistía. Al principio, contó riendo, a su negocio solo entraba el vigilante del sector y nadie más. A las semanas, empezaron a llegar dos o tres computadores, con eso le bastaba para cumplir con sus obligaciones.

Si hay algo que se le nota a Wilmer son sus deseos de que todo fluya, crezca y a no conformarse con lo que se tiene. Y pese a que su negocio ya estaba aflorando en aquel local, el joven decidió dar un paso todavía más grande: volver a Gratamira, donde estaba toda la crema innata de la alta tecnología de Bucaramanga.

(Le puede interesar: Lo que debe saber para crear su propio negocio y que sea exitoso)

Pero ahí le volvió a ocurrir lo mismo: “Pelado, usted cómo hará para pagar un local acá”.

Así le pueden pagar por entregar computadores y celulares viejos o usados
Dispositivos tecnológicos. Foto: iStock

“A mí se me dio que el trabajo era algo que me gustaba. Es la diferencia con muchas personas. La gente trabaja porque les toca y necesitan dinero, pero son pocos a quienes les agrada el trabajo que tienen”, dijo Wilmer.

En sus recuerdos aparece siempre la imagen de uno de sus mentores en electrónica, Víctor, a quien consideraba el rey en esas materias y de quien aprendió mucho sobre la reparación de computadores.

“Siempre trabajaba solo, brillante. Sin embargo, él contaba que hacía su trabajo por necesidad, pese a que ganaba bien. Era buenísimo, pero nunca fue de su gusto hacerlo. Yo era todo lo contrario: cuando tengo un proyecto entre ceja y ceja, lo ejecuto como si fuera lo último que hacer en la vida”, manifestó.

(De interés: Le dijeron que nunca entraría a Harvard y así venció a sus detractores)

Eso sí, Wilmer es respetuoso de las decisiones ajenas. Para él, no todo el mundo nació para ser empleado ni otros para ser jefes, cada quien tiene sus características y prioridades. Lo que no puede pasar es cruzarse de brazos esperando una oportunidad. “Yo decía que, si toca buscar plata, toca trabajar con lo que se tiene, para qué ilusionarse con algo que nunca va a llegar”.

La ‘mentirita’ para dar un salto a Gratamira

Wilmer, tras cerca de un año en su pequeño local, consideró que ya había cumplido una etapa en ese espacio. Se empecinó en volver a Gratamira, pero debía invertir mucha plata si lo quería conseguir. Un arriendo mucho más caro y esperar un lugar vacío.

Coincidió que en ese momento ocurrió la irrupción de los almacenes de retail en Colombia, los cuales se empezaron a quedar con el mercado de los computadores nuevos, relegando a los negocios de tecnología como los que había en Gratamira.

El cambio repentino en el mercado favoreció a Wilmer, quien vio un lugar vacío en ese centro comercial. Sin embargo, había muchas trabas para quedarse con él, entre ellos el valor de arriendo y los requisitos que pedía la inmobiliaria.

Un amigo cercano de Wilmer decidió inventarle una mentira directamente al dueño del local. Le prometió que, si le dejaba ese espacio, le pagarían un año de arriendo por adelantado: unos 16 millones de pesos.

Mi amigo le dijo eso al dueño del local, pero todo eso eran mentiras. ¿De dónde sacaba yo todo ese dinero? El hombre se dejó seducir. Me dejó entrar

Pero las cuentas de Wilmer no llegaban a ese monto por ningún lado. Con esa promesa, el hombre decidió dejarle el local y, entonces, le adelantaron el pago de tres meses, que eran todos los ahorros de Wilmer. Con esa inversión, pisó el negocio y se pasó de inmediato.

“Mi amigo le dijo eso al dueño del local, pero todo eso eran mentiras. ¿De dónde sacaba yo todo ese dinero? El hombre se dejó seducir. Me dejó entrar”, contó Wilmer.

Cada 15 días, el señor visitaba a Wilmer para preguntarle por el dinero. Eso sí, el trabajo aumentó en un abrir y cerrar de ojos: ahora eran tres computadores diarios.

Wilmer contrató un asistente, se concentró en cumplir con su palabra y, como le fue tan bien, completó lo que le faltaba de su deuda para pagarle al arrendatario los restantes meses. Todo en un lapso de cuatro meses.

Así, Wilmer entró a Gratamira y pudo ver con rapidez los primeros frutos de su trabajo.

No todo ha sido color rosa

A punta de arreglos de computadores, Wiltech empezó a despegar, pero al par de años llegaron los momentos grises. Uno de sus buenos amigos le planteó un negocio que requería la inversión de todos los ahorros en la vida de Wilmer: unos 40 millones de pesos.

Tras pensarlo, decidió arriesgar y desembolsar ese dineral a su amigo para ese negocio de tecnología, pero toda esa plata terminó siendo robada.

