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¿Cuánta comida se bota en Colombia y qué pasa con ella?

POR RICHARD AGUIRRE FERNÁNDEZ

Aunque usted que está leyendo este artículo tenga los tres “golpes” de alimentación cada día, en Colombia hay 2,4 millones de personas que no alcanzan las tres opciones.

TOMADA DE:https://www.elcolombiano.com/

El Colombiano

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esa es la población que pasa hambre a diario.

Si se quiere entrar en calificaciones, esta cifra es preocupante, y refleja otras realidades.

Por ejemplo, las 16.978 notificaciones de desnutrición que se dieron el año pasado según el Instituto Nacional de Salud (INS) o las 9,7 millones de toneladas de alimentos que según el Departamento Nacional de Planeación (DNP) se desperdician cada año, de acuerdo con el reporte más reciente, de 2016.

La FAO, al analizar la situación, explica que en Colombia, pese a todo, la cifra es positiva, pues representa una reducción de 4,9 % en la población que ha pasado hambre en la última década: “Ha cedido de manera importante dado que pasó de afectar a 4,2 millones de personas en el periodo 2004 – 2006, a ser padecida por 2,4 millones de personas en el trienio 2016– 2018”, señala la FAO.

El hambre, en un encadenamiento que resulta lógico, está relacionado con la pobreza, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), en Colombia hay 13,07 millones de personas que hasta 2018 estaban en esta situación, mientras que en pobreza extrema (no tienen ingresos superiores a $117.605 cada mes) eran 3,5 millones, esto representa el 7 % de los colombianos.

¿Qué se está haciendo?

Pese a que este reporte resulta preocupante, en el país hay 20 bancos de alimentos que se dedican a recolectar lo que se desperdicia, seleccionarlo y darlo a fundaciones u organizaciones que atienden personas en situación de vulnerabilidad, como indigentes, niños, mujeres embarazadas o la destinan a ancianatos de caridad.

No obstante, su labor se queda corta, pues de acuerdo con la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), solo logran rescatar el 0,26 % del total de la comida que se bota en Colombia.

“Tenemos retos muy grandes en materia logística”, explica Juan Carlos Buitrago, director de Abaco, quien agrega que “es muy duro saber que hay alimentos que se están perdiendo y no tenemos cómo recuperarlos para darles alimento a tantas personas que nos están esperando en todo el país”.

Otra mirada de la situación se encuentra en Manizales. Carlos Calle, director del banco de alimentos de la capital de Caldas, explica que la misión que tienen es recuperar los excedentes, tanto agropecuarios como industriales y agrícolas, que por circunstancias comerciales no lograron ser vendidos en el comercio.

“Por las condiciones de la ciudad tenemos limitaciones, no hay bodegas para almacenar los alimentos y esto complica nuestra labor”, explica Calle, al resaltar que atienden 6.500 personas cada año, a las que además de alimentación, las apoyan con vestuario y un lugar para pasar la noche.

Ingrid López, del banco de alimentos de Cali, explica que “nos encargamos de la infraestructura para recuperar y hacer selección de lo que está en buen estado”, y destaca que el año pasado llegaron a 67.000 personas y lograron recuperar 3.679 toneladas de comida, que iba a ser desperdiciada en la capital del Valle.

Explica que lo que no se puede recuperar lo entregan a una finca para que se convierta en abono. “Nosotros repartimos la comida que recuperamos en cinco frentes: fundaciones de niños, ancianatos, comedores comunitarios, centros de rehabilitación por adicciones e instituciones de salud”, resalta López, quien lleva 20 años en esta labor.

Aquí hay que destacar que los bancos de alimentos, en un 95 %, funcionan con las arquidiócesis de la iglesia Católica en las regiones del país, y llevan los productos recuperados a fundaciones y organizaciones de 19 ciudades del país, entre las que se incluyen Medellín, Cali, Cartagena, Bogotá, Villavicencio, Manizales, Pereira, Pasto y Barranquilla, entre otras.

En la capital del Atlántico, Rebeca Badillo, directora del banco, explica que empezaron a realizar esta labor en julio de 2002 y que cuentan con el respaldo de organizaciones privadas y almacenes de cadena.

Además la tarea ha permitido beneficiar especialmente a las poblaciones de estratos uno y dos, que son las que resultan más vulnerables y tienen más necesidades básicas insatisfechas.

En sus cuentas señala que lograron entregar 1.667.219 alimentos en 2018 y aún ajustan el balance de 2019. También detalla que han llegado a 197 instituciones con alrededor de 33.000 personas beneficiadas.

¿Y Medellín?

En el Valle de Aburrá el panorama no es diferente. Según la Central Mayorista, cada día ingresan alrededor de 9.500 toneladas de alimentos. De estas, por lo menos 24 toneladas terminan como residuos que se convierten en abono. En la Plaza Minorista cada día llegan alrededor de 690 toneladas, de las cuales unas 26 toneladas terminan en los depósitos de basura.

En la ciudad también está uno de los bancos de alimentos del país. Su labor empezó en 1997 y ha beneficiado a cerca de 40.000 personas con alimentos que han recuperado.

