Agricultores de Pinillos enfrentan una crisis por la falta de compradores para su cosecha de ahuyama. Toneladas están en riesgo de perderse, mientras buscan soluciones para evitar pérdidas económicas. La Secretaría de Agricultura se pronuncia.
17 años tenía Ricardo cuando aprender sobre siembra y cultivo era su única preocupación. Visualizarse como un líder era una proyección muy lejana. Pero con el tiempo adquirió cierta destreza y audacia. Más adelante, con solo tocar una fruta u hortaliza, lograba adivinar cuán apta estaba para el consumo.
No concibe su realización personal en la ciudad. Siente que en el campo es feliz, ahí come “como los dioses”, sin alimentos procesados, condimentos o lujos innecesarios. Vive con su esposa y su hija, y goza del privilegio de convertir en abundancia todo lo que sus manos tocan.
No fue a la universidad, pero se estudió los tipos de suelo y al ojo sabe cuán beneficiosa puede ser la luna menguante. Aprendió a diferenciar el sol; ese que tanto maltrata la flora, y aquel lo suficientemente radiante como para proliferar la vegetación y hacerlos ricos en lo que considera su entorno ideal.
Pronto desarrolló otras habilidades menos empíricas y más prácticas; gastos, facturas, ingresos, egresos y liderazgo. Hoy está cerca de cumplir 50 años y es el presidente de la Asociación de Agricultores de Palenquito, compuesta por 332 agricultores que trabajan en conjunto. La mayoría tiene familias con varios hijos y lo que todos tienen en común es que se sustentan de las ventas luego de cada temporada de cultivo. No obstante, esa ilusión por vender sus productos se ha convertido en incertidumbre, pues este año “la cosa se ha puesto maluca”.
El año pasado, la venta de la ahuyama que cultivaban era favorable, pero este año la comercialización dio un vuelco rotundo. “Antes, los mayoristas venían directamente o nos llamaban para solicitar el producto, pero ahora la situación ha cambiado”, explicó Rojas.
Rojas cuenta que la asociación mantuvo una relación comercial con una operadora comercial de la región durante dos años, pero hoy las condiciones de pago se han convertido en un obstáculo. Esta única empresa que les compra, ya es poco lo que les encarga ante la baja demanda de algunos productos; “el pago cada ocho días dificultaba mucho la operación. Imagina tener que esperar tanto tiempo para recibir el pago de 50 o 60 toneladas, cuando muchas veces el producto ya estaba en riesgo de dañarse”, señaló.
Actualmente, los agricultores tienen entre 40 y 50 toneladas de ahuyama sin vender. La preocupación crece, ya que, a diferencia de años anteriores, el producto no soporta tanto la exposición al sol, por lo que debe ser recogido y almacenado en la sombra para evitar su deterioro.
“Uno de los factores que ha afectado nuestras ventas es la caída en la demanda en Cartagena, que solía comprar grandes cantidades a precios justos. El año pasado, la tonelada de ahuyama se vendía a $1.200.000, pero este año nos dicen que las ventas están lentas y solo aceptan pequeñas cantidades, lo cual no nos resulta rentable. Además, los costos de transporte han aumentado; por cada tonelada enviada a Cartagena debemos pagar aproximadamente $100.000. Si enviamos 10 toneladas, ya tenemos un gasto de $1.000.000 solo en transporte”, contó Rojas a El Universal.
Y agregó: “cuando las ventas eran buenas, nuestra economía familiar y la de nuestros compañeros mejoraba significativamente. Sin embargo, en la actualidad nos enfrentamos a precios muy bajos. Nos ofrecen $15.000 por un bulto de 180 kg, lo que equivale a menos de $100 por kilo, una cifra insostenible para nosotros”.
Los productores buscan nuevas alternativas para comercializar su cosecha y evitar pérdidas económicas que afectan el sustento de las familias que dependen de esta actividad agrícola.
“Actualmente, trabajamos en un terreno de 80 hectáreas, lo que es insuficiente para todos los miembros de nuestra asociación. Esperamos que el gobierno nos tenga en cuenta y nos brinde el apoyo necesario. Aunque la situación es difícil, seguimos luchando por mejorar nuestra calidad de vida y mantener viva nuestra producción agrícola”.
En diciembre de 2024, se presentó una denuncia por parte de pequeños productores de ahuyama de 8 veredas del corregimiento de San Cayetano (San Juan Nepomuceno), en la subregión de los Montes de María, sobre la entrega de una semilla de ese producto, que al final no tuvo aceptación entre comercializadores.
Se estimaba que al menos 20 toneladas de ahuyama estaban sin comercializar, donde los campesinos de la Asociación de Productores, Transformadores y Comercializadores de Productos Agropecuarios de San Cayetano (Asoprotracosan), que aplicaron a una Alianza Productiva del Ministerio de Agricultura, se quedaron sin comprador para la cosecha por culpa de una variedad poco apetecida en el mercado.
En un encuentro híbrido en el que participaron todos los actores de esa Alianza Productiva de Ahuyama, se determinaron dos acciones: una, el Operador Local, el responsable de acompañar el proyecto, se comprometió a entregar un completo informe sobre lo sucedido con la semilla de ahuyama seleccionada -que al parecer no era la que los productores esperaban- y dos, se empezaron a hacer gestiones para conseguir uno o más comercializadores o clientes interesados en la ahuyama cosechada para transformarla en harina o usarla en alimentos para especies animales, ante la poca aceptación que tiene el producto entre los consumidores de la Costa Caribe.
Secretaría de Agricultura se pronuncia ante alerta de agricultores en Pinillos
El Universal contactó a la Secretaría de Agricultura del Departamento de Bolívar, desde donde señalaron que estarán reuniéndose próximamente con la asociación de campesinos para buscar una solución y comenzar a tocar puertas.
“Apenas nos enteramos de esta situación, junto con el equipo de la Secretaría de Agricultura, iniciamos la gestión para buscar soluciones. La información nos llegó de manera informal a través de un video donde mostraban las auyamas. Lo primero que hicimos fue verificar la veracidad del caso. Para ello, nos pusimos en contacto con el director de la UMATA de Pinillos. Él se encargó de indagar más a fondo y nos ayudó a obtener el contacto del productor”, señaló la entidad. Y agregó: “nos comunicamos directamente con el señor Ricardo Bustamante, representante legal de la asociación. Estamos estableciendo contacto con diferentes comerciantes y almacenes de cadena para facilitar la venta y distribución de la cosecha. Nuestra labor es articular y gestionar oportunidades para los productores del departamento, promoviendo el desarrollo agrícola y asegurando que puedan comercializar sus productos de manera eficiente”.
Desde la Secretaría de Agricultura del Departamento de Bolívar esperan en las próximas horas continuar con la gestión y dar seguimiento a los avances con los posibles compradores. A pesar de la incertidumbre, Ricardo y los agricultores de Palenquito no pierden la esperanza. Siguen apostando por la tierra que les ha dado sustento durante años y confiando en que encontrarán una solución antes de que su cosecha se pierda. Mientras tanto, esperan que las gestiones avancen y que el respaldo gubernamental y comercial llegue a tiempo.