“Yo decía: tantos años de trabajo para que venga un pendejo y me estafe. Sufrí la pérdida de todo mi capital de tres años: 40 millones de pesos. Todo lo que había ahorrado en mi trabajo, lo que tenía para esperar una oportunidad. Mi amigo me convenció y me estafó”, contó.

Esas situaciones golpean a cualquiera. Wilmer perdió toda su plata, pero seguía proyectándose. Las cosas en Gratamira ya no eran tan pujantes como antes. El mercado de los retail les quitó los clientes a todos los negocios de venta de equipos en ese centro comercial y los dueños terminaron convirtiendo sus espacios en sitios de reparación, como Wiltech, que antes era de los pocos que hacían esas labores.

Wilmer Becerra, creador de Wiltech.
Wilmer Becerra, creador de Wiltech. Foto: Cortesía Wilmer Becerra

“Los vendedores de computadores estaban a pique por el auge de los retails. Todos los negocios quisieron ser técnicos. En ese momento había 140 locales y solo tres, uno de esos el mío, se encargaban del servicio técnico. La pelea era por precios”, contó Wilmer.

Y mientras era la lucha del centavo entre los técnicos, bajando lo máximo posible los precios para arreglar computadores, a Wilmer se le aparecieron dos bendiciones en su camino que supo capitalizar.

El instinto de Wilmer

Un día, hacia 2012, un cliente le tocó la puerta a Wilmer con un aparato que para entonces era una rareza: un computador Macintosh o simplemente Mac, de la marca Apple.

“Llegó un cliente al negocio con una Mac. Dijo que había ido a Apple y que no le reparaban el equipo. Le dijeron que el arreglo era comprar una board y eso es lo que vale el computador”, recordó Wilmer.

Tras un pequeño análisis de ese equipo, Wilmer se sinceró y le dijo que no tenía experiencia con ese tipo de computadores, pero que lo podía revisar. Hasta sintió algo de susto por la posibilidad de dañarlo completamente. “Me puse a cacharrear hasta que por fin pude resolver el problema”, contó.

Les preguntó a sus colegas que cuánto cobraban por arreglar esos equipos, pero nadie daba razón. En la zona ninguno reparaba esas rarezas. Así que alguien le dijo que cobrara el triple de lo que usualmente hacía.

Aunque la reparación sí le tomó bastante tiempo, el cliente cuando llegó por la Mac no dudó un segundo en pagarle peso tras peso a Wilmer.

“El cliente me sorprendió porque cuando le dije el precio ni rebaja pidió. Yo decía, asombrado, ese tipo ni rebaja pide y generalmente todo el mundo anda es llorando. Este man de dónde salió, es extraterrestre. Uno acostumbrado a que todo el mundo diga: una rebajita, por favor”, comentó Wilmer.

El cliente no solo le pagó lo que Wilmer le pidió, sino que lo alabó: “Usted es lo mejor, yo pensé que me tocaba comprar uno nuevo. Y quién sabe cuánto vale ese equipo. Usted me salvó”.

Ese momento fue un primer chispazo de lo que le depararía a Wilmer el futuro. Así que empezó a indagar en este segmento y a rogar que le llegaran más de estos equipos.
Con un computador que reparaba de esta marca hacía lo que se ganaba trabajando en tres de otras compañías.

Al siguiente mes, le llegó otro Mac, pero esta la cobró cuatro veces más. Los clientes ni se inmutaban por el valor. Wilmer pensó que ese era el camino, pero no estaba completamente convencido debido a que no llegaban en cantidad, solo unos cuantos y cada tanto.

A la par de ese hallazgo, Wilmer se interesó en las redes sociales Facebook y YouTube, las más populares de la época, donde empezó a postear imágenes sobre su trabajo. En la búsqueda de aprendizajes para hacer crecer su negocio, un experto le preguntó: «Wilmer, ¿qué es lo que más produce en su negocio?».

Wilmer Becerra
Wilmer Becerra, en sus primeros videos en Youtube. Foto: Wilmer Becerra

Yo de una pensé: el negocio está es en los celulares. A los computadores los quieren, pero a los iPhone los aman más

 

Wiltech recordó el dineral que se había ganado el par de veces que arregló Mac. Eran poquitos, pero valiosos. “Él me dijo que entonces me dedicara a eso. Yo decía que cómo, que no era fácil, si no había clientes. Pero él sembró la semilla para atraer ese tipo de clientes”, contó.

El asesor le dio un consejo: “Desgástese vendiendo lo que más produce”.

Y así empezó su transformación. En redes empezó a crear contenido con fotografías y en su negocio pegó la particular manzanita de Apple, para hacer referencia que allí reparaba Mac.

