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Una historia de amor que recorrerá el Desfile de Autos Clásicos y Antiguos

Claudia Arango Holguín

Oscar Muñoz y su esposa Carlota recorrieron Europa, recién casados, en un carro como este. Remembranzas de un amor que recorrerá el Desfile de Autos Clásicos hoy.

TOMADA DE: elcolombiano.com

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

La de Oscar Darío Muñoz Giraldo y Carlota Peschken es una historia de amor de esas que lo dejan a uno suspirando y en ese relato hay un fragmento en el que un Fiat 500 blanco, de 1963, fue gran protagonista.

Justo será un carro como ese, que consiguió hace 15 años y hasta del mismo color, el que recorrerá este sábado las calles de la ciudad en el tradicional Desfile de Autos Clásicos y Antiguos, pero antes de ese recorrido hay que conocer la historia de amor para entender la importancia de este carro en la familia Muñoz Peschken.

Un recorrido romántico

En 1970 Oscar terminó arquitectura en la Universidad Pontificia Bolivariana y se fue a Florencia, Italia, a hacer una especialización. “Al año y medio me casé por poder con mi novia de Medellín (yo le di una autorización a mi papá para que me representara en la boda). No nos hablábamos porque en esa época no había celulares y llamar a Italia era muy costoso”.

Carlota vivía en una finca en Copacabana y concretó con Oscar el viajar a encontrarse con él en Europa, ya casados. “Cuando ella llegó yo compré un carrito, un Fiat 500 de 1963, con lo que tenía ahorrado”.

Oscar trabajaba y estudiaba porque sabía que al casarse su padre dejaría de mandarle dinero, pero él alcanzó a ahorrar para irse de luna de miel con Carlota y lo hicieron en el Fiat.

Era eso o devolverse a Medellín (ya Oscar había terminado de estudiar) y comprar nevera, lavadora, muebles y organizar una casa. Eligieron recorrer Europa en este carro que asegura nunca llegó a Colombia, “es que eran muy chiquitos y con un motor de 500 Cc, una moto prácticamente”.

Las aventuras en el Fiat

Recorrer algunos países (España, Bélgica, Alemania e Italia, entre otros) en este auto los unió mucho, dependían el uno del otro, “tuvimos aventuras muy lindas en el carro, por todas partes, yo tengo muchas fotos de esos momentos. Para dormir sacábamos los asientos delanteros del carrito y poníamos unas colchonetas, yo dormía con la cabeza encima del acelerador y los pies en el asiento de atrás”.

Todo eso pasó en 1970, hace 54 años que esta pareja está junta y hay más historias porque el carro era como un trotamundos con ellos y hasta cocinaban allí en una hornilla de gas.

“Un día nos fuimos a Montecarlo porque yo quería que Carlota conociera el casino de Montecarlo, nos sentamos a comer helado y a ver entrar a la gente. Eso era un desfile de artistas y personalidades muy importantes, nos entretuvimos muy barato y a las 9:00 p.m. buscamos dónde dormir, nos gustaban los parques y lugares tranquilos”.

Oscar y Carlota agarraron su Fiat y vieron una entrada muy bonita, en Mónaco, que daba a un parque con un castillo al lado. Allá estacionaron, se pusieron la pijama y a dormir hasta que llegaron las autoridades.

“Como a las 4:00 de la mañana nos golpearon en la puerta, yo me levanté y me miraban en pijama y Carlota me decía que les dijera que estábamos casados”.

En medio de ese susto le preguntaron a Oscar que por dónde había entrado, “yo les respondí que por la puerta”. Los guardias le insistieron: “Ustedes no saben dónde están”. Resulta que habían entrado a los jardines exóticos del palacio de su majestad Rainiero de Mónaco.

“Dormimos en el patio del castillo sin darnos cuenta, y yo miraba las ventanas a ver si veía a las princesas Estefanía o Carolina (risas) y ya nos dejaron salir volados, pero estábamos felices con la anécdota”.

Historias como estas hay muchas con ese Fiat, por eso la idea de Oscar era conseguir un carro igual porque en el que vivieron todas estas aventuras lo vendieron en Amsterdan tres meses después y antes de regresar a Colombia.

“Yo siempre quise comprar un carro igualito, porque aquí no había, fui varias veces a Italia, pero los que lo tienen no lo venden y yo quería uno de estos mismos de puerta suicida, se llama, esa que es la que abre hacia adelante, la gente los quiere mucho”.

Hace 15 años un amigo italiano le dijo que estaban vendiendo uno en un taller y él se arriesgó. “Allá le restauraron la parte mecánica y aquí lo pintamos y lo hicimos la tapicería y el resto de cosas y está funcionando muy bien. Este carro es la adoración de los hijos, ya los hijos han ido a hacer el mismo viaje, las nietas también conocieron donde vivimos en Florencia”.

Ese carro recorre sin falta cada año el desfile de autos clásicos y antiguos, hace 15 años, con Carlota y Oscar saludando a la gente y recordando tantas historias que atesoran en un carro como este. “La gente se nos acerca, se toma fotos con el carrito, a mi me gusta mucho sacarlo porque es muy chiquito y simpático y provoca reírse cuando lo ven, la gente me saluda, yo pito. Este es un carrito que trae alegría y ánimo”.

 

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