POR JULIANA GIL GUTIÉRREZ |
Cuando la última paciente con ébola dejó el hospital sana, el personal médico que quedaba en el recinto salió con ella bailando, tocando baldes que hacían las veces de tambor y cantando coplas para celebrar que, después de 18 meses con la epidemia, República Democrática del Congo tenía un respiro.
Semida Masika fue la protagonista de esa historia. Cruzó la cortina hecha con una bandera del país y emblemas de Médicos Sin Fronteras y esbozó una sonrisa. Pobladores, personal de la Organización de la Salud y medios de comunicación aguardaban a verla para registrar el momento.
Ya pasó un mes desde ese 3 de marzo, cuando Masika superó la batalla contra la enfermedad que infectó a 3.444 de sus compatriotas y apagó la vida de 2.264 de ellos. Desde entonces no se registran más casos de ébola en República Democrática del Congo y, si el panorama persiste, el sector de la salud está a un mes de declarar que ganó la batalla contra esta epidemia.
El primer caso se confirmó en agosto de 2018 y todo parecía ir mal. Karline Kleijer estuvo en la primera línea de combate contra el ébola como coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras. Protesta contando que al principio el Gobierno se negaba a recibir apoyo, creyendo que podrían solos con la epidemia, y la gente rechazaba ir al médico.
Sanar en el conflicto
El ébola es una enfermedad que se transmite a los humanos mediante el contacto con los murciélagos. Cuando llega a una persona esta la puede transmitir a otra y se genera un ciclo de contagio difícil de detener. En la epidemia de 2013 a 2014, con epicentro en Guinea, Liberia y Sierra Leona, 11.323 personas fallecieron.
Pero este escenario era diferente al de hace seis años porque en República Democrática del Congo hay un conflicto activo y los centros de atención fueron atacados, a disparos, acabando con la vida del personal de la salud, como ocurrió en agosto de 2019. Los médicos intentaban salvar vidas en medio del temor a quedar en un fuego cruzado.
“¿Por qué las comunidades estaban atacando a los trabajadores de la salud enfocados en la respuesta al Ébola y a los centros de tratamiento? ¿Por qué se necesitaron más de 300 ataques para que algo cambiara?”, cuestiona Kleijer.
El punto de giro ocurrió el segundo semestre de 2019 cuando los enfermos fueron forzados a ir a centro de tratamiento y las familias presionadas a quedarse en casa. Sin reportes de contagios desde el 17 de febrero de 2020 y con el alta de Semida Masika a comienzos de marzo, queda la misión de monitorear la zona para asegurarse que no se presente un rebrote.
Esta tarea requiere una financiación de 20 millones de dólares, según estima la OMS. No obstante, hay un compromiso que se sale de las manos de todas las autoridades del país y del mundo para prevenir que el ébola vuelva a aparecer entre humanos: evitar el contacto con los animales de la selva, el origen de las batallas contra el ébola que libra África. Y también queda una buena noticia: el avance de una vacuna para tratarlo .
EN DEFINITIVA
El ébola evidencia que mitigar ciertas enfermedades requiere del compromiso de las personas de distanciarse de los animales salvajes. Solo hasta mayo se ratificará el control del brote
