MIGUEL BERNAL |
Los expertos sugieren evitar la ropa de mascotas siempre que no sean sugeridos por un profesional. Es una manera de maltrato. Este es el porqué.
Seguro los ha visto en las redes sociales o en la calle, suelen ser pequeños, tiernos y aparentemente divertidos, pero los disfraces para mascotas son todo menos un entretenimiento para ellos. La ropa en general puede generar problemas físicos o psicológicos.
Este domingo es 31 de octubre, el Día de los Brujitos, y es mejor abstenerse de someter a su mascota a una situación incómoda. Estas son las razones de los expertos.
Problemas físicos
Una de las primeras explicaciones tiene que ver con el bienestar físico del animal de compañía. Por su naturaleza no necesitan un disfraz, ni ropa en general, ni van a tener un motivo para hacerlo, va en contra de su instinto, expresa María Soledad González Domínguez, médica veterinaria del Centro de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad CES.
Para ella, vestirlos con prendas que no necesitan puede desarrollarles problemas con las temperaturas o provocarles irritación en algunas partes del cuerpo, incluso alergias. Resalta González que “ellos se sienten muy incómodos con todas las prendas de vestir, no importa cuál sea”.
Para darse cuenta de ese malestar solo es cuestión de mirar el caminado de la mascota, el interés por deshacerse del disfraz y las ganas de permanecer acostado.
Según un informe de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA), otro problema se da cuando la vestimenta, por su diseño y tamaño le impide realizar naturalmente sus funciones fisiológicas o le dificultan hacerlo, lo que puede desencadenar en un malestar mayor. En el caso de los perros es especialmente grave si tienen dificultad para caminar.
También advierten que los materiales que se usan para la fabricación de algunos disfraces pueden ser tóxicos o lastimar a los animales si estos intentan comérselos o quitárselos a la fuerza.
Julio César Aguirre, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria de Uniremington, señala que los síntomas son en últimas ansiedad, angustia y estrés. Algo que puede ocurrir, en ciertas mascotas, incluso con el collar.
Los síntomas visibles de estos males van desde desaliento, hiperactividad y en algunos casos agresividad.
Consecuencias psicológicas
Además de los problemas físicos, la ansiedad, la angustia y el estrés, dice Aguirre, son pruebas “fundamentales de lo que podría llamarse maltrato psicológico”.
Estas consecuencias tienen que ver con la humanización de las mascotas, es decir, con inculcarles características y atributos humanos a especies caninas y felinas que en su naturaleza poco les interesan.
Algunas de ellas son, señala González, que “no saben si son perros o son humanos y empieza un proceso de identificación de su ser, entonces sufren mucho porque quieren ser perritos o gatitos, pero nosotros no los dejamos ser”.
Algunos métodos para humanizarlos son la ropa y los disfraces, y también la comida, el lugar donde dormir, la higiene, hasta la forma de comer. “Muchas personas les dan hasta comida con cuchara, esto se convierte en una inestabilidad para ellos supremamente grave”, cuenta González.
Esto es delicado sobre todo con los perros porque, explica Aguirre, “han estado tan cercanos a nosotros que incluso algunos expertos tienden a decir que son humanodependientes”. Esto significa que han estado tan expuestos al estilo de vida de los humanos que han terminado moldeando su comportamiento y adaptándolo para que corresponda con los humanos.
Humanización
El compartir entre las especies y los cambios en la forma en que se entiende a las familias ha provocado que en ciertos casos las mascotas pasen a ocupar un lugar importante en ellas, hasta ese punto no hay nada negativo.
El problema se da cuando algunos, señala Aguirre, les otorgan comportamientos y tratos que normalmente se le dan a un niño humano, como por ejemplo disfrazarlos para pedir dulces.
Las consecuencias de la humanización pueden ser que las mascotas “se vuelvan muy agresivas, otras tienen problemas de apetito caprichoso, de seguridad, se tornan muy nerviosas y son pacientes inestables, muy ansiosas, y eso tiene una connotación en el comportamiento supremamente marcada”, comenta González.
Todos esos temas serán difíciles de combatir en un futuro con terapia y mucho trabajo, por lo que es mejor prevenirlos. Recuerde que su perro es un perro y su gato es un gato, y aunque los quiera mucho, no dejan de serlo. Cuídelos