DANIELA OSORIO ZULUAGA
Pareciera que Zeus, el dios de los cielos y de los rayos en la mitología griega, se hubiese ensañado el pasado jueves contra el Valle de Aburrá.
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Además del frío, los aguaceros, los árboles caídos y las inundaciones en general, los habitantes del Área Metropolitana presenciaron el día con más rayos de todo 2020.
Las últimas tres fechas que más descargas eléctricas registraron durante este año no están ni cerca de las 884 que se dieron en los aguaceros de este jueves. Según Luz Jeannette Mejía Chavarriaga, líder del programa de Gestión del riesgo del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, las cifras más altas se habían presentado el 21 de enero, con 273 rayos; en febrero, con 247; y el 10 de marzo con 723.
De esas 884 descargas dentro del Valle de Aburrá, que fueron de tipo nube tierra, los tres municipios con mayor registro fueron: Medellín con 431, Envigado con 135 y Bello con 132.
Pero si usted se está preguntando si esta cantidad es normal ya hay una respuesta: “tener más de 50 descargas eléctricas asociadas a un evento de lluvias es mucho”, así lo dijo Carlos David Hoyos, director del Sistema de Alerta Temprana local (Siata), mientras complementaba que en ciudades de dos millones de habitantes o más, Medellín ocupa el primer lugar en el mundo donde cae gran número de rayos.
“Como es muy frecuente lo normalizamos, pero no lo es”, dijo Hoyos en una entrevista para EL COLOMBIANO publicada en julio de este año.
Ahora bien, el hecho de que caigan tantos rayos, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, se debe a la geografía cerrada del valle, que al tener tantas montañas propicia que ocurra el fenómeno con mayor frecuencia.
¿Cómo se miden?
Pero, ¿cómo se miden la cantidad de rayos?, en el Valle de Aburrá se usan varias herramientas que, además de detectar cuántas descargas eléctricas caen sobre la región, también permiten ver la acumulación de nubes en Antioquia y en el país.
Esto se da gracias a una compleja red de monitoreo que cuenta con seis sensores electromagnéticos repartidos en el departamento a cargo de Keraunos, un programa de extensión de la Universidad Nacional y que, en convenio Siata, estudia el comportamiento de los rayos con el fin de prevenir emergencias. Así, estos sensores perciben las ondas que producen los rayos y los cuantifican.
Por otro lado, y sumado a esa cantidad de descargas eléctricas, el Valle también registró la máxima ráfaga de viento de los últimos meses con una velocidad de 68 kilómetros por hora, “eso explica porque la ciudad amaneció con tantos árboles caídos, daños en cables e, incluso, porque los ciudadanos sintieron los vientos pasando por sus apartamentos. Pues estos son vientos muy fuertes”, explicó la Jeannette Mejía.
Por último, Mejía recordó que septiembre es un mes de transición, lo que significa que en octubre se esperan más precipitaciones de este tipo, y que los últimos fenómenos están asociados a las Ondas del Este, las cuales son corrientes que vienen sobre el Océano Atlántico desde el continente africano e incidencia sobre el comportamiento climático de la zona.
