Cientos de pacientes y sus familias en Medellín comenzaron diciembre viviendo el agobio de los servicios de urgencia en la ciudad que ya están al límite a falta de las semanas más críticas.
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“Diciembre tiene la magia para hacer más insoportable las esperas”. La frase es de Leticia Ríos y se nota que en los últimos dos días la ha utilizado bastante para empezar cualquier conversación que le permita matar tiempo mientras espera que a Leonidas, su papá, lo remitan a un hospital y deje de estar arrumado en un cubículo de las urgencias de Sura al que entró el fin de semana por complicaciones de una enfermedad que lo tiene viviendo mal desde hace varios años.
La estadística que maneja la Secretaría de Salud es que los pacientes en Medellín consultan al año 1,5 veces los servicios de urgencias. Don Leonidas lleva diez o tal vez once. Leticia ya perdió la cuenta, pero asegura que sumando las horas de padecimiento en urgencias su papá ha pasado este año, por lo menos, lo equivalente a cinco días en esos pasillos incómodos y llenos de gritos y agobio.
La semana pasada el Observatorio de Salud de la Personería Distrital alertó que los servicios de urgencias en Medellín llegaron al 99% de ocupación justo antes de comenzar seis semanas críticas, hasta mediados de enero.
El personal de salud asegura que no es un panorama excepcional si no cíclico y que aproximadamente tres veces al año se llega a unos picos de saturación de los servicios de urgencia con cifras similares. Un problema enquistado en el funcionamiento del sistema y de la cultura ciudadana.
Los médicos insisten en que actualmente hay dos causas coyunturales que tienen a la red de urgencias, conformada por 44 IPS, al borde de la saturación: la falta de camas, pues de las 3.223 en funcionamiento solo queda una veintena disponible; y la crisis de los hospitales municipales que ante su nula capacidad de respuesta les toca remitir a decenas de pacientes desde los pueblos a los hospitales de mediana complejidad en la ciudad.
El drama que se vive en las urgencias en Medellín en época decembrina y con su ocupación a tope
En los alrededores de varias clínicas y hospitales al occidente y nororiente de Medellín, las historias de pacientes que vienen de pueblos y que son dejados a su suerte a la entrada de urgencias por ambulancias que van y vienen todo el día se volvieron pan de cada día.
Pero también desde las autoridades de salud plantean al menos 15 causas de fondo y recurrentes que congestionan y ponen en jaque la red de urgencias en la ciudad.
Dos de las más graves son la falta de oportunidad en la autorización y realización de exámenes de los pacientes que llegan a urgencias y la falta de citas con especialistas para controles y tratamientos de enfermedades crónicas.
Es justo el caso de don Leonidas, a quien este año no le ha quedado más que recurrir a urgencias en búsqueda de los exámenes y remisiones a especialistas que necesita de vida o muerte.
Y también es el caso de la mujer que tuvo que esperar cuatro horas en la ambulancia que conduce Estiven Montoya esperando a ser ingresada a las urgencias de la clínica Fundadores por una complicación derivada de un grave accidente casero meses atrás. Estiven dice que aunque lleva ya ocho años conduciendo ambulancias, lidiando con la presión de serpentear por las calles de ciudad trasladando pacientes graves, todavía no se acostumbra a un montón de situaciones absurdas como tener a una persona en agonía en la parte de atrás del vehículo mientras las horas pasan y nadie sale a hacerse cargo. “Lo único que uno siempre piensa es que un ser querido podría estar ahí en esa camilla”, dice.
Trasladar pacientes a urgencias siempre deja una carga emocional a cuestas, independiente de si se conduce una ambulancia o un taxi.
En el acopio afuera de la IPS Universitaria, mientras se echa agua en la cara para refrescarse del insoportable calor, Albeiro Tamayo resume la lista de los pasajeros que más lo han marcado este año. Se detiene en dos, dos muchachos, ambos menores de edad, quizás uno de 15 y otro de 17 años, “la misma edad de mis hijos”, dice.
En ambos casos condujo de noche, desesperado, mientras atrás los papás de los jóvenes oraban para llegar a tiempo y salvarles la vida. “No sé si soy de malas por tocarme dos historias de estas en un mismo año o si los casos de pelaos que intentan quitarse la vida aumentaron mucho. Supe solo de uno de ellos, días después que me encontré a la mamá, que gracias a Dios se salvó”.
Las emergencias por salud mental han aumentado en los servicios de urgencia de manera sostenida en los últimos diez años y junto con la enfermedad general y las emergencias perinatales son las causas con mayor porcentaje de mortalidad entre los menores de edad que ingresan a urgencias en Medellín.
Por casos como los relatados, que ocurren todos los días, es que el llamado para afrontar estas semanas críticas que hizo Rita Almanza, líder de la Unidad de Epidemiología de la Secretaría de Salud de Medellín, es tan pertinente.
Almanza recordó que cualquier situación que pueda derivar en los servicios de urgencia y que estén en las manos de cada persona prevenirlos, puede salvar no solo la propia vida sino a muchas otras. Evitar, por ejemplo, una lesión por manipular pólvora o por consumir licor en exceso.
También puede ayudar a salvar vidas hacer uso responsable y racional de estos servicios, dejando de lado prácticas nocivas como acudir a urgencias para evitar pagar los copagos.
Acciones que pueden facilitar que el diciembre problemático y doloroso que viven y vivirán cientos de familias en las próximas semanas sea un poco menos difícil.