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Confesión de empleada esclareció homicidio del papá del rector del CES

Tres personas han sido procesadas por la muerte del papá del rector del CES, en Medellín.

POR: NELSON MATTA COLORADO |

TOMADO DE: elcolombiano.com

El robo parecía sencillo para los asaltantes: sería en una casa habitada por una pareja de ancianos, en una zona residencial de Medellín, y ya tenían una infiltrada que les abriría la puerta. Nada parecía interponerse entre los asaltantes y su botín, pero cuando un hombre anda armado cualquier cosa puede suceder. Y lo que ocurrió, en el caso de don Octavio Osorio Urrea, fue una fatal equivocación.

Esta es la principal hipótesis que manejan los investigadores sobre el hecho, “un atraco que se salió de control”, y en el cual perdió la vida el papá del rector de la Universidad CES, Jorge Julián Osorio Gómez. Un crimen que golpeó el ánimo de la comunidad académica y de la sociedad antioqueña, y que deja dos sospechosos capturados y una mujer indiciada.

La tragedia sucedió a las 8:00 a.m. del pasado viernes en el barrio Estadio, donde hace más de cinco décadas residían el médico Octavio Osorio, de 93 años, y su esposa Margarita Gómez, de 91.

“Es una casa bellísima, muy ordenada, cerca de la iglesia, ellos siempre fueron hospitalarios”, recordó un vecino, y añadió: “A don Octavio le conocí dos hijas y un hijo, a quienes les inculcó el amor por la Medicina. El muchacho, que también se graduó de médico, luego llegó a la rectoría del CES por sus méritos”.

Para el cuidado de la pareja y el aseo de la vivienda fue contratada una empleada doméstica, según el expediente. Su contrato era temporal y cubría la semana del 7 al 11 de marzo, en reemplazo de la trabajadora habitual, quien se ausentó por una calamidad doméstica.

En su último día de labores le abrió la puerta a dos hombres, los cuales la empujaron violentamente. Uno de ellos le produjo una herida con un cuchillo en la boca.

Los invasores irrumpieron en la casa buscando qué robar. En el camino se encontraron con doña Margarita y la golpearon en la nariz, lanzándola luego contra la pared.

Octavio gritó, pidiendo auxilio, y eso sacó de quicio a uno de los agresores. Sin pensarlo dos veces, le propinó tres puñaladas en el abdomen.

La sangre asustó a los delincuentes, que salieron rápido del lugar, sin alcanzar a llevarse nada.

Según el reporte policial, a la casa llegó primero una ambulancia que la patrulla del cuadrante. Los paramédicos atendieron a las heridas y confirmaron el deceso del adulto mayor. Cuando aparecieron los patrulleros, no tuvieron más remedio que acordonar la fachada con una cinta amarilla, separando a los curiosos que lamentaban la desgracia.

La Gobernación, la Alcaldía y la academia se pronunciaron, rechazando el vil asesinato y expresando su solidaridad con el directivo del CES.

La confesión

La investigación fue asumida por agentes de la Sijín, en coordinación con una fiscal de la Unidad de Reacción Inmediata (URI). Una de sus primeras tareas fue entrevistar a las dos testigos.

En la diligencia la empleada doméstica lucía nerviosa, mientras los policías le pedían que describiera de forma detallada la apariencia de los asesinos. Primero dijo que eran dos negros, luego trigueños y, tras un momento de angustia, finalmente se quebró su resistencia y reveló la dolorosa verdad: eran su cónyuge y un cuñado de él.

Según su versión, el plan era abrirles la puerta para facilitarles el robo, pero jamás pensó que fueran a hacerle daño a sus patrones.

Entendiendo la gravedad de su situación, como cómplice de un asesinato, aceptó cooperar con los investigadores y les suministró las identidades de los presuntos autores.

Se expidieron sendas órdenes de captura y el domingo fue arrestado su compañero sentimental en una casa del municipio de Bello, un colombo venezolano llamado Modesto Herrera, de 37 años.

Su cuñado Juan Carlos Cárcamo Silgado al parecer trató de huir hacia Venezuela, atravesando el paso fronterizo de La Guajira. La Policía lo interceptó en un vehículo cuando transitaba por la vía a la Costa Atlántica, en inmediaciones del departamento de Sucre.

Fuentes judiciales le contaron a EL COLOMBIANO que la empleada doméstica está vinculada a la investigación, en calidad de indiciada; no obstante, por su cooperación para esclarecer el caso podría recibir beneficios jurídicos y, tal vez, ser favorecida por un principio de oportunidad.

Anoche finalizaron las audiencias de control de garantías, ante un juzgado penal municipal de Medellín. La Fiscalía les imputó a los hombres el cargo de homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado (por la esposa del difunto) y tentativa de hurto calificado y agravado, pero ellos se declararon inocentes.

El despacho les dictó medida de aseguramiento en la cárcel, mientras continúa el proceso penal por este lamentable crimen, en el que la ambición de robar terminó de la peor manera.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

 

En septiembre de 2020 fue capturada Marjedis Morales Julio, alias “la Empleada”, una trabajadora doméstica bogotana, especializada en robarles a sus patrones en viviendas de Medellín (Laureles y El Poblado) y Envigado.

Según la investigación de la Sijín, la mujer obtenía referencias falsas para presentarse como una experta cocinera y empleada del aseo, con lo que se ganaba la confianza de las víctimas. Una vez contratada, drogada a sus patrones con escopolamina o benzodiacepinas, y cuando quedaban inconscientes les robaba.

Morales es investigada por el robo de $40 millones en una casa de Envigado (2018), $513 millones en un apartamento de El Poblado (2019), $150 millones en una urbanización de Envigado (2019) y $200 millones en una casa de Chía, Cundinamarca (2020).

 

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