Sobre el tema, John Mario González, colombiano miembro de la Academia Nacional de Medicina y de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, añade: “No se sabe nada, qué la compone, el antígeno, la dosis, el vehículo, la respuesta inmune… Solo que ya pasaron la fase 1”.
Tras el anuncio ruso, la OMS advirtió que la homologación de una vacuna exige procedimientos “rigurosos”, entre ellos el examen y la evaluación de todos las datos de seguridad y eficacia requeridos en ensayos clínicos.
“Para autorizar una vacuna contra la covid-19 es necesario que los ensayos clínicos aporten sólidas pruebas sobre su seguridad, su eficacia y su calidad”, alertó la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Y es que ir demasiado rápido en los ensayos clínicos “puede generar problemas” en cuanto a la seguridad, advierte Daniel Floret. Según él, “uno de los puntos clave será aportar la prueba de que la vacuna no va a causar un empeoramiento de la enfermedad” en las personas vacunadas, lo contrario del objetivo.
Ha ocurrido con monos “en intentos de desarrollo de vacunas contra el MERS-CoV y el SARS”, otros dos coronavirus. Este fenómeno de agravación de la enfermedad se observó en el hombre en los años 60 con algunas vacunas contra la rubéola, que fueron retiradas, y contra la bronquiolitis del bebé, que fue abandonada.
Asimismo, el anuncio ruso del amplio despliegue de su Sputnik V le parece un poco prematuro a muchos científicos. “Es una decisión irresponsable e imprudente. Una vacunación masiva con una vacuna que no ha sido bien ensayada carece de ética”, comentó François Balloux de la Universidad de Londres, y advirtió que cualquier problema con las campañas de vacunación sería “desastroso” tanto por sus efectos en la salud de las personas vacunadas como por la desconfianza que generaría en la vacunación
Algunos equipos trabajan en vacunas clásicas que utilizan un virus desactivado. También hay las denominadas “subunitarias” a base de proteínas (antígenos) que provocan una respuesta inmunitaria, sin virus. Otras, “de vector viral”, son más innovadoras: utilizan como soporte otro virus al que se transforma y adapta para combatir la covid-19. Es la técnica elegida por los rusos así como por la Universidad de Oxford que utiliza un adenovirus (familia de virus muy corrientes) de chimpancé.
Asimismo, otros proyectos se basan en vacunas de “ADN” o de “ARN”, productos experimentales que utilizan material genético modificado. “Cuantos más candidatos y más tipos de vacunas haya, más probabilidades habrá de conseguir algo”, explicó a la AFP Daniel Floret, vicepresidente de la Comisión Técnica de Vacunaciones.
En general, hasta ahora, solo se han publicado los resultados preliminares (fase 1 y 2). Los últimos son los de la vacuna candidata de la Universidad de Oxford y el de una empresa china, CanSino, publicados el 20 de julio, que han mostrado que son bien tolerados por los pacientes y provocan “una fuerte respuesta inmunitaria”.
Pero “no sabemos si estos niveles de inmunidad pueden proteger contra la infección (…) ni si esta vacuna puede proteger a los más frágiles de las formas graves de la covid-19”, comentó Jonathan Ball, profesor de virología molecular de la Universidad de Nottingham (Reino Unido).
Un estudio británico publicado a mediados de julio sugiere que la inmunidad basada en anticuerpos podría desaparecer solo en unos meses en el caso de covid-19, lo que amenaza complicar la puesta a punto de una vacuna eficaz a largo plazo.
En el mundo se han acelerado los procedimientos de forma inédita, en particular en China, donde emergió el virus SARS-CoV-2.
Los Estados y las grandes fundaciones se han lanzado a captar fondos internacionales. Esto permite a las empresas empezar la fabricación industrial de sus vacunas al mismo tiempo que trabajan en su elaboración, dos etapas que normalmente son distintas.
Estados Unidos, que cabalga en solitario, ha puesto en marcha la operación “Warp Speed” (más allá de la velocidad de la luz) para acelerar el desarrollo de una vacuna destinada en prioridad a los 300 millones de estadounidenses