Y con sus primeros posteos y la manzanita empezaron a llegar clientes cada semana con una Mac: “Ahí pensé que sí había clientes, pero el cliente no sabía que yo existía”.

Wilmer enfocó sus contendidos en redes hacia los productos de Apple. Daba consejos para cuidar computadores y en esas apareció el aparato que lo cambió absolutamente todo: el iPhone 5.

“En esa época no me gustaban esos celulares porque eran muy pequeños, pero la gente los amaba, no lo soltaban para nada. Hoy sigue siendo así. Ahí comprobé que estaba el negocio”, recordó.

Su primer iPhone: después no paró

En esas épocas, un joven llegó desesperado a Wiltech debido a que, en una discusión acalorada con su novia, ella le tiró el celular y le partió la pantalla.

Wilmer analizó la situación, pues no tenía experiencia en esos equipos, pero siempre se empieza con el primero y esta era su oportunidad. “Wilmer, repárame esto. Me dijo que cobrara lo que fuera. Yo de una pensé: el negocio está es en los celulares. A los computadores los quieren, pero a los iPhone los aman más”, recordó.

Y desde ese momento no ha parado de reparar iPhone. Incluso, a los meses, empezó a ‘mamarles gallo’ a los clientes de otras marcas, pues se centró en Apple debido a que quienes llegaban con esos equipos ni se inmutaban con el precio que les cobraba por los arreglos.

Y así, por años, Wilmer siguió con sus videos en redes sociales, los cuales no llegaban a tantas personas, pero lo mantenían al menos en el radar de los pocos que buscaban reparaciones de productos Apple.

Pero Wilmer nunca ha sido de quedarse quieto. Cambió tres veces de local en Gratamira, buscando mejorar y hacer más atractivo para los clientes su espacio, alcanzó a tener una propiedad y, finalmente, la vendió para trastearse.

Así como fue un logro llegar a Gratamira, un día dijo que lo mejor era abandonar ese lugar. “Decidí salirme de ahí porque tocaba competir con los vecinos todo el tiempo. Me fui del centro comercial para que no me pasara que el cliente fuera atraído por mí y después terminara cotizando en 10 locales buscando el más barato, pero no el mejor”.

La tienda Wiltech quedó a unas seis cuadras, en un sector más exclusivo, que colindaba con cafés, heladerías y joyerías. “La gente, como ya me empezó a conocer, me llamaba y llegaban al negocio. En Gratamira, cuando llegaban, paseaban por todo el centro comercial y se quedaban en el negocio más barato”, recordó.

En ese local, donde ya tenía más colaboradores, podía cobrar lo que debía por su trabajo y aumentó la efectividad en los clientes. En Gratamira atraía a 10, pero perdía a 7. En el nuevo negocio llegaban 10 y se quedaban 9 clientes.

La inesperada fama en Latinoamérica

Paradójicamente, en 2020, cuando llegó la pandemia del covid-19, fue que a Wilmer le llegó la fama. Él mismo comentó que como la gente estaba encerrada y no tenía nada más que hacer que ver el celular y pedir domicilios, uno de sus videos -que por años no abandonó así lo vieran solo su esposa y sus hijas- se pegó y se volvió viral.

“Como antes de la pandemia ya tenía videos en las redes, todo eso se viralizó. Me empezaron a llegar una cantidad de equipos para reparar”, contó.

Al momento de hablar de celulares se habla de iPhone y Android: un mundo que se divide en dos, pero la diferencia es que una parte la tienen 150 marcas y la otra solo una, Apple.

 

Wilmer señaló que el video que se le hizo famoso fue sobre cómo verificar si su pantalla de iPhone era original o genérica, de 8 minutos. En plena pandemia, un día se despertó con un montón de notificaciones: 5.000 likes y 40.000 reproducciones. La gente lo empezó a reconocer.

Y así, cada semana, empezó a explicar en videos largos cómo se reparaban celulares. “Pegué duro. Era muy bueno”. También en pandemia trasladó sus equipos a su casa; sus hijas y esposa le empezaron a ayudar porque con sus videos le enviaban iPhone desde todos los destinos de Colombia.

“En pandemia, la gente solo miraba el teléfono, no tenía nada por hacer. No se podía tener el computador ni el celular dañado. Eso llegaba y llegaba trabajo. Buscaban la manera para hacerlos llegar hasta mi casa”, dijo.

Como fueron unos ocho meses de cuarentena, cada video era más exitoso que el otro y hasta se armaban debates en sus videos. Un día, salió sin zapatos y no faltó quien le reclamó para que al próximo sí se los calzara.

“A usted qué le interesa, no sea sapo, es la vida de él”, recordó Wilmer sobre esos momentos de encierro. “La gente, desocupada, se distraía con los videos. Eso a la final atraía».