Sin embargo, no es la única entidad que cumple con esta tarea. Desde hace cinco meses nació Recolecta, un anhelo particular de Laura Londoño Mejía, de 34 años, casada y con una hija de cuatro años, una cocinera que se formó en Francia y que hace un par de años, cuando conoció las cifras de la comida que se desperdicia en Colombia, empezó a soñar con ayudar a quitar el hambre de las comunidades desfavorecidas.

Explica que tiene la estructura logística en una casa que le prestaron hasta marzo y que se dedica a recuperar los alimentos, a través de donaciones de empresas, campesinos, panaderías y carnicerías, que les entregan lo que no logran comercializar y se encarga de llevarlos a las siete fundaciones a las que hasta el momento les entrega lo que logran recuperar.

“Lo hacemos dos veces a la semana. Los martes las fundaciones van hasta Recolecta y retiran lo que se van a llevar. Los jueves nosotros llevamos los alimentos en un furgón que compramos para esta labor”, dice Londoño Mejía, quien destina mensualmente alrededor de $3 millones de su bolsillo para sustentar las necesidades de transporte y el pago de la persona que se encarga de coordinar la operación de Recolecta.

Tras estos cinco meses de labores, se han acercado colaboradores de las fundaciones en las que han entregado las donaciones y ahora son voluntarios en esta misión.

Laura agrega que desde septiembre lograron recuperar tres toneladas, de cinco empresas y organizaciones, que son los más constantes en las donaciones que les entregan desde que empezaron.

¿Cómo estamos?

El país aún está lejos de la meta trazada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que apuntan a que en 2050 la pérdida de alimentos sea de al menos la mitad.

La tarea proyecta que en desnutrición infantil, a 2022 pase de 6,8 casos por cada 100.000 menores de cinco años de edad a 6,5. La meta a 2030 es reducir ese indicador a 5. No obstante, no se han cumplido ni los plazos ni la meta establecida.

El DNP, en la matriz de los ODS, señala que “con el objetivo de no dejar a nadie atrás y focalizar los esfuerzos donde más se requiere, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2018-2022 define la estrategia para lograr una alimentación adecuada y mejorar el estado nutricional de la población”.

En especial, el plan del DNP proyecta enfocarse en reducir la desnutrición en los departamentos de Chocó y Guajira que son los más afectados por esta situación.

“De esta manera, se espera reducir la tasa de mortalidad por desnutrición en Chocó y la Guajira pasando de 44,2 y 63,2 a 36 y 50 muertes por cada 100.000 niños y niñas menores de 5 años, respectivamente”, explica el DNP.

Incluso, desde 2016, el Ministerio de Agricultura presentó un plan para ello. El entonces jefe de la cartera, Aurelio Iragorri, dijo que “es penoso que en Colombia se desperdicie el 34 % de los alimentos que se producen al año” e indicó que los esfuerzos se concentrarían en los sectores de frutas, verduras y tubérculos, que representan tres millones de los nueve millones de toneladas de comida que se desperdician cada año (ver Informe).

La FAO, por su parte, agrega que el número de personas que pasa hambre en el mundo aumenta desde 2015 y ubica la cifra en 820,6 millones de personas, “ha regresado a los niveles vistos en 2010-2011”.

El fenómeno se presenta de manera similar en América Latina y el Caribe. Basta con comparar las cifras y ver que se pasó de 39,1 millones de personas en 2015 a 42,5 millones en 2018.

A mejorar
La meta es que el país cumpla con la reducción de pérdida de alimentos, para lo cual, el 2 de agosto del año pasado, se aprobó la Ley 1990, que plantea, entre otras cosas, enfocarse en impulsar estrategias destinadas a garantizar la eficiente de la cadena de suministro de alimentos.

Juan Carlos Buitrago, director de Abaco, recuerda que el Gobierno tiene un año para presentar la reglamentación de esta ley y tener una mejor planeación en la producción de comida y que, como sucede actualmente, no termine en las canecas de basura y pueda ser recogida por los bancos de alimentos y las organizaciones que buscan quitarle el hambre a los vulnerables.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

RADIOGRAFÍA

¿CÓMO SE FINANCIAN LOS BANCOS?

Hay dos formas de financiación. En Europa, principalmente, los gobiernos destinan recursos para financiar a las organizaciones que se dedican a recuperar los alimentos. En el caso de Colombia y América Latina, estas son sin ánimo de lucro. Por ejemplo, explica el director de Abaco, los bancos reciben el 10 % del valor comercial de lo que entregan a las fundaciones. Es decir, 10 de cada 100 pesos que logran entregar. “No es una venta”, dice el director de Abaco. Adicional, las empresas privadas aportan recursos y, por otra parte, los bancos realizan rifas, cenas, bingos para subsistir. En Abaco, por ejemplo, aportan la Fundación Éxito, la Fundación Nutresa, Alquería, Team, Asebio, Flash Hobile y Logyca, además de otros 100 aliados estratégicos.

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