Por ejemplo, en algunos casos el virus podría no desaparecer e infectar de «forma crónica», como el virus del herpes, que puede permanecer dormido y asintomático durante un tiempo, según Balloux.
Además, como los tests no son fiables al 100%, podría tratarse de un falso negativo y que el paciente no se hubiera librado en realidad del virus. Pero esto «sugeriría que la gente sigue siendo infecciosa durante mucho tiempo, varias semanas. No es lo ideal», afirma.
¿Anticuerpos igual a inmunidad?
Un estudio realizado entre 175 pacientes curados en Shanghái, publicado a principios de abril sin evaluación, mostró que la mayoría desarrolló anticuerpos neutralizantes entre 10 y 15 días después del inicio de la enfermedad, con diversas concentraciones.
Pero no es lo mismo detectar la presencia de anticuerpos que concluir que estos confieren inmunidad, según Maria Van Kerkhove, responsable en la gestión de la pandemia en el seno de la OMS.
«Tratamos de saber si alguien que contrajo la COVID (…) realmente está protegido», afirmó el doctor Jean-François Delfraissy, presidente del consejo científico que asesora al gobierno francés sobre la pandemia.
Y lo que podría ser peor: «No sabemos si los anticuerpos que se desarrollan contra el virus pueden agravar la enfermedad», según Tangy, que recuerda que los peores síntomas de la COVID-19 se manifiestan tardíamente, cuando el paciente ya desarrolló anticuerpos.
Tampoco hay elementos que permitan saber quién desarrolla los anticuerpos más eficaces: enfermos graves o leves, personas mayores o jóvenes.