Hoy, Wiltech es un experto en iPhone y aseguró que su secreto no es secreto, sino ser diferente y demostrarlo a los clientes. Y hace una reflexión sobre Apple: “Al momento de hablar de celulares se habla de iPhone y Android: un mundo que se divide en dos, pero la diferencia es que una parte la tienen 150 marcas y la otra solo una, Apple. Esa diferencia de Apple lo hace único y por eso puede cobrar más. Con esa misma idea, yo hice el planteamiento de mi negocio, hacerles ver a los clientes que soy único”.

De hecho, desde el 2017, Wilmer no repara equipos distintos a los de Apple, situación que en los últimos meses le trajo cierto dolor de cabeza.

En una carta, en agosto, Baker McKenzie, representante de Apple Inc., lo amenazó con enviarlo a la cárcel por el uso de la marca e insinuó una sanción económica contra Wilmer Becerra.

En ese momento, Wilmer les respondió que Apple le envío abogados para decirle que “si no dejo de reparar sus equipos puedo ir a la cárcel”. Y se preguntó: “¿Es un delito reparar un equipo que Apple dice que ya no tiene solución?, ¿no es el dueño de un iPhone autónomo de decidir donde reparar un equipo de su propiedad?”. Añadió que ya no usaba ningún distintivo de Apple.

Y es así, lo que sucede es que las personas ya lo reconocen a él como un experto en esa marca.

Sobre este pleito, tras dos meses, Wilmer dijo que presume que ciertas franquicias en Colombia presionaron a Apple a intimidarlo; no obstante, estos posteriormente le respondieron que no era su deseo hostigarlo y que querían un acercamiento amistoso.

Wilmer contó que Apple quería nombrarlo como reparador independiente, figura para la cual ya pasó documentos y está a la espera de esa situación.

¿Cómo llegó a ocho países de Latinoamérica?

Wilmer, tras el encierro por pandemia, cambió nuevamente de local. Y como sus videos ya los veían en todo Latinoamérica, el emprendedor mexicano Aurelio Morales lo visitó porque quería que le repararan su iPhone.

“Ahí no me voy a echar rosas ajenas. Aurelio fue quien dio la idea. Si él no llega a mi local, eso quizá no pasa. Él me contactó por redes, desde México, para que le arreglara el celular”, contó.

Una vez en Colombia, Wilmer contó que el mexicano quedó impresionado por los equipos y calidades con las que trabajaban en Wiltech y le propuso llevar la marca a México.

“Pero fui reticente. No voy a ir a México a trabajarte a ti. Le dije que aprendiera lo que yo hacía y me pagara por el uso de la marca”, recordó Wilmer.

El mexicano aceptó. Le enseñaron los secretos y en Cuernavaca se instaló una especie de franquicia de Wiltech. Con la misma idea, otros empresarios tecnológicos han tocado las puertas y la marca ya está en ocho países de Latinoamérica.

“Al principio tenía mis dudas, pero al final dije que a mí no me quitaba nada. Pensé, si él queda mal allá, pues que lo linchen por allá”, contó riéndose Wilmer.

A la final, el negocio de Wilmer sigue creciendo y ya está cumpliendo unos 13 años desde que se independizó para formar su sueño. Eso sí, a cada negocio le tiene vigilancia para cumplir las expectativas de los clientes.

En Colombia tiene tres tiendas propias: Bucaramanga, Barrancabermeja y Barranquilla. En 2024 abrirá en Bogotá. Su última franquicia se acaba de abrir en Panamá. También tiene cursos donde enseña lo que sabe.

Detrás de su éxito, Wilmer contó que en el instinto de todos los seres humanos está el querer mejorar, pero el asunto es cómo se va a lograr. “Muchos van al banco, el papá les presta, montan el negocio, pero se sientan a esperar que por milagro de Jesús lleguen los clientes. Ahí hay un esfuerzo, sí, pero todo tiene una estrategia”.

El experto en Apple dijo que él estudió electrónica, pero también se volvió experto en redes sociales, decisión que a la final le ayudó a que Wiltech sea lo que hoy es.

“Solo querer no basta. Todos queremos una mejor situación, un mejor empleo, una mejor vida, pero el sentimiento no basta. La única forma es desarrollar un plan viable para llegar al objetivo. Si lo único que se hace es esperar, toda la vida seguirá esperando. Por eso me muevo”, dijo.

CRISTIAN ÁVILA JIMÉNEZ
EDITOR ÚLTIMAS NOTICIAS EL TIEMPO

Related posts

Medellín alcanzó la ocupación hotelera más alta de su historia

admin

Capturan a alias «Guadalupe», una de las cabezas de la Red de Apoyo al Terrorismo del Eln

admin

¡Atención! Más del 30% de Cartagena sin agua tras daño en tubería

admin