POR: NELSON MATTA COLORADO |
La granada de fragmentación que llegó al Centro Comercial Automotriz de Medellín la semana pasada, y que tuvo que ser detonada de manera controlada, estuvo 45 días rodando de bodega en bodega.
Así lo confirmaron fuentes de Inteligencia policial a EL COLOMBIANO, luego de que este diario indagara por el origen de esta encomienda, detectada el pasado 30 de septiembre en este importante centro de negocios de El Poblado.
De acuerdo con los investigadores, después de hacer la trazabilidad de la mercancía, se constató que tanto el origen como el destino de la encomienda fue la ciudad de Bogotá.
Por razones que de momento se desconocen, el remitente al parecer suplantó la razón social de una de las compañías del Centro Automotriz, usando su logotipo como soporte de la papelería. En septiembre la envió a una empresa de la capital, donde no quisieron recibirla, argumentando que nadie de allí estaba esperando la encomienda.
La caja fue devuelta entonces a la bodega de la firma de mensajería, donde verificaron los datos del remitente, encontrando que en Bogotá no había sede de la compañía que presuntamente la envió; sin embargo, por internet se percataron que tenía una oficina en Medellín, por lo que fue despachada al Centro Automotriz, a manera de devolución al supuesto remitente.
Al llegar al sitio, quienes recibieron el paquete lo abrieron con extrañeza, encontrando la susodicha granada de fragmentación IM26 dentro de una caja de poliestireno expandido (“icopor”), con la espoleta asegurada con alambre.
Fue así que llamaron a la Policía, cuyas unidades antiexplosivos decidieron que lo más seguro era detonarla de manera controlada, pues se corría el riesgo de que explotara si trataban de desprenderle el alambre. El acordonamiento y posterior estallido, generaron temor en el sector, y la noticia se viralizó por las redes sociales.
La empresa de mensajería informó a las autoridades que iniciaría una investigación interna, para determinar por qué nadie detectó el peligroso contenido de la encomienda.
Por su parte, los investigadores comentaron que todavía no han identificado a la persona u organización criminal detrás del envío, ni cuál era su propósito. De momento, decidieron reservar los nombres de las firmas comerciales y de mensajería involucradas, al considerar que puede tratarse de una suplantación.